Pogacar se hunde en el barro y Van der Poel hace suya una París-Roubaix para el recuerdo
El neerlandés se lleva el premio gordo en el 'Infierno del Norte' tras una carrera plagada de caídas, pinchazos y ataques. El esloveno es segundo.

En la mañana encapotada de Compiègne, punto de partida de la 122ª edición de la París-Roubaix, a 259 kilómetros del velódromo más icónico del ciclismo mundial, todo giraba en torno a Tadej Pogacar. Pocos proyectaban sus análisis con otro nombre en la boca. Y resulta difícil culparlos, para qué engañar. Así se resume la grandeza de quien se ha empeñado en convertir lo anómalo en rutina.
El esloveno, maillot arcoíris esta vez con culote negro, guantes y ruedas más robustas de lo habitual, asomaba a los peligrosos adoquines del 'Infierno del Norte' con el ánimo de siempre. "Vengo a ganar". Así, sin más. Adiós a cualquier amago de farol. Nada de quitarse presión antes del debut más esperado de la última década —que se lo pregunten a Eddy Merckx—.
Pogacar sonreía desde bien temprano y cerca de él, Mathieu van der Poel, el gran favorito, campeón, ahí es nada, de las dos últimas ediciones y, por qué no decirlo, quizá el mejor clasicómano que jamás haya existido, no se achantaba. "Es bueno que Tadej esté aquí", comentaba el neerlandés en la salida. Y no hubo que esperar mucho para celebrarlo.
⚠️ Comienza la tortura y sube la tensión ⚠️
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Pogacar y Van der Poel ya están en cabeza de pelotón, caídas de Philipsen y Stuyven, pinchazo de Ganna...
¡Y todo esto en el primero de los 30 sectores de pavé! #ParisRoubaix pic.twitter.com/evWJyjPsNv
A más de 160 kilómetros de Roubaix, en el primero de los 30 tramos adoquinados que minaban el recorrido —más de 55 kilómetros en total—, todo saltó por los aires. Stuyven y Philipsen se fueron al suelo antes siquiera de tocar el pavé, Ganna pinchó y Van Aert se sofocaba en la cola del pelotón. Delante, cada vez más lejos del belga, Van der Poel no se despegaba de la rueda de Pogacar y el Lidl-Trek, equipo con más presencia en el grupo, imponía un ritmo infernal tras oler sangre.
La tensión, seguramente insostenible hasta la meta, parecía sosegarse camino al primer sector de cinco estrellas de la prueba, el temido Arenberg, pero Pogacar se anticipó a cualquier guion establecido y aceleró antes que nadie en Haveluy, sector anterior al bosque que cada primavera engulle bicicletas sin compasión.
Solo una veintena de ciclistas pudo seguir al esloveno, entre ellos, cómo no, Mathieu van der Poel, pero también Mads Pedersen e Iván García Cortina, que probó suerte antes de Arenberg. Superado el bosque, y fraguado el valeroso intento del asturiano, Van der Poel pasó al ataque y, como si de una estampida se tratase, dinamitó el grupo de favoritos para, por vez primera en mucho tiempo, llevar al límite al brillante maillot arcoíris.
Van der Poel tensa la cuerda.
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Pogacar aprieta los dientes.#ParisRoubaix pic.twitter.com/5FxXkLu489
Pogacar apretaba los dientes, buscaba aire y masajeaba sus gemelos tras responder a duras penas a la fuerza bruta del neerlandés, que dejó la cabeza en un quinteto que pronto se redujo a dúo. A ello influyó, claro, el fortuito pinchazo de Pedersen y la ambición desmedida del esloveno, que, recuperadas las fuerzas, volvió a acelerar a 70 de la conclusión para quedarse mano a mano con su némesis primaveral.
Reenganchó, sin embargo, Jasper Philipsen, que brindó el más difícil todavía para el ciclista más completo del planeta: un dos contra uno ante los ciclistas, ambos del Alpecin, que han copado las dos primeras posiciones de la París-Roubaix en las dos últimas ediciones.
Se firmó, no obstante, la aparente tregua hasta Mons-en-Pévèle, segundo —y penúltimo— tramo de cinco estrellas donde, parecía, las cartas quedarían al descubierto. Allí Pogacar, fino estilista, bote constante contra el pavé, volvió a demostrar que nada le intimida en el Infierno. Ni siquiera la mole de músculos inamovibles en la que parece convertirse Van der Poel cada vez que flota, y flota, y flota sobre el adoquín.
💥 CAÍDA DE TADEJ POGACAR
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El esloveno se va al suelo al pasarse en una curva en un tramo de pavé y Van der Poel se va en solitario hacia su tercera #ParisRoubaix seguida.
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La aceleración de ambos, intercambio constante, dejó por el camino a Philipsen y aumentó las probabilidades del esloveno en meta al cincuenta por ciento. Hasta entonces, no obstante, quedaban todavía más de 40 kilómetros y, lo que es peor, más de una decena de tramos adoquinados, entre ellos, el tortuoso Carrefour de l'Arbre, último sector de cinco estrellas.
Pero todo se rompió.
En Mérignies à Avelin, tramo adoquinado sin aparente riesgo añadido —como si el desgaste acumulado no fuera suficiente—, Pogacar hundió su rueda delantera en el barro en una curva a derechas y se fue al suelo. Con el corazón en un puño, el esloveno se sacudió los hierbajos y, con ayuda de varios auxiliares, aficionados y cientos de miles de aficionados que empujaban desde casa, el maillot arcoíris inició la persecución de Van der Poel.
Llegó a existir esperanza, más aún cuando Pogacar recortaba la distancia hasta casi otear la rueda trasera de Van der Poel, pero la fatiga, inevitable, acabó haciendo acto de presencia y a 21 kilómetros de meta, ya a poco de afrontar Carrefour de l'Arbre y con el grupo perseguidor a más de dos minutos por detrás, Pogacar puso pie en tierra para cambiar de bicicleta y renovar bidones.
𝙀𝙇 𝘿𝙄𝘼𝘽𝙇𝙊 𝘽𝘼𝙄𝙇𝘼 𝙀𝙉 𝙀𝙇 𝙄𝙉𝙁𝙄𝙀𝙍𝙉𝙊
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Mathieu Van der Poel se convierte en el tercer ciclista de la historia en ganar tres #ParisRoubaix seguidas. pic.twitter.com/Zn6p2Gvh6x
Van der Poel, intocable, volaba en cabeza, asfaltando a su paso todo tramo empedrado y relamiéndose ante el que, parecía, iba a ser su tercer triunfo en el 'Infierno del Norte'. No fue sin susto, eso sí. En pleno Carrefour de l'Arbre, el líder del Alpecin sufrió un problema mecánico y, como Pogacar, tuvo que cambiar de bicicleta entre el fervor del público.
El altercado no fue a mayores y, con Van der Poel de vuelta a su posición habitual, agarrado de abajo, pedalada monstruosa tras superar la enfermedad que le mermó en los días previos al Tour de Flandes, todo quedó visto para sentencia.
El neerlandés entró en solitario al velódromo de Roubaix y, manos en la cabeza, celebró un triunfo para el recuerdo. Con la de este domingo, el nieto de Raymond Poulidor iguala en monumentos a Pogacar —ocho; dos San Remo, tres Flandes y tres Roubaix— y supera, por tanto, a leyendas de la primavera como Tom Boonen o Fabian Cancellara. El esloveno, exhausto, cruzó segundo la línea de meta, justo por delante de Mads Pedersen, Wout van Aert y Florian Vermeersch.