CICLISMO

La locura del calendario ciclista obliga a la desconexión del pelotón: "Yo no he visto ni una carrera este año"

La acumulación de Clásicas en la primavera belga exige a los profesionales largas concentraciones en un cuartel general.

El Movistar Team, en la presentación del Tour de Flandes 2025. /SPRINT CYCLING AGENCY / MOVISTAR TEAM
El Movistar Team, en la presentación del Tour de Flandes 2025. SPRINT CYCLING AGENCY / MOVISTAR TEAM
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

"Salir, beber, el rollo de siempre...", cantaba el grupo Extremoduro a comienzos de los años 2000. Pero hay otra versión, antagónica a esta, la que abrazan los deportistas profesionales, cuidándose en muchos casos hasta el extremo en un bucle infinito de entrenamientos, concentraciones y competición. Una espiral en la que la palabra desconexión no siempre tiene cabida.

Inmersos en la temporada de Clásicas de primavera, han estado concentrados durante tres semanas en un hotel una decena de corredores de Movistar. El líder del cuadro telefónico en esta parte de la campaña es Iván García Cortina, que desde hace años repite su rutina en esta estación recluido en un cuartel general en Bélgica, normalmente en la zona de Brujas. Ahí es cuando recita su particular estribillo.

"Al final estás dos o tres semanas enteras en un hotel y lo único que haces es desayunar, entrenar, comer, dormir la siesta, masaje, cenar y vuelta a repetir...", enfatiza el carismático ciclista asturiano. "Corres un día, descansas uno; corres un día, descansas dos; corres un día, descansas tres. Todo muy concentrado", dice un hombre que el pasado domingo participó en el Tour de Flandes, con el mejor resultado de su vida, y el próximo saldrá en la París-Roubaix, el Monumento con el que pondrá colofón a un sinfín de carreras.

Cortina, que se ha ido tres días a casa antes de la batalla final del pavés, insta a sus compañeros de equipo y de pelotón a hacer cosas diferentes, que no te puedes permitir en una Gran Vuelta de tres semanas, donde la desconexión es casi nula porque "corres todos los días, la rutina es diferente". En la campaña de Clásicas, "entrenas como mucho una hora y media los días de descanso y tienes muchas horas libres". Por tanto, "hay que cambiar un poco el chip". Como "ir un día de visita al centro de Brujas y echar un café", ejemplifica. "Si no, dos o tres semanas en un hotel se hacen muy largas". Su compañero Albert Torres lo refrenda: "Las sobremesas son clave, el poder jugar un billar con los compañeros... Todo eso es fundamental para la desconexión".

Hay muchos corredores que se refugian en sus familias y mascotas, sobre todos belgas, franceses y holandeses, que tienen sus casas cerca, como Jasper Philipsen o Mathieu van der Poel. Otros, se tienen que conformar con un rato de asueto con sus compañeros. Por ello, el buen ambiente es esencial en los equipos. "Al final hay que construir un buen grupo, como tenemos, y hacer cosas que sólo puedes hacer en esta parte del año, que me encanta", explica un Cortina que sabe que cada día es una película nueva. "Una te sale bien, en otra te retiras, otra ni fu ni fa, otra vuelve a salir bien, pero esto son las Clásicas. Los que no fallan nunca y siempre están ahí son muy pocos. No se puede hacer de lo extraordinario la regla".

Oier Lazkano, que cuajó una brillante campaña de Clásicas en 2024, sabe que la exigencia va en aumento tras su fichaje por el cuadro alemán Bora, procedente de Movistar. El vasco está en plena adaptación a su nueva escuadra: "Año a año, me conozco más, sé interpretar mejor las carreras, pero siempre aprendo algo diferente", decía a Relevo en la previa de la E3 un corredor al que no le salieron bien las pruebas sucesivas. Cuando se le pregunta por Tom Boonen y su primer triunfo en el Tour de Flandes en 2005, un año mágico para el legendario clasicómano flamenco, Lazkano se queda perplejo. "Yo no he visto ni una carrera este año, como para ver las de hace 20 años", zanja un joven leído al que le gusta cultivar otras facetas más allá de la bicicleta. La razón parece obvia, pero no para todos: "Claro, desconexión".

Albert Torres, un referente de la pista, además de correr en ruta con Movistar, sí es de los que logra conciliar su vida familiar con su pasión por el ciclismo. Su experiencia le permite sacar tiempo para todo. "Yo sigo mucho las carreras: en resultados, resúmenes, redes sociales... Me gusta mucho esto", reconoce. Tras su caída en los Juegos de París y la fractura de clavícula en el arranque de esta campaña, el balear ya está recuperado para ayudar a sus compañeros telefónicos en la compleja misión de las Clásicas de pavés, cuyo éxtasis será en Roubaix este domingo, en una cita marcada por el histórico duelo entre Tadej Pogacar y Mathieu van der Poel.

En materia de desconexión, la psicóloga de Lidl-Trek, Elisabetta Borgia, otrora campeona italiana de ciclocrós, destacaba en una entrevista en Rouleur una diferencia en función de si se trata de hombres o mujeres: "A los primeros les resulta menos difícil encontrar el equilibrio y balancear varios aspectos al mismo tiempo. Las mujeres, en cambio, cuando están realmente centradas son, entre comillas, fundamentalistas. Es decir, consiguen alcanzar un nivel de rigor y diligencia que les lleva, en ocasiones, a ir más allá, a estar demasiado centradas y eliminar todo lo demás. A largo plazo, esto también se convierte en una carga".

En el ciclismo masculino, los aficionados recuerdan los casos del laureado esprínter alemán Marcel Kittel, ganador de 14 etapas en el Tour de Francia, que no pudo con más sobrecarga mental en 2019, el año de su retirada. O del neerlandés Tom Dumoulin, dueño de la maglia rosa del Giro d'Italia 2017, que dos años más tarde que Kittel, tras una pausa y un regreso, dijo basta y se fue a recorrer el mundo con una mochila. Su entrevista en Relevo en noviembre de 2022 con el periodista Fran Reyes debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas de ciclismo.

Como subraya Borgia, también psicóloga de la Federación Italiana, "los deportistas de alto nivel presentan mayores problemas psicológicos que la media de personas" que no pertenecen a esta categoría. Por ello, es fundamental rodearse de profesionales y afrontar la realidad: "La mayor dificultad es ayudar a los deportistas a encontrar un equilibrio que sea real y que se pueda llevar a cabo a lo largo del tiempo sin sentirse culpables".

En busca de ese equilibrio, lejos de sus familias, han estado dos centenares de ciclistas profesionales recluidos en hoteles en Bélgica. La última porción de gloria espera, tras los adoquines traicioneros de Roubaix, a un puñado de elegidos, cuyos nombres recitan de memoria los aficionados en los últimos años. El resto de humanos tendrá que conformarse con los puestos de honor. Sin embargo, el desafío de la desconexión no entiende de héroes ni de victorias. Al otro hombre del mazo, el de la salud mental, también hay que vigilarlo de cerca.