TOUR DE FRANCIA

El todavía mortal Carlos Rodríguez se exhibe en Morzine y se mete en el podio

El español aprovechó el parón de una nueva fiesta entre Vingegaard y Pogacar y se llevó el triunfo en una valiente bajada. El maillot amarillo gana un segundo más a su rival.

Carlos Rodríguez gana en Morzine./REUTERS
Carlos Rodríguez gana en Morzine. REUTERS
Jonás Pérez

Jonás Pérez

Carlos Rodríguez completa el triplete español, con lo mejor aún por venir. El del Ineos se ha llevado la decimocuarta etapa, alzando la voz en un nuevo concierto de Pogacar y Vingegaard en los picos de los Alpes. El segundo mantiene el liderato de una carrera que este sábado no solo miró la titánica batalla de sus dos magnates, sino también la luz de un joven rumbo al podio y con la valentía por bandera. Aún queda carrera para luchar por un hueco de honor en París y capacidad suficiente para mostrar su valía.

Su recital no debe dejar en el olvido un nuevo mano a mano de época. Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. Dos héroes de este deporte, dos proyectos de leyenda. Ese ciclismo valiente, que alienta a la épica en cada puerto. Los dos grandes gallos de la carrera llegaron a este Tour a trabajar cada etapa, a valorar cada bonificación. Acompañados de dos equipos dignos de mención, lideraron una nueva etapa salvaje, que no permitió un segundo de respiro. Remataron a todos, como aquel que cumple sus horas de trabajo y se marcha a casa. En su ADN no hay otra que ganar, que atacar, que coronar. El esloveno fue el primero en marcharse en solitario, con el danés soportando su ritmo infernal.

Después fue el maillot amarillo el que coronó en cabeza (con ocho segundos de bonificación), con Carlos Rodríguez a apenas unos metros de los dos gallos del corral. El de Almuñécar sacó pecho por el ciclismo nacional y se postuló por el tercer cajón del podio, el primero para los humanos. Al marcar mismo tiempo en lo alto del puerto, se intuía una llegada a meta sin diferencias, lo que le garantizaba un nuevo día con la vestimenta de líder a Vingegaard.

Pero a ver quién es el atrevido que dilucida a estas alturas quién será el campeón en los Campos Eliseos. Vingegaard-Pogacar, lo mejor está por venir. Una fiesta constante de este deporte, que este sábado se ha encontrado con el cameo estelar de un español que ha llegado para quedarse. Se lleva el triunfo de etapa y el reconocimiento general de un público que vio un nuevo homenaje al esfuerzo con el Col de Joux Plane de testigo.

Día negro de inicio

En lo que pretendía ser una etapa vibrante desde el primer puerto, una caída masiva ensombreció la expectativa. Tras 8,3 kilómetros de una larga salida neutralizada, más de 30 corredores cayeron en una bajada, dejando consecuencias fatales en esta decimocuarta etapa. Antonio Pedrero, del Movistar, fue uno de los primeros en abandonar. Ion Izagirre, que comentó antes del despegue su intención de meterse en la fuga de nuevo y repetir su épica victoria en el Morzine hace años, también se vio afectado, aun sin tener que bajarse de la bici.

A nivel clasificatorio, dos dolorosas pérdidas evidenciaron los estragos que deja una carrera solo apta para superhéroes. Louis Meintjes, decimotercero de la clasificación general, se retiró con la clavícula rota. Unos kilómetros después, Romain Bardet, otro aspirante al 'Top-10', también se fue al suelo teniendo que colgar su dorsal.

Una escapada inestable

Los incidentes previos provocaron el runrún en el pelotón. La llegada bajando era idónea para el triunfo de la escapada y decenas de corredores trataron de meterse en la fuga. Tras un primer intento neutralizado por la caída, que llegó a detener la carrera, hubo un segundo arreón que marcó los primeros puertos de la jornada. Van den Berg, Alaphilippe, Lutsenko... Hombres fuertes buscaron sacar las primeras ventajas con el pelotón.

