TOUR DE FRANCIA

Los casos de dopaje en ciclismo que cambiaron el Tour de Francia

Pese a que todos los deportes poseen su historia negra en lo que a dopaje se refiere, ninguno ha sido tan castigado como el ciclismo.

Armstrong en el Tour de Francia del 2004. /AP
Armstrong en el Tour de Francia del 2004. AP
Javier Mercadal

Javier Mercadal

Lamentablemente, el ciclismo cuenta con un reverso oscuro que, en ocasiones, se hace tan grande que es capaz de ensombrecer los muchos aspectos positivos de uno de los deportes más apasionantes del mundo. Pese a que todas las disciplinas han tenido escándalos relacionados con el dopaje, ninguna se ha visto más afectada a nivel de reputación e imagen social que el mundo de la bicicleta. Algo probablemente injusto, pero que ha llevado al ciclismo a endurecer su normativa para aplicar una política de tolerancia cero.

Lo cierto es que los problemas relacionados con el dopaje se retrotraen casi hasta sus inicios. En realidad no se puede hablar de doping en sentido estricto, pues no había ninguna norma que lo regulase. Sin embargo, se sabe que en las primeras pruebas ciclistas sustancias como la estricnina, un alcaloide estimulante del sistema nervioso central, actualmente utilizado como pesticida, era moneda común.

Cada cierto tiempo siguen saltando a la palestra algunas polémicas vinculadas a la Grande Boucle, como la que ha sido visible en la edición del 2024, que vincula a Pogacar y a otros favoritos como Vingegaard con la inhalación de monóxido de carbono. Se trata de una de esas sustancias ubicadas en "zona gris", que aunque no se considere dopaje sí que supone una mejora importante en el rendimiento de los ciclistas y que algunos medios especializados consideran preocupante o completamente tóxica. Otros gases que sí están prohibidos desde el año 2014 son el xenón y el argón.

La confesión de los hermanos Pelissier (1924)

Nadie describió mejor el uso de sustancias estimulantes para poder lidiar con las exigencias del ciclismo primigenio que los hermanos Pelissier. Lo hicieron en 1924, producto de su enfado con la organización del Tour de Francia. Después de abandonar la carrera en Dunkerque, atendieron al periodista de investigación Albert Londres en un abarrotado café. Allí, Henri y Francis Pelissier expusieron sus quejas de forma gráfica.

Los dos ciclistas, superestrellas de la época, le mostraron la farmacia con la que cargaban para soportar las exigencias del Tour: cocaína para los ojos, cloroformo para las encías y tres cajas de pastillas por cabeza para poder continuar. "Lo cierto es que la dinamita nos mantiene en carrera", verbalizó Francis. Un simple dato da muestra de lo exigente de la Grande Boucle, en 1924 los participantes recorrieron un total de 5.415 kilómetros, en 2023 el recorrido consta de 3.404 km. El reportaje quedó inmortalizado en el libro Los esforzados de la ruta, una expresión que todavía permanece dentro del argot ciclista.

El fallecimiento de Tom Simpson (1967)

En los Juegos Olímpicos de Roma 1960, el fallecimiento de Knud Enemark Jensen supuso un antes y un después en el ciclismo. Inicialmente se dijo que el danés había muerto causa de un golpe de calor. De hecho, la autopsia, que no se hizo pública de forma concreta, descartaba el consumo de drogas, aunque incluso el seleccionador, Olaf Jorgensen, había reconocido que los ciclistas habían tomado un vasodilatador llamado Roniacol. Años más tarde, algunos médicos confesaron que, entre otras sustancias, en el cuerpo de Jensen se habían encontrado anfetaminas.

El fallecimiento de Jensen derivó en que, a partir de los JJ.OO. de 1968, se introdujesen por primera vez controles antidopaje. También hizo que la Unión Ciclista Internacional (UCI) moviese pieza. El Tour de 1966 fue el primero que incluyó test contra el uso de sustancias dopantes. Algo contra lo que protestó el pelotón, con una huelga de corredores. Las malas praxis estaban tan interiorizadas que la amenaza controles no cambió las prácticas. Así, un año más tarde, en 1967, Tom Simpson perdía la vida en el ascenso al Mont Ventoux.

El primer campeón del mundo inglés se desvaneció a tres kilómetros de la cima. Inicialmente, los mecánicos le volvieron a subir a la bicicleta. Pero el ciclista británico no podía pedalear y solo unos metros más adelante volvió a caer al suelo. Oficialmente, la causa de su muerte fue la deshidratación. Simpson había arrastrado a lo largo del Tour unos problemas estomacales que le habían hecho perder bastante tiempo en la General. Sin embargo, después se conoció que el consumo de anfetaminas, mezcladas con alcohol, habían jugado un papel fundamental en el fatal desenlace. Tras la muerte de Simpson, la UCI estableció los controles de orina a partir del siguiente Tour.

