CICLISMO

La mística incógnita de Mark Padun, el ciclista "hijo de Dios" para quien comer es un trabajo

Sus arrolladoras victorias en el Critérium du Dauphiné del año pasado fueron puestas en duda dentro del pelotón. El ucraniano, en cambio, está convencido de que "no fueron un milagro".

Mark Padun rueda por delante de la iglesia de la Madonna del Ghisallo, tierra santa para los ciclistas, durante la pasada edición de Il Lombardia. /GETTY IMAGES
Mark Padun rueda por delante de la iglesia de la Madonna del Ghisallo, tierra santa para los ciclistas, durante la pasada edición de Il Lombardia. GETTY IMAGES
Fran Reyes

Fran Reyes

En pocos deportes y pocos contextos se puede imaginar que el mayor éxito de la carrera de una persona sea calificado por el patrón de un equipo rival como "grosero". Pocas veces leemos que un triunfo es "una absoluta vergüenza". Casi nunca será tan zahiriente calificar al vencedor como "un desconocido". Eso tuvo que vivir Mark Padun (1996, Donetsk) después de ganar de forma consecutiva los dos finales en alto del Critérium du Dauphiné en 2021.

Juzgar es una atrocidad. La posición de superioridad (ética, intelectual, humana) que asumimos las personas para valorar de forma taxativa un hecho, un lugar o (peor aún) otras personas suele ser infundada. Los criterios son, normalmente, debatibles. Los hechos, parciales. Los resultados y consecuencias de un juicio negativo, execrables.

Retrato de Mark Padun tras una etapa de la pasada Vuelta a Polonia.  GETTY IMAGES
Retrato de Mark Padun tras una etapa de la pasada Vuelta a Polonia. GETTY IMAGES

Nos sentamos con Padun en el segundo día de descanso de la pasada Vuelta a España para una conversación relajada, junto a la majestuosa piscina de un hotel situado en los alrededores del Circuito de Jerez. La fatiga se deja sentir al inicio de la conversación: todos llevamos mucho tiempo lejos de nuestro hogar, y estar fuera de la habitación nos supone un esfuerzo supremo. El tono de voz del protagonista es quedo, pero las respuestas van ganando en exuberancia conforme discurre la conversación hasta que ésta adquiere el tono eléctrico de la ropa de su equipo, EF Education-EasyPost. Su historia se compone con las mismas luces y sombras que cualquier otra. Él, como tantos humanos desde hace tantos siglos, la vive desde la fe.

De Ucrania a Italia… y Andorra

Cuando tenía 14 años, Mark Padun dejó Donetsk y se desplazó a Kiev para integrarse en una escuela de alto rendimiento. "A 700 u 800 kilómetros de mi casa, más o menos". En su interior ya habitaba el deseo de ser ciclista profesional, y el lugar donde lo haría. "Siempre quise vivir en Italia", cuenta. "Desde que fui allí por primera vez comprendí que, si quería ser un gran ciclista, debía mudarme allí cuanto antes". Fue gracias a sus piernas y a Serhi Matveyev, medallista olímpico en Sidney 2000 y seleccionar nacional juvenil ucraniano en aquella época, que consiguió pasar la mitad de su primera temporada sub23 en el Team Palazzago. Y de ahí, a Colpack.

Colpack es una productora de bolsas de basura y material para reciclaje que sufraga uno de los mejores equipos ciclistas de formación que existen. Por él han pasado en la última década Giulio Ciccone, ganador de tres etapas en el Giro d'Italia y maillot amarillo del Tour de Francia; Filippo Ganna, coleccionista de récords en la pista (Récord de la Hora y también en persecución individual y por equipos) y doble campeón del mundo contrarreloj en la ruta; o el 'talentino' español Juan Ayuso, podio en la pasada Vuelta con sólo 19 años.

