El pelotón del Tour de Francia entra en pánico con el covid y el uso de antibióticos: "Te dejan muerto"
Una serie de enfermedades, entre ellas la COVID-19, campean en la caravana de la Grande Boucle cuando nos aproximamos a las etapas decisivas.

Mientras el pelotón se encabrita en el repecho, el ciclista enfermo se queda clavado en sus rampas. La manada se aleja de él como lo haría de un semental ajado que claudica mientras cabecea: "No, no, no". Le han abandonado sus semejantes tanto como le han abandonado sus fuerzas, prisioneras de una infección que seguramente le ha pasado un colega del pelotón, un compañero de equipo: tal vez la misma persona con la que duerme, compartiendo sueños y temores en cada víspera de batalla. Y él, impotente, abandona.
El Tour de Francia ha perdido diez ciclistas en sólo dos días. Michael Morkov (Astana Qazaqstan) se retiró por Covid-19; su compañero Yevgeni Fedorov llegó ayer fuera de control, que es el término que indica que cruzó la meta más allá de un tiempo límite que se calcula según las características de la etapa y la velocidad a la cual se recorre. Con Fedorov llegaron dos hombres del Alpecin-Deceuninck de Jasper Philipsen, el caído Jonas Rickaert y el desfondado Soren Kragh Andersen; como Fedorov, acabó fuera de control un día antes Fred Wright (Bahrain Victorious) en Le Lioran. "He pasado el peor de mi vida", dijo el británico, enfermo como su coequipier Pello Bilbao, que se retiró mediada la etapa siguiente un año después de su gran victoria de etapa en Issoire; lo mismo que Ion Izagirre, y que su colega de Cofidis, Alexis Renard. Completan el parte de bajas Tim Declercq (Lidl-Trek), indispuesto, y Fabio Jakobsen (Team dsm-firmenich PostNL), sin piernas.
Diez bajas en total; ocho de ellas, de compañeros de equipo. Lo normal a estas alturas de gran vuelta, y más cuando (como en el Tour de Francia) el tiempo oscila entre el sol y la lluvia casi en cada etapa. Resulta muy difícil acertar con el abrigo, alimentarse bien y blindar los hábitos para mantenerse a salvo de una enfermedad que marre una carrera que se ha preparado durante meses o años. Cualquier invasor, sea virus o bacteria, se encuentra el frente despejado para conquistar el cuerpo que, bajo el dorsal, va limado al límite. Y, si al lado hay otro, el contagio es casi inevitable.
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Pello Bilbao no puede seguir tras los problemas físicos que viene sufriendo y echa el pie a tierra. #TourRTVE11jhttps://t.co/lAImyrNqr4 pic.twitter.com/Dx9poA0R0A
Ahí es cuando aparece la posibilidad de tomar medicinas que son armas de doble filo, por cuanto les pueden librar de males mayores o pueden precipitar su declive físico. Son los antibióticos: para el ciclista, un producto maldito. "En grandes vueltas, te dejan muerto", explica un corredor con una docena de rondas de tres semanas en las piernas. "Te los dan por precaución, pero casi nunca ayudan porque las infecciones más comunes son virales y no bacterianas", se queja uno de los ciclistas que pelean por el top10 del presente Tour de Francia. "En mi opinión, si realmente necesitas antibióticos, es que no estás en condiciones de competir".
"El sistema inmunitario del ciclista se debilita con el paso de los días de competición", tercia Matteo Beltemacchi, médico de Jayco-AlUla. "Por eso, cuando el ciclista contrae una infección viral, lo normal es que ésta venga acompañada de una bacteriana. El médico de familia espera tres días de fiebre antes de administrar el antibiótico. En el ciclismo, a mi parecer, no debes esperar tanto porque lo importante es prevenir que esa infección bacteriana haga daño a su organismo. El ciclista no acusará ingerir un antibiótico preventivo, siempre y cuando le des un protector gástrico y fermentos lácticos para reforzar la flora intestinal".
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Candid words from @fred_wright0 reflecting on his hardest day in his cycling career.
Fred battled for 200km on his own trying to make the time cut, but unfortunately missed out and will not start stage 12 @LeTour #RideAsOne pic.twitter.com/8M5J5IHKix
En esto último radica el quid de la cuestión. "Hay muchos tipos de antibióticos", explica Eder Etxeverria, médico del equipo EF Education-Easy Post. "En general, y simplificando, podemos decir que todos atacan tanto a los bichos 'malos' como a los 'buenos', y eso abarca la microbiota del sistema digestivo. Por eso hay algunos antibióticos que pueden llegar a provocar diarrea, con la consiguiente deshidratación y debilidad. Yo prefiero mantener la microbiota intacta, porque creo que es la mejor manera de que el sistema inmune responda y luche contra bacterias y virus. Sólo lo he aplicado en casos muy puntuales, como un catarro antes de una final olímpica".
El consenso general es evitar la meditación y apostar por una suplementación que ayude al cuerpo a defenderse por sí mismo de los ataques externos y por una prevención mediante buenos hábitos que eviten situaciones de estrés innecesarias al sistema inmunitario y propicien un sueño mejor y más reparador. En este Tour de Francia, el miedo a la enfermedad existe y se expresa en el retorno gradual de protocolos propios del Covid-19: mascarillas, viajes en vehículos separados, distancia social. Tras la victoria de Jonas Vingegaard en Le Lioran, los técnicos de Visma-Lease a Bike no se dejaban llevar por la euforia y saludaban a los ajenos con un choque de puños. Con los Pirineos a la vuelta de la esquina, saben que les puede ir el maillot amarillo en ello.