La cruda expiación de Ivan Basso con el dopaje: "No tuve ética; fracasé como marido y como padre"
El italiano, vencedor del Giro en 2006 y 2010, estuvo sancionado entre 2007 y 2009 por doparse.

Cada año que pasa se van conociendo más y más detalles de la época más negra del ciclismo de élite, aquella en la que, a comienzos de siglo, varios de los mejores corredores del planeta fueron descubiertos con prácticas dopantes. Uno de los más ilustres fue, sin duda, Ivan Basso, quien tras la muerte de Marco Pantani se había consagrado como la gran figura italiana dentro del pelotón.
Vencedor del Giro de Italia de 2006, justo un año después de haber sido segundo en un Tour de Francia, el de 2005, que a la postre quedaría vacante tras la sanción a Lance Armstrong, Basso fue identificado por la Guardia Civil en el marco de la Operación Puerto poco después de haber besado el trofeo 'Senza fine' entre el confeti rosa de Milán.
"Me puse en contacto con un médico español especializado en transfusiones de sangre", confiesa el ahora director del Polti VisitMalta en una entrevista al Corriere della Sera. "En Madrid me sacaron dos bolsas de sangre que luego me inyectarían antes del Tour para tener glóbulos rojos más frescos e ir más rápido, pero la policía española encontró las bolsas congeladas, mías y de otros, y al asociarlas con el ADN en la base de datos de la federación me identificaron".

El motivo por el que Basso, fenómeno nacional desde juveniles, cayó en semejante espiral, no es otro que la ambición desmedida por reinar. "Tenía un deseo incontrolable por ganarlo todo", añade el de Gallarate. "Tenía, además, la conciencia de que con ese método podía hacer realidad mi sueño. Nada podría detenerme. Sabía lo que estaba pasando, claro, pero no quería darme cuenta. Pensaba que tenía razones para hacerlo".
"No tuve tiempo de consumir drogas, pero sé lo que hice, reconozco mi culpa y me avergüenzo por ello", continúa quien, dos días antes de comenzar el Tour de Francia de 2006, fue expulsado del hotel de Estrasburgo en el que se encontraba junto al resto de sus compañeros. "En aquella época yo no fui educado en la ética de la victoria y de la derrota; de hecho, no tenía ninguna ética. El deseo de ganar lo pudo todo, lo antepuso incluso a mi familia".
"Me puse en contacto con un médico español especializado en transfusiones de sangre"
Ciclista"Al principio lo negué todo rotundamente", explica Basso, que se enfrentó en los juzgados a Ettore Torri, exjefe de la fiscalía de Roma convertido entonces en oficial antidopaje. "Pero Torri, que era duro pero lleno de humanidad, terminó encontrando las palabras exactas y me agotó. Fue entonces cuando admití toda mi culpa y acepté un largo periodo de inhabilitación [de 2007 a 2009]".
Tres años después, en 2010, y tras cumplir su sanción, Basso regresó por todo lo alto, repitiendo victoria en el Giro de Italia. "En el escenario de la Arena de Verona repetí las palabras que me había dicho Torri cuando firmé la confesión: 'Basso, un día entenderás que no necesitas esta mierda'", recuerda. "Allí, en Verona, apareció Torri y me dijo: '¿Ves que tenía razón?' Al final, creo que estar involucrado en esa operación fue lo más importante de mi vida".

En julio de 2015, en plena disputa de su noveno Tour de Francia, los médicos le detectaron un tumor en el testículo izquierdo. El italiano se vio obligado a abandonar y solo tres meses después, a los 37 años, anunció su retirada del ciclismo de élite. "Fue difícil parar", apunta. "Durante 30 años había corrido sin respirar, ciego y sordo; no veía las montañas, no oía las ovaciones. Solo pensaba en ganar".
Fue entonces cuando Basso se lanzó, junto a Alberto Contador, a la creación de lo que hoy es el Polti VisitMalta, equipo ciclista que lucha desesperadamente por un puesto en el WorldTour. "Hubo un momento justo después de retirarme en el que mi esposa, Micaela, me pidió que me sentara a hablar con ella", indica el exciclista al diario transalpino. "Estuvimos dos horas, y me puso mi vida patas arriba, sin humillarme, pero dejándome las cosas claras".
"Me quedó claro mi fracaso como marido y como padre", sentencia. "Hablamos de mis casi 40 años de traiciones a los deberes familiares, de cómo había desaparecido toda la intimidad entre ella y yo. Fue profundo e incluso violento, pero también terapéutico. Maté al deportista Ivan Basso y logré sacar al hombre que tenía dentro. Ahora mi hijo Santiago acaba de convertirse en profesional y no le entreno yo, se las arreglará el solo. Micaela y yo estamos felices porque está en un ciclismo mucho más ético que el que viví yo. No tiene ni idea de lo que nos rodeaba a nosotros, de las tentaciones que teníamos a su edad".