La victoria de Bjarne Riis contra Miguel Induráin (1996)

Durante años, el dopaje en el ciclismo fue un elefante en la habitación. Algo de lo que no se hablaba públicamente, aunque se especulaba en privado. En 1991, el equipo PDM decidió retirarse en bloque del Tour de Francia sin esgrimir una versión oficial. Aquello levantó sospechas de todo tipo. No en vano, el equipo holandés era considerado el más fuerte del mundo y entre los aquejados se encontraba Erik Breukink, que marchaba tercero en la General. Aunque posteriormente se habló de una posible intoxicación alimentaria, nunca se concretaron las razones exactas.

Aquel Tour acabó contra pronóstico en manos de Miguel Induráin. El navarro también ganaría los cuatro siguientes, siendo el único ciclista de la historia que ha logrado vencer en cinco ocasiones consecutivas. Su tentativa de ser el corredor con más Tours de la historia fracasó en 1996. Le desbancó Bjarne Riis, algo que también resultó una sorpresa moderada en la época (el año anterior había hecho tercero). Años más tarde el ciclista danés reconoció que había consumido EPO durante aquel Tour de 1996. La organización de la ronda gala dejó de considerarle campeón, aunque oficialmente la UCI no se ha pronunciado en el asunto por lo que todavía figura en el palmarés oficial.

El caso Festina (1998)

El Tour de 1998 tenía salida en Dublín. Cuando el autobús oficial del equipo Festina se dirigía hacia allí, fue detenido por las autoridades en la frontera entre Francia y Bélgica. En el convoy iba el masajista del equipo, Willy Voet. No iba solo, le acompañaban 200 ampollas de EPO y unas 100 de hormona de crecimiento y también docenas de cajas de testosterona. Como resultado, todos los integrantes del equipo liderado por Richard Virenque fueron interrogados en el calabozo.

Varios equipos más fueron investigados y el Tour terminó por expulsar a los miembros del equipo Festina en la séptima etapa. Aquello no sentó nada bien en el pelotón, que llegó a realizar un parón de protesta en la etapa 17. No solo eso, todos los equipos españoles (Banesto, ONCE, Kelme y Seguros Vitalicio), más los dos italianos, Riso Scoti y Saeco, abandonaron la prueba. A dos etapas para finalizar, también se marchó el TVM. Bruno Rossel, manager del Festina, fue condenado a un año de cárcel, mientras que a Voet le cayeron 10 meses de prisión. El caso, no obstante, fue clave para que un año más tarde se crease la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).

Operación Puerto (2006)

La Operación Puerto es la mayor operación contra el dopaje realizada en España. También una de las más polémicas. Sobre todo, porque entonces el dopaje no era constitutivo de delito en nuestro país, por lo que desde el primer momento se decidió no investigar a los deportistas y solo a Eufemiano Fuentes, doctor deportivo y hombre clave en la red de distribución de productos donantes, y sus colaboradores. Fuentes, de hecho, terminaría absuelto por la Audiencia Provincial de Madrid, al entender que todas sus actividades no eran ilegales según la ley española.

No obstante, la Operación Puerto sí que tuvo una consecuencia en el Tour. En 2006, la Grande Boucle prohibió la participación a varios ciclistas que eran clientes de Fuentes. Entre ellos, Jan Ulrich, Ivan Basso u Óscar Sevilla, todos ellos aspirantes para ganar el maillot amarillo. Además, equipos completos como el Comunidad Valenciana o el Liberty Seguros, antiguo Seguros Vitalicio y dirigido por Manolo Saiz, tampoco recibieron invitación por su relación con Fuentes.

Aquel Tour sería ganado inicialmente por Floyd Landis, que se vistió de amarillo en París. Sin embargo, el norteamericano fue despojado del título por dar positivo por testosterona en un control tras la 17ª etapa. "Soy un tramposo, pero el resto también toma los mismos atajos", dijo el norteamericano poco después. Óscar Pereiro, que había sido segundo tras protagonizar una fuga bidón en Montelimar, fue declarado ganador.

La expulsión de Michael Rassmusen siendo maillot amarillo (2007)

La década de los 2000 fueron los años más oscuros del ciclismo. Aquellos en los que los controles se endurecieron y los principales nombres del pelotón fueron cayendo uno detrás de otro. Si el año anterior hubo que esperar el término del Tour para descalificar a Landis, en 2007 Michael Rassmusen fue expulsado de la competición cuando portaba el amarillo. Tras la decimoséptima etapa fue obligado a abandonar por sospecha de dopaje, ya que había mentido sobre su paradero para no asistir a controles antidopaje. Posteriormente, admitió haberse dopado durante 12 años. Alberto Contador, que marchaba segundo, a más de 3 minutos, fue el gran beneficiado y acabó ganando su primer Tour.

