TOUR DE FRANCIA

Pello Bilbao y ganar con la pérdida de Mäder en la cabeza: "Mi mejor psicóloga fue mi hija"

Abrumado por las emociones suscitadas por perder a su amigo y compañero Gino Mäder y por empezar la Grande Boucle desde casa, en Issoire el vizcaíno sólo les dio rienda suelta en meta.

Pello Bilbao celebra su victoria en la 10ª etapa del Tour de Francia 2023. /BAHRAIN VICTORIOUS / SPRINT CYCLING
Pello Bilbao celebra su victoria en la 10ª etapa del Tour de Francia 2023. BAHRAIN VICTORIOUS / SPRINT CYCLING
Fran Reyes

Fran Reyes

Pello Bilbao (1990, Gernika – Vizcaya) es una persona inteligente y sentimental que pedalea con inteligencia y emotividad; un ciclista frío y analítico, porque su cerebro se lo permite, que es consciente del impacto de sus actos en los demás, porque su corazón bombea la sangre y los sentimientos con idéntica fuerza. En la meta de Issoire, donde consiguió la primera victoria de un español en una etapa del Tour de Francia tras una sequía de cinco años, las emociones se agolpaban en su espíritu.

"Es que las últimas tres semanas han sido muy intensas", se explicaba. "La muerte de Gino [Mäder] fue un trago muy duro. El inicio del Tour de Francia en País Vasco también fue muy emotivo, y en algunos momentos siento que me dejé llevar y perdí el control, que dejé de correr como siempre he corrido. Fueron tantas emociones que me distraje". De ahí, una receta para Issoire: "La clave fue mantener la mente en blanco. No pensar en nada que no fuera competir hasta la misma línea de meta. Y entonces, una vez la hubiera cruzado, permitir que las emociones explotaran". Una vez alzado los brazos, rienda suelta para los abrazos, las lágrimas, las palabras entrecortadas: "Por Gino".

Porque Gino Mäder, compañero de Bahrain Victorious fallecido en la reciente Vuelta a Suiza, era la persona cuyo recuerdo flotaba en el aire. La relación que les unía era muy estrecha. No en vano, el perro de Mäder era un 'chucho' adoptado en Bilbao, bautizado Pello en honor de su amigo. "Gino era una persona muy especial que iba mucho más allá de lo deportivo", contaba el vizcaíno con un nudo en la garganta. "Por eso he querido hacer una donación a su manera durante este Tour de Francia, emulándole para dar a conocer quién era Gino y esa faceta tan especial que tenía. Ojalá sirva para que más ciclistas se animen con causas parecidas".

Lidiar con la pérdida de Mäder no fue nada sencillo para Bilbao. "No acabamos la Vuelta a Suiza, nos fuimos a casa", recuerda. "Los directores vieron lo afectados que estábamos todos y nos ofrecieron ayuda psicológica. Y, en mi caso, mi mejor psicóloga fue mi hija Martina. Ella me devolvió tranquilidad y me ayudó a dejar atrás esas emociones tan duras. Así me empecé a sentir mejor sobre la bicicleta, y recuperé las ganas de afrontar el Tour".

Y es que un Tour de Francia ya es, de por sí, uno de los mayores retos que se afrontan en el deporte profesional. Cuatro semanas de competición sazonada con presión, viajes, privaciones: irremisiblemente, el participante se siente un poco más fatigado cada día. Y antes de esto, una larga preparación que se prolonga durante meses. "Si comparas cómo era el ciclismo antes y cómo es ahora, verás que hay corredores cuyo objetivo es el Tour y que en mayo están ya con su tercer bloque de concentración en altura", comenta Merijn Zeeman, máximo responsable del Jumbo-Visma del actual maillot amarillo Jonas Vingegaard. "A ese ritmo, pasan entre 200 y 250 días fuera de casa al año. Necesitas que el deportista sea feliz; que disfrute de su trabajo y de formar parte del grupo en el que está".

"Es una mochila que se va llenando". Lo define Bruno Pires, exciclista que fuera cuatro temporadas compañero de Alberto Contador en Tinkoff-Saxo y actualmente compagina la labor de director deportivo del conjunto femenino Glassdrive con la de 'coach'. "El ciclista vive con muchísimas limitaciones: no puedes comer esto o aquello, tienes que levantarte a tal hora, prohibido tomarte una copa con tus amigos… Nuestra naturaleza humana es desarrollarnos libremente como individuos, mientras que los equipos, como estructura, están cada vez más orientados a los datos y las reglas. Es muy importante desarrollar mecanismos que vayan aliviando el peso de esa mochila".

