La caída por un barranco que sembró el pánico en el Giro acaba en 'milagro': "Estaba a 25 metros de profundidad y perdí la comunicación"
Jenthe Biermans vivió un duro episodio en la decimoquinta etapa del Giro durante el descenso de Mortirolo... y salió prácticamente ileso.
![Imagen de archivo. /Nieuwsbald](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202405/20/media/cortadas/biermans-RtG55PHiSoiiw4pgPr2fCWP-1200x648@Relevo.jpg)
La etapa reina del Giro D'Italia, en Livigno, dejó en la retina del mundo del ciclismo una nueva victoria del extraterrestre Tadej Pogacar. Mientras el esloveno pedaleaba hacia su cuarta victoria en esta edición, Jenthe Biermans, del equipo Arkéa B&B Hotels, se pegaba el susto de su vida mientras completaba la bajada de Mortirolo.
El belga cayó por un barranco de más de 25 metros de profundidad tras "calcular mal una curva durante el descenso", lo que se tradujo en "la caída más dura" de su carrera. En el mismo momento del accidente, varios equipos de rescate comenzaron a buscarle, una tarea que se complicó y al ciclista de 28 años se le hizo eterna: "Estaba a 25-30 metros de profundidad en un barranco y tardaron en encontrarme. Estuve lleno de pánico". Así lo confesó en el medio Sporza, al que describió la caída: "Seguí dando vueltas y me detuve al lado de un árbol. Desde el primer momento no podía mover el pie y perdí la comunicación por radio".
Tras el incidente, Biermans se tomó todo el tiempo del mundo para volver a subirse a su bicicleta y comenzar a competir de nuevo. Fue resctado por su compatriota Gianni Meersman, acompañado de otros cuatro equipos, entre los que destacó al Intermarché-Wanty, a los que agradeció el gran esfuerzo por ayudarle.
Terminó la carrera como pudo, siguiendo al último grupo y a 45 minutos del ganador, Pogacar, una gesta a la que luego se le sumaron noticias positivas. El propio equipo informó durante la noche que Biermans se sometió a pruebas médicas que, en principio, descartaron fracturas en la pelvis o la espalda baja. Todavía queda por ser examinada la zona más afectada, el pie izquierdo del que se quejaba tras la finalización de la etapa. Pero un mal muy menor, casi un milagro, dentro de las consecuencias que podría haberle ocasionado la caída.