Rassmusen no fue el único expulsado en aquella edición del Tour. Alexander Vinokurov fue obligado a abandonar tras un doble positivo en las etapas 13 y 15. Con el corredor kazajo, su equipo el Astana (antiguo Liberty Seguros) tomó la decisión de abandonar el Tour también. Vinokurov, que había sido suspendido de empleo y sueldo por su equipo, pidió una contraprueba. Ese segundo test también resultó positivo, por lo que fue expulsado de su equipo.

El de 2007 fue uno de los Tours más polémicos de la historia ya que a los casos de Rassmusen y Vinokurov, se añadieron los positivos de Patrick Sinkewitz, Cristian Moreni, Alessandro Petacchi, Levi Lepheimer, a quien se le anuló su tercera posición en París, e Iban Mayo. El caso del español es especial, pues aunque la muestra A dio positivo en EPO, la muestra B analizada en Gante dio negativo. El TAS falló a favor de la UCI, por lo que el ciclista vasco fue condenado dos años por dopaje. Sin embargo, se le mantiene la clasificación lograda en 2007. Una vez fue condenado por el TAS, decidió retirarse del ciclismo.

El positivo por clembuterol de Alberto Contador (2010)

Las ediciones de 2008 y 2009 estuvieron salpicadas de positivos. Entre ellos, los españoles Manuel Beltrán, Moisés Dueñas (ambos 2008) y Mikel Astarloza (2009). Sin embargo, ninguno fue tan impactante como el de Alberto Contador. El madrileño era la gran estrella del ciclismo mundial. Había ganado el Tour en 2007, 2009 y 2010. Sin embargo, en septiembre, cuando ya había terminado su temporada, saltaba la noticia: positivo por clembuterol.

Contador acudió a los medios de comunicación para defender su imagen y el caso se embarró profundamente. Fue entonces cuando surgió la teoría del consumo de carne procedente de ganado engordado ilegalmente. Algo que fue rebatido por L'Equipe, que informó la presencia de restos plásticos en la orina que indicarían una transfusión sanguínea. El New York Times fue más allá, publicando meses más tarde que Contador habría dado positivo un día antes del clembuterol, en un test no homologado que habría detectado una presencia anormalmente elevada de un tipo de plastificante que se usa en las bolsas de plasma sanguíneo. Sin embargo, estas tesis nunca fueron probadas.

Si el debate público estuvo enfangado desde sus inicios, a nivel legal también fue todo un laberinto. Finalmente, el caso llegó al TAS, que en 2012 decretó una sanción de dos años con carácter retroactivo. Por ello, Contador fue desposeído del Tour de 2010 y del Giro 2011. La sentencia estableció que "el control positivo por clembuterol del deportista es más que probable que haya sido causado por la ingestión de un suplemento alimenticio contaminado, que por una transfusión sanguínea o por ingestión de carne contaminada".

La confesión pública de Lance Armstrong (2013)

En 1999, año en el que ganó su primer Tour, Lance Armstrong dio positivo por corticoides. Sin embargo, una receta médica le permitió evitar cualquier tipo de sanción. La sospecha permaneció mientras los Tours de Francia caían uno tras otro, así hasta conseguir siete. El norteamericano se retiró inicialmente tras conseguir el séptimo en 2005, mientras L'Equipe publicaba la existencia de EPO en muestras de orina de 1999. Sin embargo, la no existencia de una prueba B desestimó el caso.

Armstrong regresó al ciclismo en 2008 y permaneció activo hasta 2011. Ex compañeros como Landis o Tyler Hamilton le acusaron públicamente de dopaje, algo que el texano siempre desmintió. En 2012, tras una investigación de la Fiscalía General de California, la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) presentó cargos formales contra el ciclista por dopaje y tráfico de sustancias ilegales. Pese a que el norteamericano inicialmente intentó pelearlo legalmente, la desestimación de dos demandas presentadas por su parte le hicieron no acudir al arbitraje. La USADA pidió entonces que le fueran retirados todos los logros conseguidos desde el 1 de agosto de 1998, lo que incluía los siete Tour de Francia. Algo que la propia ronda gala refrendó posteriormente.

Armstrong, antiguo ejemplo de superación por haberse curado de un cáncer antes de convertirse en el mejor ciclista de la historia, se quedaba completamente solo a medida de que sus patrocinadores le iban abandonando en cascada. En 2013, el corredor ofreció una entrevista a Oprah Winfrey en la que, por primera vez, aceptó las acusaciones que pendían sobre su carrera. "Es mi culpa. Todo se ha tratado de una gran mentira que repetí muchas veces, y fue perfecta durante bastante tiempo", dijo. Desde entonces, su imagen pública quedó manchada para siempre.