CICLISMO ARTÍSTICO

Os presentamos el ciclismo artístico: "No existe un deporte igual"

Relevo vive un entrenamiento de una disciplina a medio camino entre la gimnasia y el baile con la Selección española, en la que figura el segundo mejor especialista del mundo, Emilio Arellano.

Emilio Arellano, durante su entrenamiento previo a los Súper Mundiales de Glasgow. /RELEVO / FRAN REYES
Emilio Arellano, durante su entrenamiento previo a los Súper Mundiales de Glasgow. RELEVO / FRAN REYES
Fran Reyes

Fran Reyes

Glasgow. - La gran belleza del Súper Mundial de Ciclismo de Glasgow radica en que, mezcladas con las disciplinas reinas de carretera, pista y mountain bike, conviven otras menos conocidas como el BMX, el Trial o el ciclismo paralímpico. En el mismo Emirates Arena donde se batieron los ases del velódromo se disputa desde hoy viernes el ciclismo indoor, modalidad que engloba dos deportes muy particulares: el cycleball, un alucinante fútbol en bicicleta, y el ciclismo artístico, una competición de acrobacias en bicis de piñón fijo en el cual España es toda una potencia mundial.

"No existe un deporte igual", nos explica José Arellano (1972, Öhringen - Alemania). Sus raíces sevillanas provocan una curiosa mezcla de acentos en su habla: pronuncia 'furbo', como en cualquier barrio andaluz, y su tono es marcadamente germano hasta el punto de que le cuesta manejar el léxico español al expresarse. "Éste es un deporte popular en Alemania y el centro de Europa, aunque cada vez va llegando a más partes del mundo". Durante la sesión de entrenamiento a la que asiste Relevo, podemos ver deportistas de Austria, Hungría ó Suiza; pero también de Perú, Hong Kong ó Italia. "Todo son países relacionados con Alemania, o con inmigrantes allí".

José Arellano llegó al ciclismo artístico por "cuestión de suerte". "Cuando era chico me gustaba montar en bici y, de un día para otro, me apunté a un club. Empecé por gusto y acabé dejando el 'furbo' para quedarme con el ciclismo". Acabó participando en 14 Mundiales, colgándose dos platas y tres bronces. Su pasión ha sido heredada por su hijo Emilio Arellano (2002, Öhringen), segundo mejor especialista del mundo en el ránking UCI y dos veces bronce en los Campeonatos del Mundo en modalidad individual. Pese a manejar un español muy rudimentario, compite de rojigualda "para mantener la tradición de mi padre". Completa la selección Daniel Andrés (1991, Bad Soden am Taunus - Alemania), de raíces asturianas.

¿En qué consiste, pues, el ciclismo artístico? "Es una combinación de deportes muy variada", explica Daniel. "Necesitas equilibrio, mucha fuerza y mucha precisión para hacer acrobacias en el manillar, en el sillín, sobre una rueda…" Existe un rango de 200 figuras posibles. La competición consiste en realizar 30 en 5 minutos. "Cada figura es valorada individualmente en función de su dificultad. Comunicas a los jueces cuáles vas a hacer y sumas puntos por cada una que haces bien".

A diferencia de modalidades equiparables como la gimnasia artística o la natación sincronizada, el componente expresivo es secundario respecto a la precisión. Hay que clavar las figuras: no cuenta la sonrisa, no existe la improvisación ni el dejarse llevar por la pasión. "Es un deporte difícil de comparar con otros", remacha José Arellano. "Se parece al BMX Freestyle o la gimnasia; y, en la modalidad de parejas, es una suerte de baile".

Daniel Andrés, durante un entrenamiento de ciclismo artístico.  RELEVO / FRAN REYES
Daniel Andrés, durante un entrenamiento de ciclismo artístico. RELEVO / FRAN REYES

La preparación es una historia en sí misma. "Consiste básicamente en aprender y perfeccionar acrobacias", evoca Daniel. "Al principio te ayudas de cuerdas; luego, poco a poco, prescindes de ellas y haces las figuras por ti mismo". Él lleva más de dos décadas practicando junto a su madre, que es entrenadora de este deporte; Emilio, por su parte, empezó con sólo 4 años. "El entrenamiento es una mezcla de fuerza en el gimnasio y técnica sobre la bicicleta", comenta. "Sólo hago bici de carretera o mountain bike cuando estamos fuera de temporada; simplemente, por divertirme".

Los momentos previos al entrenamiento o la competición son todo un ritual. Los deportistas, plásticos, se estiran sobre el suelo; muchos, con los ojos cerrados. "Se meten en una especie de túnel", apunta José. De ahí emergen convertidos en auténticos artistas ajenos a la gravedad, capaces de hacer figuras imposibles. "Nadie gana dinero con esto; somos todos amateur". Es comprensible: resulta fácil caer enamorado de la gracilidad única de fundirse con una sencilla bicicleta de piñón fijo, erigirla vertical y danzar sobre ella.