Así es Joshua Tarling, el niño de oro que ya arrasa a Evenepoel y Van Aert: "Tiene una cabeza privilegiada"
Con solo 19 años, el galés se ha proclamado campeón de Europa y bronce mundial en la prueba de contrarreloj. El pasado domingo tumbó a Remco en Le Chrono des Nations.

En Gales, el rugby es religión. Entendible si tenemos en cuenta el palmarés de un país que presume de 32 títulos en el Seis Naciones, el legendario torneo del que son fundadores junto a Inglaterra, Escocia e Irlanda. Esa devoción desmedida por el óvalo solo ha quedado relegada en contadas ocasiones, y siempre con el fútbol de por medio. Primero fue Ryan Giggs, estrella del Manchester United a comienzos de siglo. Después, Gareth Bale, figura del Real Madrid en las Champions más recientes. Más allá de eso, hay que rebuscar mucho para ilusionar a un país obsesionado con sus Red Dragons. Hasta ahora.
En Aberaeron, pueblito pesquero a orillas del canal de San Jorge, un pálido larguirucho con cara de niño está sacudiendo, sobre ruedas, los cimientos de un país. Su nombre es Joshua Tarling. Su mérito, arrasar a todo el que se pone por delante en la prueba de contrarreloj. Con 19 años, Josh, como le llaman quienes le conocen, se acaba de proclamar campeón de Europa de la disciplina endosándole casi un minuto a toda una superestrella como Wout van Aert, especialista en la disciplina. Poco antes, en agosto, Tarling ya fue bronce mundial contra el crono, solo superado por la fuerza bruta de Filippo Ganna y Remco Evenepoel, a quien, eso sí, derrotó este domingo en Le Chrono des Nations, fin de fiesta de la temporada ciclista en Francia.
"Si quiero ganarle, tendré que pulir los detalles y trabajar mucho y muy duro", advirtió tras la derrota Evenepoel, también joven, pero asentado en el circuito profesional desde mucho antes de que Tarling tan siquiera soñara con vencerle. "Él y Ganna son ahora mismo quienes tienen el verdadero poder en la contrarreloj".

"Es una persona con una determinación mental asombrosa", reconoce por videollamada Michael Tarling, padre de la criatura y exciclista que, cómo no, colecciona todos los maillots y trofeos logrados por su hijo. "El año pasado tuvo caídas feas, se rompió las costillas en enero, en el velódromo, y estuvo fuera por un tiempo, pero cuando regresó ganó dos campeonatos nacionales senior siendo todavía junior, algo que solo había logrado Tom Pidcock".
A su vera, su mujer, Dawn, pianista de profesión, sonríe con la mirada y presume, orgullosa, de un pequeñín que ya se eleva hasta los 194 centímetros. "Es un chico dulce y entrañable, alguien sin ningún tipo de ego", indica al otro lado de la pantalla, conocedora del carácter de un chico que, lejos de caer en individualidades, siempre enuncia la primera persona del plural. "Aunque ganara todos estos maillots que tenemos detrás, siempre me suplicaba que no llevara nada al colegio. Le daba mucha vergüenza".
Ambos coinciden en que su hijo, el mayor de dos hermanos —Finlay, dos años menor y también ciclista, ya apunta maneras—, también tiene una vena testaruda. "A veces esa terquedad hace que sea un poco idiota", bromea Michael. "Pero es algo que le ayuda a superar los entrenamientos y los momentos más difíciles. Si tiene un objetivo, va a por él con una concentración asombrosa, y siempre que le derriban vuelve más fuerte".
Lamentablemente, ejemplos no faltan. "Justo el día después de que ganara esos dos campeonatos senior en pista, estaba entrenando aquí y lo atropelló una camioneta. Perdió un montón de piel y tuvo una conmoción cerebral ciertamente desagradable", cuenta su madre. "Aunque se dedique al ciclismo de manera profesional, claro que tenemos miedo. ¡Pánico, incluso! Como cualquier madre o padre cuando su hijo sale a la carretera, vaya".
No obstante, Josh, que de pequeño probó todo tipo de deportes —natación, karate, atletismo e incluso rugby—, pronto vio muy claro su futuro. "Él creció viniendo a mis carreras y enseguida quiso probar", recuerda Michael, antes de dar paso a su mujer. "Encontramos un club para niños a poco más de una hora de casa (Towy Riders), le llevamos y le encantó. Muy pronto la bicicleta se convirtió en su happy place. En su lugar seguro, donde siempre quería estar".
Las redes de Ineos, Andorra y un objetivo para 2024
Con solo 18 años, Tarling fichó por Ineos, antiguo equipo Sky, una de las estructuras más potentes del pelotón internacional. Allí, el joven se convirtió muy pronto en el alumno aventajado de Geraint Thomas, también galés y profesional desde antes de que el propio Josh supiera montar en bicicleta. "Es una locura cada vez que lo pensamos", dicen sus padres. "Cuando Geraint ganó el Tour de Francia, en 2018, fuimos a recibirle al castillo de Cardiff junto a miles de personas. Ahora, mi hijo y él son compañeros".
En su primer año con los mayores, ese en el que, aún con el acné propio de la pubertad, se ha esmerado en cuidar la alimentación y controlar los excesos, Tarling se ha proclamado campeón de Europa absoluto de contrarreloj, disciplina en la que también logró la medalla de bronce en los Campeonatos del Mundo de Glasgow. Pero hay más. En un curso repleto de primeras veces, con pruebas de fogueo en vueltas menores y en las clásicas más legendarias del calendario, el galés ha despuntado con una regularidad asombrosa, subiéndose al podio en todas las contrarrelojes que ha disputado como profesional: 2º, 1º, 2º, 3º, 1º y 1º.
"Este año ha sido una locura", confiesan sus padres, que no pueden ocultar la sonrisa al otro lado de la pantalla. "Esperábamos que fuera bueno, sí, pero no tanto. Todavía nos sigue chocando mucho que haya cámaras a su alrededor o que los aficionados le pidan fotos. Para nosotros sigue siendo Josh, el pequeño grandullón que se tiraba en el sofá de casa".
Lo que no todos saben es que, antes de debutar como profesional, Tarling voló del nido y se mudó a Andorra. "Tenía muy claro que quería ir allí en cuanto tuviera la ocasión, para entrenar con la gente de Ineos y sin tantas lluvias como en Gales", señalan sus padres. Allí, entre puertos de montaña, Josh entrena como compite, con tres grandes anillos en sus manos. "Los lleva siempre con él", dice su madre. "Le regalamos uno cuando terminó el colegio, otro se lo compró su abuela y el último fue un regalo de Grace, su novia".
"Creo que este año ha consistido en que Ineos descubriera qué tipo de corredor es y cómo lidia con ciertas situaciones", asegura Dawn. "El año que viene", añade Michael, "aunque suene surrealista teniendo en cuenta que solo tendrá 20 años, el gran objetivo será la contrarreloj de los Juegos Olímpicos. Más allá de eso, seguro que después de un gran año fogueándose en muchísimas carreras, creo que el equipo tendrá un plan más estructurado para él. Creemos que en Ineos ya saben lo que tienen con Josh". Y seguro, se están frotando las manos.