LA VUELTA

Jason Osborne, el remero de Alpecin-Deceuninck: "Entrenar en casa no me sirve de nada"

Tras colgarse una plata olímpica en Tokio, el alemán decidió cambiar de deporte y convertirse en ciclista profesional. La Vuelta está siendo su primera ronda de tres semanas.

Jason Osborne tirando del pelotón en La Vuelta. /ALPECIN-DECEUNINCK / PHOTONEWS
Jason Osborne tirando del pelotón en La Vuelta. ALPECIN-DECEUNINCK / PHOTONEWS
Fran Reyes

Fran Reyes

En la segunda semana de La Vuelta, Jason Osborne estaba tan pendiente de la gran ronda española, su primera prueba de tres semanas, como del Campeonato del Mundo de Remo que se disputaba en Belgrado. "Estoy deseando que le vaya bien a mi antigua pareja, Jonathan Rommelmann". Junto a él fue medallista de plata de doble scull ligero en Tokio, justo antes de convertirse en ciclista profesional. "Echo un poco de menos el ambiente y la comunidad del remo", reconoce el alemán. "Pero no me equivoqué cuando decidí cambiar de deporte".

La inquietud por el ciclismo ha habitado desde hace años dentro de Jason Osborne (1994, Mainz). "He montado en bici durante casi toda mi trayectoria como remero", explica a Relevo. "Era mi forma de entrenar la resistencia. Me gustaba y dentro de mí existía el deseo de cambiar de deporte. El problema era que quería conseguir una medalla olímpica en remo antes de abandonar ese deporte. Una vez me colgué la plata en Tokio, ya sí podía centrarme en el ciclismo. Me ha quedado pendiente conseguir una medalla de oro, sí, pero he alcanzado el 98% de los logros que se puede conseguir en el remo. Llevaba desde los 10 años remando… Era suficiente".

En diciembre de 2020, mucho antes de abandonar el bote, Obsorne demostró su potencial físico para el ciclismo alzándose como primer campeón del mundo de ciclismo virtual. Esto le granjeó el interés de varios equipos de primer nivel. Él eligió estrenarse en la competición con el Quick Step de Patrick Lefevere. "No fue la mejor manera de debutar", reconoce. "Aunque llevara conmigo la capacidad de rendir como un ciclista profesional, eso no quería decir que yo fuera capaz de ejercer como tal en una carrera". Después de ocho días de competición, fue descartado.

Sin embargo, unos meses más tarde la puerta del pelotón profesional se volvió a abrir con Alpecin-Deceuninck. Una primera temporada de adaptación con el filial Continental; una segunda, la presente, ya en el WorldTour. "Aprendo muchísimo en cada carrera. Necesito crecer en la parte técnica. Siento que no me sirve para nada entrenar en casa; que necesito competir para salir de mi zona de confort; verme en un descenso, rodeado de otros ciclistas, y bajar a toda velocidad confiando en que todos saben hacerlo igual o mejor que yo".

Hasta ahora, en la vida ciclista de Osborne ha habido cal y arena. Este verano, por ejemplo, fue capaz de ser 2º en la Vuelta a Austria y de estar hasta el final en la disputa de la Clásica de San Sebastián (16º). "He demostrado que me van bien las carreras rompepiernas, y que dispongo de 'punch' para los repechos". Sin embargo, las carencias técnicas le siguen pesando. El año pasado, en el Tour de Leuven, sufrió una dura caída que casi le cuesta un ojo. "Me fui contra una alambrada de espino. Tuve suerte de llevar puestas las gafas en ese momento…"

"Simplemente, le faltan las cosas que la mayoría de ciclistas aprenden con 14 ó 15 años", resumen desde el cuerpo técnico de Alpecin-Deceuninck. "Gracias al remo es un deportista muy completo, desde las piernas hasta el tren superior. Tiene los números necesarios para ser un gran ciclista. Sin embargo, debe aprender a gestionar las carreras". Completa la evaluación Preben Van Hecke, su director en esta Vuelta: "Le queda mucho. Después de todo, estos son sus primeros años como profesional de la bici. Pero sí, tiene el cuerpo y la mentalidad necesarios para hacerse corredor".

En el argot del ciclismo, "remar" es tirar de un grupo durante kilómetros y kilómetros; especialmente, en etapas llanas. Osborne, paradójicamente, ha consagrado la mayor parte de su Vuelta a remar para su coequipier Kaden Groves, siendo un importante engranaje de la máquina de ganar sprints de Alpecin-Deceuninck. "Mi rendimiento es cada vez más estable", se felicita, "y espero seguir en esa línea". Hasta dónde llegará es una pregunta de difícil respuesta. Por lo pronto, puede congratularse de encarnar una de las trayectorias más singulares del deporte de élite. En cuanto a Rommelmann, por cierto, se quedó a las puertas de otra medalla en el doble scull en Belgrado.