Mark Padun, durante una etapa de la pasada Vuelta a España.  GETTY IMAGES
Mark Padun, durante una etapa de la pasada Vuelta a España. GETTY IMAGES

"Colpack fue y es una familia para mí", explica Padun. "Uno de los directores, Antonio Bevilacqua, me prestó su propio piso para que viviera en él durante la temporada y me ha estado ayudando a poner en regla mis papeles incluso siendo ya profesional. Fue una época bellísima de mi vida. Percibía un buen salario, disponía de billetes de avión para visitar a mi familia tres o cuatro veces al año, me echaban una mano con la documentación… y eso, que es lo más básico, en otros equipos no se da. Al principio se portaban tan bien que me olía mal; creía que me la iban a jugar tarde o temprano. Pero no. Siempre me trataron así, y hoy día, cinco años después de mi salida del equipo, seguimos en contacto".

Durante sus primeros años como profesional en el seno del equipo Bahrain Victorious, Padun vivió a las afueras de Bérgamo, cerca de su nodriza Colpack. Ahora mismo reside en Andorra y pasa épocas del año en Vicenza, al amparo de la leyenda del ciclismo ucraniano Serhiy Honchar y al lado de su compatriota Andrii Ponomar, joven campeón nacional de su país que en abril de este año logró traer a parte de su familia a Italia para escapar de la guerra.

Del sufrimiento al éxito… y la sospecha

La vida deportiva de Padun ha estado plagada de avatares. Tras ser uno de los sub23 más brillantes de su generación, en el profesionalismo está pagando con creces su principal carencia: el control del peso, esencial en un escalador. "Es una cuestión cultural, de madurez y de conocimientos", explica Juanma Gárate, su actual director en EF Education-EasyPost. "Cuando no sabes, pruebas. Y, si te va bien, te crees que es lo correcto… pero igual no lo es. Él todavía tiene que aprender cuáles son los secretos de la nutrición. Es un tío muy radical y hace cosas muy extremas; necesita encontrar el equilibrio. Que no sea 'on' y 'off', sino buscar algo que le pueda mantener estable mentalmente y, como consecuencia, en su peso".

"Al Critérium du Dauphiné del año pasado llegué directo de una concentración en altura y de dos meses siguiendo una dieta súper estricta, basada en proteínas, para perder peso", rememora Padun sobre su gran éxito. "No hice ningún período de transición para adaptarme al nivel del mar, ni a la dieta de competición, y las primeras cuatro etapas fueron terribles. Después pasé a sentirme mejor… y el fin de semana fue extraordinario". En la séptima etapa, Padun atacó a ocho kilómetros de meta para dejar atrás a Sepp Kuss, Enric Mas y Richie Porte e imponerse en La Plagne. En la octava se filtró en la fuga para, en la parte final, batir por minuto y medio a quien un mes más tarde acabaría segundo del Tour de Francia, Jonas Vingegaard. "Pasé del mayor sufrimiento que he experimentado en el ciclismo profesional al mayor éxito en sólo una semana", cierra su relato Padun. 

Mark Padun celebra uno de sus triunfos en el Critérium du Dauphiné 2021.  GETTY IMAGES
Mark Padun celebra uno de sus triunfos en el Critérium du Dauphiné 2021. GETTY IMAGES

Fue entonces que vinieron los juicios ajenos, extendidos en los mentideros y replicados para la posteridad en un infausto artículo de Le Parisien. Tal fue la presión, y tan endeble la entente entre el corredor y su equipo, que acabó quedándose fuera de la alineación para el Tour pese a ser el ciclista más en forma de Bahrain Victorious. "El día que me llamaron para decirme que no corría el Tour, estaba haciendo una sesión de 200 kilómetros", contó el ucraniano en L'Équipe. "Hice dos paradas por el camino. En la primera, me comí una pizza. En la segunda, una tarta. Y desde ese momento, pese a tener un año más de contrato, me puse a buscar equipo".

La fe

¿Cómo vivió Padun los juicios ajenos? "Por un lado, fue enervante y decepcionante ver cómo la gente no podía creerse lo mucho que había trabajado para llegar a ese nivel. Por otro, me di cuenta de que Dios me ha concedido un talento tan enorme que las demás personas no logran creérselo, y piensan que me estoy metiendo algo para andar así de fuerte. Eso exalta mi fe en Dios. Si a veces yo mismo no me creo lo que soy capaz de hacer, ¿qué puedo esperar de los demás?"

