CICLISMO

A Pogacar le basta sentado para agrandar su leyenda y conquistar la Lieja-Bastoña-Lieja

El esloveno gana su tercera 'Decana' y asciende, con nueve triunfos, al tercer escalón histórico de 'monumentos'.

Pogacar, tras su ataque en la Lieja-Bastoña-Lieja de este domingo./GETTY
Pogacar, tras su ataque en la Lieja-Bastoña-Lieja de este domingo. GETTY
Daniel Arribas

Daniel Arribas

Démonos el gusto de hablar algo de Domen Novak antes de volver a sacar del baúl todos los adjetivos ya utilizados con Tadej Pogacar. El esloveno —Novak, no el otro— es uno de los mejores gregarios del mundo. Rodador trotón, de esos que encorvan la espalda para elevar los vatios, el de Dolenja Vas, vigente campeón nacional, ya ayudó a Pogacar en la consecución del último Giro de Italia, pero en esta primavera de clásicas se está erigiendo, si no lo había hecho ya, como una pieza fundamental para entender el éxito del UAE Team Emirates.

El esloveno, el otro, pues qué vamos a decir. Hoy, en su regreso a la Lieja-Bastoña-Lieja, la clásica 'Decana' del ciclismo europeo que ya ganó en 2021 y 2024, Pogacar ha vuelto a hacer lo que todos esperan que haga: ganar arrasando. Enfrente, no se crean que no tiene rivales de enjundia. Por ahí anda un tal Remco Evenepoel, doble campeón olímpico —en ruta y en contrarreloj—, maillot arcoíris contra el crono y, por qué no decirlo, ciclista generacional con, entre otras, una Vuelta a España ya en su palmarés.

No es suficiente, claro, frente a Pogacar, que acostumbra a engullir hitos ajenos para, si cabe, engrosar más los propios. Tampoco ayuda, todo sea dicho, que Evenepoel arranque la Redoute, rampa decisiva de la Lieja-Bastoña-Lieja (dos kilómetros al 9% de pendiente media), con una treintena de ciclistas por delante. El maillot arcoíris, de nuevo blanco impoluto, como en Flandes, acelera por delante y no necesita ni tan siquiera levantarse del sillín para abrir un hueco insalvable.

Victoria para Pogacar, séptima de la temporada y 95º de su carrera. Con 26 años, que no serán 27 hasta finales de septiembre. Una leyenda viviente, vaya. Y por si fuera poco, el vigente campeón del mundo vuelve a desempatar con Mathieu van der Poel y, con nueve monumentos, se sitúa en el tercer escalón histórico empatado con Costante Girardengo, Fausto Coppi y Sean Kelly. Por delante, solo Roger De Vlaeminck (11) y, cómo no, Eddy Merckx (19).

Segundo, de vuelta a Lieja, cruza la línea de meta el italiano Giulio Ciccone (Lidl-Trek), con quien Pogacar comparte agencia de representación. Tercero, justo a su rueda, el irlandés Ben Healy (Education First), ciclista de culto, pequeñito, peleón, siempre ofensivo. "¿Cuándo te vas a retirar?", le pregunta el británico, desesperado, al maillot arcoíris en la antesala del podio. "Pues tengo contrato hasta 2030", se resigna a responder el esloveno.

Mientras, Evenepoel llega a tres minutos, en 59ª posición y entre varias decenas de ciclistas que luchan, tras seis horas sobre la bicicleta, por un puesto que maquille lo que algún día será una historia que contar a los nietos. Todos podrán decir que compitieron contra el monstruo esloveno.

"No soy un robot", argumenta el pequeño Caníbal, capaz hace solo unos días de agarrar a Pogacar de los pies y devolverle a la Tierra en la Amstel Gold Race. "No debéis poner sobre mí unas expectativas tan grandes. Lo dije antes de esta carrera: iré día a día. Acabo de salir de una rehabilitación muy larga, por lo que tengo que aceptar que habrá días buenos, pero también malos, como hoy. Es cuestión de seguir trabajando".