TOUR DE FRANCIA

Biniam Girmay, una puerta abierta a un ciclismo más diverso

El eritreo se consolida como el velocista más rápido y dominante de este Tour de Francia, ejerciendo de pionero para un continente hasta ahora muy poco representado.

Biniam Girmay consigue su tercera victoria de etapa en este Tour en Villeneuve-sur-Lot. /ASO / BILLY CEUSTERS
Biniam Girmay consigue su tercera victoria de etapa en este Tour en Villeneuve-sur-Lot. ASO / BILLY CEUSTERS
Fran Reyes

Fran Reyes

Villeneuve-sur-Lot. - "Este maillot me da alas". La frase hubiera sido perfecta para que la pronunciara un ciclista de Red Bull-Bora-Hansgrohe, pero por desgracia se hallaban ocupados cuidando de un Primoz Roglic que había aterrizado con sus huesos en el asfalto a 12 de meta, fracturándose las opciones de triunfar en la general. Quien la enunció fue Biniam Girmay, el velocista de Intermarché-Wanty que, vestido con el maillot verde 'alado' de la clasificación por Puntos, había firmado su tercera victoria de etapa en este Tour de Francia con una exhibición de cualidades. En una 'volata' enmarañada, supo encontrar a su lanzador Mike Teunissen, navegar a su rueda y lanzarse con pura potencia para firmar un triunfo espectacular: uno más con el sabor único del pionero.

El continente africano ha estado históricamente muy poco representado en el ciclismo en general y en el Tour de Francia en particular. Los precedentes de victorias de etapa son escasos: apenas dos sudafricanos blancos, Robert Hunter y Daryl Impey, ya en el siglo XXI. En el XX se pueden encontrar precedentes de ganadores nacidos en Argelia (como Marcel Molinès) o Marruecos (como Custodio dos Reis o Richard Virenque) pero cuyas raíces eran europeas; caso similar al anglokeniano Chris Froome.

A principios de la década pasada, el proyecto Qhubeka se propuso cambiar esta dinámica creando un equipo profesional mayoritariamente africano que en 2015 debutó en el Tour de Francia, disputándolo de forma ininterrumpida hasta cesar de mala manera en 2021. Por el camino se desnaturalizó, perdiendo buena parte de su vocación africanista en favor de otra más global mientras su mánager general, Douglas Ryder, se desesperaba por no ser capaz de encontrar "el Michael Jordan del ciclismo" y ver cómo los representantes se llevaban a los ciclistas africanos que él hacía debutar en Europa a equipos donde encontraban contratos más onerosos… y entornos en los que no crecían.

El trabajo de Ryder no fue en balde. La representación africana ha crecido en el ciclismo de carretera; particularmente, la negra. Aunque siguen siendo un porcentaje ínfimo del pelotón, tal y como ocurre con otras muchas razas en un deporte eminentemente blanco y occidental, crece. El primer negro africano en subir al podio del Tour de Francia, vestido de MTN-Qhubeka y para tomar el maillot de puntos rojos de líder de la Montaña, fue el eritreo Daniel Teklehaimanot en 2015. Nueve años más tarde, un compatriota suyo que se enamoró del ciclismo gracias a él ha conseguido tres victorias de etapa y viste ese maillot verde que le confiere alas a él y al ciclismo africano a la vez que vuelve loca a la gente en Asmara.

"Cuando Daniel Teklehaimanot subió al podio del Tour, nos demostró que era posible ser negro y ciclista", evoca Biniam Girmay (2000, Asmara). "Recuerdo ver a mi padre ponerse el Tour de Francia cada mediodía. Un día le pregunté si él creía que yo podría llegar a participar en esta carrera y él me dijo que, si trabajaba y creía en mí mismo, podía. No obstante, un negro africano debe superar muchos obstáculos para convertirse en ciclista profesional. Sólo corremos en pruebas locales y no tenemos muchísimas oportunidades de demostrar nuestro potencial".

En el éxito de Girmay se han sumado mil factores únicos. Por ejemplo: haber podido militar en el Centro Mundial de Ciclismo, un proyecto de formación de la Unión Ciclista Internacional (UCI) para favorecer la diversidad que le permitió venir a Europa como juvenil, donde fue el único ciclista capaz de derrotar a Remco Evenepoel en un mano a mano en su temporada mágica. Otro ejemplo: cuando cerró su primer equipo profesional, el francés Delko, encontró acomodo en un Intermarché-Wanty que supo ver en él a su potencial gran estrella. Los belgas apostaron fuerte por él: le han apoyado para que crezca y han sido pacientes con él cuando la melancolía, el choque cultural o la falta de hábitos le diezmaban.

Girmay siempre tuvo claro su proyecto deportivo. "Rara vez se ve a un ciclista negro pelear por la victoria en una etapa llana porque de jóvenes nos imbuyen la mentalidad de que sólo podemos ganar carreras con montaña porque somos delgaditos", explica. "Pero yo, personalmente, crecí con el deseo de ser sprinter porque mis ídolos eran Peter Sagan y Mark Cavendish. Nunca me preocupé de trabajar mi resistencia; sólo de mi sprint".

Vencedor de una etapa del Giro de Italia (del cual se tuvo que retirar porque el corcho del champán de cegó de un ojo) y la Gante-Wevelgem en 2022, Girmay cerró 2023 con sólo dos victorias y ha vuelto por sus fueros esta temporada. Sus tres triunfos en este Tour de Francia suponen un tremendo salto de calidad; especialmente, porque se le ha visto imponerse en las llegadas masivas que hasta ahora se le resistían por la tensión del pelotón, que le abrumaba.

Girmay va camino de convertirse en el mejor velocista del momento. No obstante, lo más importante es que consiga inspirar a otros negros africanos para ser ciclistas como a él le inspiró Teklehaimanot, y a otros equipos para apostar por negros africanos desobedeciendo a los prejuicios que los tachan de indisciplinados, torpes o conformistas, y al ciclismo en general para encontrar la forma de eliminar las trabas que les lastran. Su emocionante tuit tras ganar en Turín lo dice todo: "Permitidme abrir la puerta".