Mark Padun en el podio tras una de sus victorias en el Critérium du Dauphiné.  GETTY IMAGES
Mark Padun en el podio tras una de sus victorias en el Critérium du Dauphiné. GETTY IMAGES

La relación de Mark Padun con Dios es intensa. "Rezo más de una vez al día, pero no te voy a decir cuántas, ni cuándo. Es algo muy personal". En su 'bio' de Instagram se define como "Son of God" ('Hijo de Dios'). Siempre celebra las victorias con una mano sobre el pecho y la otra apuntando al cielo. En un mundo cada vez más ajeno a cualquier tipo de credo que no sea el capitalismo, él se atreve a ir contracorriente. "De alguna manera, fue Dios quien depositó el sueño de ser ciclista dentro de mí. Creo firmemente en que Él está conmigo, y que me guía. No sé qué va a pasar después, pero sí que deseaba estar aquí y lo he conseguido". Místico.

De las dudas al futuro… y la guerra

"El jefe de rendimiento del equipo me llamó para decirme que Mark Padun había roto todos sus modelos matemáticos en el Dauphiné". Así entró el ciclista ucraniano en el radar de Jonathan Vaughters, mánager del equipo EF Education-EasyPost, según contó él mismo en una prolija entrevista con Cyclingnews. "Investigué a fondo su pasaporte biológico. Su representante y él no me mandaron los archivos exportados, como suele ocurrir, sino que directamente me dieron el usuario y contraseña de la cuenta de Mark en el sistema antidopaje y pude mirar todos los números de arriba a abajo". Y todavía quedaba una prueba de fuego antes de ficharle. "Le llamé un día y le dije que a la mañana siguiente se plantara en la Toscana para hacerse unos tests. El resultado fue el mayor VO2 Max bruto [capacidad pulmonar] que he visto en los 30 años que llevo en el ciclismo". Aquella misma tarde, Vaughters redactó el contrato de Padun.

Mark Padun, durante una etapa de la pasada Vuelta a España.  GETTY IMAGES
Mark Padun, durante una etapa de la pasada Vuelta a España. GETTY IMAGES

Su primera temporada en el seno del conjunto estadounidense no ha sido sencilla. "Ha tenido bastantes altibajos", asevera Gárate. "Empezó muy bien, ganando la crono de O Gran Camiño. Nunca había disputado una crono buscando resultado, y logró ganar. Salió muy motivado de allí". Justo después de ese debut estalló la guerra en su país y llegaron las dificultades. Problemas físicos. Problemas para controlar su peso. "El nutricionista y yo llevamos el control de todo lo que como", explicó Padun en The Cycling Podcast. "Me resulta muy difícil, pero da resultado y eso me motiva. No disfruto de comer como lo hacía antes; comer para mí es un trabajo. Pero, mientras así consiga disfrutar más de la bicicleta, continuaré haciéndolo". Y el mayor problema de todos, claro: la guerra. "Me ha afectado. La llevo en mente, y estoy constantemente buscando noticias y preguntando a mis seres queridos cómo están. Espero que acabe pronto". Por suerte para Padun, sus padres viven desde hace años en Seattle, lejos del conflicto bélico.

Mark Padun, durante el Giro dell'Emilia.  GETTY IMAGES
Mark Padun, durante el Giro dell'Emilia. GETTY IMAGES

¿Cómo se imagina Mark Padun su vida deportiva de aquí en adelante? "Quiero conseguir triunfos", afirma. "Este año he aprendido que debo trabajar siempre al 100%, y para eso debo también descansar al 100%. Viendo lo que he mejorado ya tengo una idea de qué objetivos quiero alcanzar, pero prefiero no contárselos al mundo en este momento". Para Gárate, todo dependerá "de si él encuentra la estabilidad emocional y consigue aprender a ejercer el oficio de manera constante y sin que le suponga un esfuerzo extremo" porque "sin duda es un ciclista especial". Trascendiendo a su fe, Padun cierra la entrevista con una frase lapidaria: "Sé que lo que hice en el Dauphiné no fue un simple milagro".