El Giro de Telecinco donde Berlusconi buscaba a Induráin y a Jacq's: "Hubo picos de ocho millones de espectadores"
En los años 90 la cadena de Mediaset sorprendió con la adquisición de los derechos de un deporte que no cuadraba con el resto de la parrilla de la cadena.

Ha terminado el Giro de Italia y con él una edición más de la Corsa Rosa que han disfrutado los espectadores de Eurosport. El canal deportivo, propiedad de Warner Bros. Discovery, y que es accesible desde varias plataformas empezando por la matriz de MAX, ha ofrecido a los locos del ciclismo las aventuras del genio esloveno, Tadej Pogacar. Por suerte, ya es una tradición sentarse delante de la tele cada año y escuchar a Javier Ares y Antonio Alix, acompañados por Eduardo Chozas, Alberto Contador o Juan Antonio Flecha. Hubo un tiempo en el que no lo era y apareció Telecinco para impactar con su manera de contar la gran carrera italiana por etapas.
Berlusconi decidió adquirir los derechos del Giro de Italia en el año 1993 para ofrecer también la carrera en su filial española cuando no se sabía muy bien si podría seguirse en nuestro país. Se abrió entonces una ventana de tres temporadas donde vimos el ciclismo como no se había visto y como seguramente ahora es imposible que se vuelva a ver. Era el Giro, por encima de todo, de Induráin. Miguel era garantía de éxito y había ganas de verle hasta en un Critérium. Telecinco ya tenía el as de bastos y a su alrededor diseñó una producción en consonancia con la línea editorial del grupo. Era una tele atrevida, colorida, por momentos festivalera y en cierto sentido provocadora. Algunas de las imágenes que acompañaban a la carrera serían hoy un shock para la audiencia. Como aquella publicidad tan recordada y efectiva en la que una mujer afrontaba el último kilómetro abriendo la cremallera de su escote 'buscando a Jacq's'. La sociedad ha cambiado mucho y ese impasse, del modo en el que se ofrecía, siendo además en el clímax de la carrera generó no pocos comentarios. Por suerte, el narrador del Giro, Jaime Ugarte, lo resolvía con maestría buscando al ganador de la etapa mientras el personal todavía se preguntaba quién era aquel Jacq's.
Al periodista vizcaíno le encomendaron la tarea en un momento en el que era referente del canal como narrador de boxeo, el de millones y millones de espectadores, cuando Poli Díaz era referente antes de Javi Castillejo. Así recuerda el momento con Relevo: "Me lo propone José Luis Rubio, jefe de deportes en aquel momento. Él sabía que me gustaba muchísimo el ciclismo y por supuesto le dije que sí. Para un vizcaíno el santo grial es la trilogía: ciclismo, fútbol y boxeo".
Con la voz del relato cerrada, había que decorar el despliegue de la cadena 'amiga' que iba a coordinar Jota Jota Santos. Por el plató pasarían distintos comentaristas, históricos como Julio Jiménez o Federico Martín Bahamontes. También hubo hueco para directores como el vallisoletano Javier Mínguez que solo recuerda cosas buenas de aquella apuesta: "Era necesario para el ciclismo español. Fue una bendición. En España no sabíamos si se podía ver el Giro cada año. Telecinco llegó para apostar por nuestro deporte y es verdad que había mucha publicidad, lógico, las empresas tienen que ganar dinero. Nosotros no tenemos un estadio ni vendemos entradas, vivimos de los patrocinadores y de las televisiones que pagan por transmitirlo".
Siguiendo una línea similar, Jaime Ugarte tenía que conjugar el relato con las permanentes inserciones publicitarias, algunas de ellas en momentos delicados. Su opinión es similar a la de Mínguez: "Si querías ver la carrera, en abierto y sin pagar, qué menos que aceptar que exista la publicidad. Para mí nunca la publicidad fue un enemigo. Intentaba adaptarme y buscábamos al último kilómetro como a Jacq's. Siempre hay algo de rechazo cuando te cortan la carrera, pero es inevitable".