"Te pongo un ejemplo". Quien tercia ahora es José Luis Arrieta, quien fuera director deportivo de Movistar Team durante más de una década. "En carrera, cada tarde revisas con los preparadores y el nutricionista cuál ha sido el gasto calórico de la etapa, y cómo prevemos que va a ser el día siguiente. Y a mí se me ha llegado a dar el caso de decirle al cocinero: 'Hoy puedes ponerles guarrerías, que no van a engordar'. Y ese detalle para el ciclista es una alegría; y hay que dárselas, para se relaje lo máximo posible fuera la competición".

Pello Bilbao recibe el abrazo de un técnico de Bahrain Victorious en la meta de Issoire.  ASO / PAULINE BALLET
Pello Bilbao recibe el abrazo de un técnico de Bahrain Victorious en la meta de Issoire. ASO / PAULINE BALLET

"En un Tour de Francia", continúa Arrieta, "sabes que la primera semana es muy tensa y estresante. Hay que salvarla en espera de que la montaña ponga a cada uno en su sitio. Cada día, como director, les facilitas la información precisa y necesaria, sin sobrecargarles porque no todo el mundo está preparado para saberlo todo, y hay quien puede saturarse. La presión y el estrés restan mucho en el rendimiento. Y, una vez finaliza la etapa, relajados hasta el día siguiente. Quien quiere hablar, habla. Pero idealmente, a la noche, se descansa sin darle vueltas a la cabeza. Ya habrá tiempo a la mañana siguiente".

"Porque la clave es mantener el foco", apunta Pires, "y para eso es muy necesario ser capaz de relajarse". El corredor se pasa el día recibiendo estímulos y debe ser capaz de gestionarlos. Lo que le ocurrió a Pello en Bilbao; lo que le pasó en Issoire. "Yo suelo recomendar a mis deportistas practicar meditación o yoga. Es una técnica buenísima para aprender a mantener la concentración y el optimismo cuando la fatiga se acumula". Optimismo. "Porque se puede competir sin ilusión, pero sufres como un perro. Hice grandes vueltas sin un líder claro y los días se pasaban lentos, sin más. En cambio, cuando iba con Alberto, los días pasaban volando. El tiempo es mental".

"Podemos hablar de entrenamiento, de nutrición y de biomecánica, pero nunca olvidemos que el trabajo con los deportistas va más allá de lo físico", aporta Zeeman. "La persona que hay detrás del deportista, su familia, su entorno, son también importantes. Un ciclista que no se encuentra bien en lo personal será incapaz de aportar nada a su equipo".

"Es que la ecuación se abre mucho cuando te das cuenta de que tratas con personas", retoma Arrieta. "Puede estar tratando con datos, datos, datos… pero quien da pedales es una persona que debe estar bien, con su cabeza en orden. Es un mundo, y ahí el director cuenta con una responsabilidad muy importante para que el ciclista rinda cada día todo lo que puede o más. A veces te toca hablar con la mujer de un ciclista, o con su madre, para saber qué le pasa, o para pedirle que le ayude a estar tranquilo. Le miras en el desayuno y te das cuenta de que tiene un mal día; de que por hoy es mejor dejarle competir sin presión para que le dé la vuelta a la cabeza, y animar a sus compañeros a que estén encima de él. Acabas entrando en parcelas que no esperas…"

"Yo he ganado carreras con ciclistas que estaban más flojos que sus rivales, pero que se lo creyeron". Esta frase la pronuncia Arrieta con el orgullo único de quien ayuda y sabe ayudar. "La duda limita al deportista", completa Pires. "La clave será siempre la confianza que uno tenga en sí mismo, hasta en los momentos en los que uno parece estar perdiendo la esperanza. Hay momentos en los que no es posible: si te caes y te debes retirar, sólo puedes aceptarlo. Sin embargo, hay otros en los que creértelo es lo que marca la diferencia entre conseguir algo o no hacerlo. Todo es la imagen que nosotros creamos de ello".

Pello Bilbao celebra su triunfo en Issoire.  EFE / MARTIN DIVISEK
Pello Bilbao celebra su triunfo en Issoire. EFE / MARTIN DIVISEK

Por eso, un día, te imaginas una victoria preciosa: para ti, para tu gente, para tu equipo, para tu amigo… en la carrera más grande del mundo. Es tu forma de gestionar el duelo, uno de los procesos psicológicos más duros y misteriosos; es tu forma de gestionar el Tour de Francia, un viaje homérico. Y, qué cosas, los planetas se alinean. Haces felices a muchas personas, a quienes regalas unos recuerdos para toda la vida. Les inspiras. No se olvidarán de ti, y no se olvidarán de Gino.