CICLISMO

Tadej Pogačar y Jonas Vingegaard, frente a frente en la crono más extraña del año

La París-Niza experimenta este martes con una contrarreloj por equipos cuyos tiempos serán marcados por el primer ciclista de cada bloque en línea de meta

Tadej Pogačar ataca con Jonas Vingegaard al fondo. /UAE TEAM EMIRATES / SPRINT CYCLING
Tadej Pogačar ataca con Jonas Vingegaard al fondo. UAE TEAM EMIRATES / SPRINT CYCLING
Fran Reyes

Fran Reyes

Semana intensa en el ciclismo de primera división. El pelotón UCI WorldTour se reparte entre Francia e Italia, entre París-Niza y Tirreno-Adriático; dos rondas diferentes por su concepción, una para fondistas y otra para explosivos, que comparten sin embargo la fecha (marzo), la duración (una semana) y la devoción por el mar, destino final de ambas en Niza y San Benedetto del Tronto.

En Tirreno-Adriático están los mejores clasicómanos del mundo: Wout van Aert, recién recuperado de una enfermedad que le obligó a parar casi dos semanas tras el Mundial de Ciclocross, y su eterno rival Mathieu van der Poel, y el tercero en discordia de todos sus duelos Tom Pidcock. Con ellos, una serie de aspirantes a todo en grandes vueltas: Primoz Roglic, que estrena su temporada; Adam Yates, Joao Almeida y Jai Hindley, deseosos de dar un golpe sobre la mesa; Enric Mas y Mikel Landa, confiados en refrendar sus buenas sensaciones.

El mejor ciclista del mundo, sin embargo, está en París-Niza y se enfrenta con su némesis. Tadej Pogačar y Jonas Vingegaard centran los focos de la ronda francesa, en cuya etapa inicial ya escenificaron un primer pique con motivo de las bonificaciones de un sprint intermedio. Saltó el esloveno como si la vida le fuera en esos seis segundos de premio; miró hacia atrás y, cuando vio que había un cierto hueco sobre Vingegaard y el pelotón, sacó la lengua en un gesto travieso y apretó, hallando la colaboración del francés Pierre Latour y la fatigosa respuesta de su rival danés, que no le siguió el juego.

Dos kilómetros más tarde, Pogačar se encoge de hombros y se deja atrapar sin mirar a los ojos de Vingegaard, que le habla sin encontrar su empatía. "Una vez él no entraba a los relevos, no merecía la pena continuar con la escapada", expresa en meta, velado. Tendrán finales en alto para dirimir sus diferencias el miércoles y el sábado, amén de dos etapas movidas el viernes y el domingo. Pero antes, el martes, vendrá la contrarreloj por equipos de Dampierre-en-Burly, la gran atracción de la carrera por su innovadora normativa.

Será poco más de una hora, pero menuda hora. Una crono por equipos pura como pocas hay ya en el calendario: bucle triangular por carreteras casi perfectamente rectas y casi perfectamente planas que evitan la central nuclear del pueblo, sita a orillas del Río Loira. Con 32,2 kilómetros, es inusualmente larga para los estándares actuales que limitan la duración de este tipo de pruebas para evitar el aburrimiento del público poco docto, que en teoría no disfruta de las sutilezas de una disciplina eminentemente técnica, y las diferencias excesivas que pueden surgir de la lucha de bloques.

Y en eso, en las diferencias, radica el interés de esta CRE. Normalmente, quien marca el tiempo del equipo en esta modalidad es el cuarto o quinto ciclista del mismo que cruza la línea de meta. Este martes, en cambio, lo hará el primero, lo cual abre la posibilidad de escenarios muy diferentes: tal vez un lanzamiento tipo sprint para el hombre más rápido, con el líder para la general apretando los dientes a su rueda. "No sabemos cómo lo haremos", se amorra Vingegaard. "No voy a contar cómo lo vamos a hacer", esconde sus cartas Pogačar. Y de sus disimulos surge la expectación.

Jonas Vingegaard sonríe, cómplice, a sus compañeros de Jumbo-Visma.  ASO / AURÉLIEN VIALETTE
Jonas Vingegaard sonríe, cómplice, a sus compañeros de Jumbo-Visma. ASO / AURÉLIEN VIALETTE

No es la primera vez que ASO, organizadora del Tour de Francia y de la París-Niza, juega con las normas de la lucha contra el reloj con idea de alterar las consecuencias y la vistosidad de la disciplina más sencilla y reveladora del ciclismo en carretera, la auténtica navaja de Occam de este deporte. A principios de siglo, ponderó las diferencias de las cronos por equipos del Tour en función de los puestos de los equipos en meta para evitar que definieran en exceso la general. En 2017, la carrera femenina La Course se decidió con una contrarreloj individual en la que las ciclistas salieron separadas por su diferencia real en la general. Son ideas que hoy están en un cajón; el mismo en el que podría acabar el novedoso formato de este martes si su resultado es olvidable.