Ane Santesteban explica un 2024 para olvidar: "He llegado a llorar de dolor en plena carrera"
La ciclista vasca vivió una temporada marcada y marrada por un quiste en un ovario y una endometriosis descubiertos en otoño.

Para un deportista, cada nueva temporada es una nueva oportunidad. En unas ocasiones, para continuar marchando por una senda luminosa y disfrutando de la inspiración que le regalan las musas. En otras, para cortar por lo sano y ahuyentar a los fantasmas que le lastraron, invisibles. Cuando una campaña se ve marrada por una lesión ineluctable, el cuerpo y la mente sufren en paralelo hasta convertir el reinicio en una necesidad imperiosa.
Ane Santesteban (1990, Rentería)fue, casi todo 2024, una sombra de esa ciclista sólida y competitiva que el año anterior con Jayco-AlUla había acabado entre las diez primeras tanto del Giro (10ª) como del Tour (8ª), amén de coquetear varias veces con esa victoria que insiste en esquivarla. Sus primeras actuaciones con el Laboral Kutxa de la Fundación Euskadi fueron positivas pero, con la llegada de la primavera, su cuerpo dejó de responder sin explicación clara ni aparente. Tanto ella como su entorno ofrecían razones imprecisas, vagas, para su limitado rendimiento. En realidad, no descubrieron qué pasaba hasta otoño. Es ahora cuando, por fin, puede explicarlo.
"Fueron un cúmulo de cosas que ahora ya no tengo miedo a compartir", se sincera Santesteban ante Relevo. "Hasta finales de abril en las clásicas de las Ardenas estuve bien, a mi nivel, si bien en las anteriores carreras esperaba algo más de mí. Después de Ardenas cogí una infección y estuve mucho tiempo con antibióticos porque no podía respirar. Perdí el olfato durante meses; de hecho, no lo he recuperado del todo. Pensábamos que era un COVID persistente, pero yo notaba que cada vez me iba encontrando peor. Llegó un momento, en el Tour, en que tenía un dolor de espalda y de piernas que era inaguantable. Yo así no quería seguir corriendo, porque no aguantaba el dolor. No llegaba ni a sufrir: a 150 de pulso, ya no me daba más de sí la pierna izquierda. He llegado a llorar de dolor en plena carrera".
"Estaba frustrada", continúa. "Todo el mundo me decía que era mental, pero yo sabía que ese dolor existía. Junto al médico y el preparador del equipo, nos pusimos a investigar en profundidad. El tiempo pasaba y yo seguía en mi casa, en el sofá, sin moverme. Así hasta que fui al ginecólogo el pasado 31 de octubre, a pasar una revisión. Me encontraron que tenía un quiste en uno de los ovarios, y también endometriosis". Esto es: su endometrio, la capa que recubre el interior del útero, había crecido hacia fuera. "Yo notaba que mi cadera estaba muy torcida. Por mucho que tratara de manipular el osteópata, yo sentía la zona agarrotada, como pegada. Gracias a esa descripción, el ginecólogo encontró el problema. La endometriosis era la que me provocaba esas adherencias y me impedía mantener una postura correcta".
Por medio, dolor y sufrimiento. "2024 fue una pesadilla", recuerda con amargura. "Sólo de recordarlo me vienen ganas de llorar. Ha sido como estar chocándome una y otra vez con el mismo muro, sin saber cuál era el problema, intentando trabajar y yendo a las carreras para sentir otra vez dolor". El punto más bajo fue el Tour de Francia. "Tenía que medicarme para poder tomar la salida. Quise terminarlo para estar lo más cerca posible de Usoa [Ostolaza], aportándole experiencia y tranquilidad. Eso me hizo seguir en carrera, luchando".
El desasosiego por la incertidumbre acabó con el diagnóstico. "Ha sido todo un alivio para mí. Hemos detectado qué me pasaba y encontrado el tratamiento correcto. Analizaron el quiste y por suerte no es nada grave, así que hemos decidido controlarlo con la medicación para que no vaya a más y no me provoque dolor ni molestias", cuenta sobre su nueva realidad. "De momento, me someto a revisiones cada dos o tres meses y sigo un tratamiento que, sin quitarme las enfermedades, me aporta calidad de vida. Ya no siento el dolor ni los pinchazos de los últimos meses".
Esta entrevista tuvo lugar a mediados de enero. Era la primera vez que revelaba la realidad de su calvario. ¿Por qué ahora, y no antes, en estos momentos donde cualquier deportista goza de mil plataformas para explicarse a sus anchas? "En un principio no quise contarlo porque es un tema un tanto íntimo", reconoce. "Me limité a decir que estaba enferma, o lesionada. Ahora que sí sé lo que tengo, creo que es importante hablar libremente sobre esto, para normalizarlo. Había gente que pensaba que yo no rendía porque estaba en el equipo de casa y no sabía soportar la presión. Yo misma, en algún momento, al no encontrar nada, dudaba y le daba vueltas: ¿y si realmente no tengo nada? Por suerte el equipo, y sobre todo el mánager Aitor Galdós, me transmitieron tranquilidad".
Contarlo es, también, un acto de liberación. Hoy día, las mujeres están todavía sujetas a más tabúes que los hombres; particularmente, a la hora de hablar de su salud íntima. "Creo que explicar mi caso puede ayudar a las mujeres y a normalizar los problemas que tenemos", reivindica. "También las puede ayudar a acudir a revisiones periódicas, porque conozco a mucha gente de mi alrededor que no va al ginecólogo. Es súper importante y creo que mi caso lo expone bastante bien. Una mujer debe quererse como es, ser libre, expresar sus problemas".
Hoy día, las piernas de Ane Santesteban han vuelto a girar como siempre, tal y como ha quedado patente estos días en la Setmana Valenciana, donde estuvo peleando por la victoria hasta el último kilómetro. También su mente vuelve a sentir esa ilusión y esa motivación de competir a su nivel y junto a sus compañeras de Laboral Kutxa, cuyo ejemplo le insufló aire durante su 'annus horribilis': esa Usoa Ostolaza que "puede conseguir todo lo que se plantee", esa Eneritz Vadillo que le recuerda a Joane Somarriba. Llevar al equipo femenino de la Fundación Euskadi al UCI Women's WorldTour es un objetivo realista que le servirá para dejar atrás ese 2024 que, por suerte, ya es pasado.