Puy de Dôme, el volcán dormido que decide el duelo entre Vingegaard y Pogacar
La novena etapa del Tour de Francia concluye, 35 años después, en la cima donde han ganado los mayores mitos de la ronda francesa.

Hoy, día en el que Federico Martín Bahamontes cumple 95 años, el Tour de Francia se pega un homenaje y regresa a la cima olvidada, esa en la que El Águila de Toledo, como tantas otras leyendas de la bicicleta, escribió la historia del deporte más agónico del planeta. En Puy de Dôme, volcán dormido desde hace casi ocho milenios, Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, duelo antológico, pretenden emular ahora a sus predecesores y perpetuar la rivalidad más icónica del ciclismo moderno.
Tras 35 años de ausencia, retorna el Tour a la cima más simbólica, la de mayores mitos y leyendas de la Grande Boucle. Allí, cima explosiva como pocas —13 kilómetros al 7,7% de pendiente media, con los últimos cuatro siempre por encima del 11,4%—, se disparó la fotografía más emblemática de la historia de la ronda francesa, esa en la que, en el 64, Jacques Anquetil y Raymond Poulidor, como ahora Vingegaard y Pogacar, se midieron en un mítico tú a tú, codos mediante, con el maillot amarillo en disputa.
1964 vs 2023 | Anquetil vs Poulidor | Vingegaard vs Pogačar
— Laura Meseguer (@Laura_Meseguer) July 8, 2023
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"Va a explotar todo por los aires", asegura Pogacar, advertido de la dificultad de la ascensión por el calor y la humedad, y protagonista, junto a Vingegaard, de la preciosa portada de L'Equipe de este domingo, homenaje a aquella instantánea de 1964 bajo el lema 'Codearse con la leyenda'.
Los protagonistas no sentirán, eso sí, el júbilo desde el otro lado de las vallas, pues el público no podrá animar a los corredores en los últimos cuatro kilómetros de la etapa, patrimonio de la UNESCO al que, por ley, no puede acceder ningún vehículo motorizado. Además, el camino asfaltado que rodea el volcán fue reducido hace años por las vías de un tren que, unidireccional, avanza siempre girando a la derecha, escalando a la cima como una escalera de caracol.
Sobre ese mismo terreno, cima en 13 ediciones del Tour de Francia, han ganado muchos de los nombres con mayor peso en el deporte de la bicicleta. El primero, Fausto Coppi, vencedor en la cima volcánica en 1952. Siete años más tarde, en el 59, fue Federico Martín Bahamontes, primer español, pero no el único, pues en el 64 venció Julio Jiménez y en el 71 y el 73, por partida doble, fue Luis Ocaña quien levantó los brazos sobre al cráter dormido.

También ganó Ángel Arroyo, de El Barraco (Ávila), cuna excelsa de ciclistas, como más tarde corroboraron El Chava Jiménez o Carlos Sastre. Pero no solo quedó la historia reservadas a los españoles. Felice Gimondi, Bernanrd Thévenet, Lucien Van Impe o Joop Zoetemelk también triunfaron en Puy de Dôme, cima en la que, por cierto, se dice que perdió Edy Merckx la oportunidad de ganar su sexto Tour de Francia.
En 1975, por el mismo camino por el que pocos años antes habían chocado los codos de Anquetil y Poulidor, un aficionado se dejó llevar por la euforia y golpeó en el hígado a El Caníbal, que siempre achacó aquel incidente como la razón por la que perdió el maillot amarillo al día siguiente en favor de Bernard Thévenet, que ya no lo soltaría hasta París.