Es muy difícil valorar ese momento con los ojos de hoy. Por suerte para los protagonistas, en aquel momento no había redes sociales y era más difícil dar a conocer una determinada queja o alabanza. Lo que sí hablaban eran los números. Telecinco consiguió picos de audiencia altísimos. "Superábamos los cinco millones de espectadores habitualmente y hubo picos de hasta ocho millones. Fue muy rentable para la cadena. Todo el mundo hablaba del Giro y empezaba Telecinco alimentándolo desde los informativos" recuerda Ugarte.
Un tiempo que será difícil repetir, así lo piensa Mínguez. El ciclismo en una televisión privada y en abierto no parece que sea el futuro de la transmisión del ciclismo: "Desde hace años está Eurosport que lo hacen muy bien, pero no todo el mundo lo tiene. Se ha fragmentado mucho el origen de los canales y hacerlo rentable no es fácil, si no es de pago. Ahora parece que los equipos grandes se quieren mover para crear algo aunque no es fácil que una televisión en abierto lo asuma si no es pública". De hecho, Televisión Española es quien mantiene todavía la transmisión del Tour de Francia y la Vuelta a España y también cadenas autonómicas como la ETB invierten parte del dinero público en competiciones ciclistas.
Como en toda apuesta programática hay muchos factores que influyen en el éxito final y para Telecinco la gloria de Induráin e incluso el fracaso le ayudaron a crecer. La cadena de Mediaset le vio triunfar y le vio desfallecer. Toda esa parte de épica y drama intensificó la ya de por sí intensa manera de contar el ciclismo. Jaime Ugarte le ponía esa dosis emocional a un relato que no le deja olvidarse de aquella agonía en el Santuario de Oropa: "Nosotros hacíamos por la mañana el mismo recorrido que los ciclistas y cuando lo subimos me parecía una trampa. Pensaba que esas rampas y parones le iban mejor a Ugrumov que a Induráin y así fue. El escenario hacía perder las referencias y no veíamos aparecer al navarro cuando se quedó. Fue angustioso. Allí percibes la soledad del ciclista en puertos míticos como el Mortirolo o el Stelvio". El Mortirlo lo conoció Miguel de verdad cuando explotó y perdió el Giro frente a Berzin. Telecinco también pudo mostrar al ídolo caído, su fragilidad en el Valico de Santa Cristina
Esa sensación de estar sobre el terreno es algo que también ha cambiado radicalmente a la hora de contar el ciclismo. Ugarte y su comentarista, Osvaldo Menéndez, estaban allí, en Italia, en el recorrido, en la meta, eran la sombra de los ciclistas. De hecho Induráin hablaba en cada final de etapa dentro de un camerino que preparaban los enviados especiales de Telecinco. También producción los acompañaba y eso que la realización corría a cargo de la cadena italiana. "En eso hemos ido a peor. Estar en el terreno lo cambia todo. Las empresas cada vez gastan menos y están ajustando en lo que yo creo que no deberían hacerlo. El espectador no es tonto y el producto hay que cuidarlo" defiende el narrador vizcáino.
Quien sí se quedaba en Madrid era el realizador, Tacho de la Calle. La carrera se empezaba a contar hora y media antes del desenlace y en algunos días clave desde casi el inicio. Esto es algo que ahora estamos acostumbrados a ver, pero dedicar en aquel momento tres, cuatro o cinco horas al ciclismo era impactante. Si Jaime Ugarte narró las ediciones del 93 y el 94, fue Antonio Lobato quien narró lo del 95 antes de su impacto brutal con la Fórmula 1 en 2004.
Era la Telecinco de Las Mama Chicho, de Gil en el Jacuzzi, Emilio Aragón en zapatillas y Carmen Sevilla vendiendo el Telecupón, pero también fue la cadena del Giro. Con sus pros y sus contras, contribuyó a poner en el foco al ciclismo y a generar conversación. En líneas generales, el gremio defiende aquella apuesta como un impulso a un deporte que demanda cariño. Televisivamente fue curioso unir a una cadena transgresora con un deporte tradicional, dos mundos que se entrecruzaron para contar una historia colorida que necesitó de la pasión de quienes lo contaron y de los millones que lo siguieron por la pantalla 'amiga'.