Y la esperanza española, representada por Mikel Landa, Gorka Izagirre o Aranburu. Una fuga de enorme nivel que no terminaba de formarse. Incluso daba pie a que lo probaran el vencedor de etapa Kwiatkowski o los aspirantes al maillot de la montaña: Pinot, Powless, Ciccone...

El Col de Cou apenas dejó diferencias hasta una bajada más controlada por parte del pelotón. La subida al Col du Feu repitió procedimiento, con los mejores acercándose, alejándose, acercándose, alejándose... Mientras Ciccone apretaba para cazar más puntos de montaña, el Jumbo trabajaba plácidamente para su líder Vingegaard, controlando la carrera y no permitiendo que la fuga crea en el triunfo de etapa.

En busca de una fuga fuerte

La neutralidad antes de Col de la Ramaz relajó al pelotón y la fuga apretó en busca de un triunfo de etapa difícil, con márgenes escasos. Ciccone y Woods vuelven a apretar y se quedan en solitario a 32 segundos del pelotón a 62,8 km de línea de meta. Gorka Izagirre, ya neutralizado, y Landa, incapaz de seguir el ritmo de la cabeza, perdían esperanza de un triunfo nacional.

Menos todavía cuando el pelotón cazó a la fuga a 60 de meta, pero Ciccone volvió a lanzarse en Col de la Ramaz. Poco le duró la alegría al único escapado, que terminó quedándose rezagado ante el ritmo infernal de los hombres del Jumbo. Un día más, todo orientado a que los grandes de la carrera volvieran a llegar en pareja al último puerto. Incluso Pidcock sufría, al borde del colapso, sobre la bicicleta, para aguantar el velocímetro de los gregarios del líder.

El Jumbo destroza el pelotón

Van Aert, a lo suyo, seleccionó el grupo hasta dejarlo en tan solo una decena aún con 40 kilómetros por delante. La carrera rota, al menos, contaba con Carlos Rodríguez y Pello Bilbao en la cúspide y a Simon Yates, Gall o Guillaume Martin trabajando para reincorporarse a la cabeza. Se acabó el atisbo de fuga, todos los hombres de cabeza acompañaban a Vingegaard o Pogacar o bien estaban lo suficientemente bien posicionados en la general para pensar en ahorrar esfuerzos antes del puerto especial que pondría a cada uno en su sitio: el Col de Joux Plane.

Ahí Majka tomó el mando del selecto pelotón tratando de debilitar a Vingegaard. Van Aert, que parecía quedarse, resurgió de sus cenizas para volver a tirar del grupo. Eterno aplauso a los combatientes de primera línea. Jamás coronan, pero se dejan hasta el último de sus alientos en pos del bien de sus líderes. Aún aguantaban bajo ese rol Kuss y Adam Yates. Del resto, sobrevivían Gall, Hindley y Carlos Rodríguez, que continúa dando golpes sobre la mesa. En sus piernas hay un futuro campeón.

Duelo de titanes

A 17 kilómetros de meta y a cinco de coronar el Col de Joux Plane, el de Almuñécar se quedó solo con los dos gallos y sus fieles lacayos. Con el podio en el horizonte y con sus principales perseguidores rezagados. Mientras, Pogacar ordenó a Yates que empujara, lo que sentenció a Kuss, otro héroe caído en combate. El maillot amarillo siguió el rumbo de su perseguidor y su compañero de equipo.

Tras el servicio final de Yates, Pogacar se lanzó hacia adelante, con el liderato de la carrera de meta. Ese sprint terrorífico, imparable para cualquier mortal, incluso para su gran rival por este Tour de Francia. Vingegaard, consciente de ello, no trató de seguirle, sino de amarrarse a su rueda encontrando su propio ritmo. Siempre con el esloveno por delante, el maillot amarillo resistía, esperando esa bajada, ante el delirio de los presentes, consciente de que en sus retinas permanecerá por siempre este duelo de época entre dos valientes en los puertos más salvajes de la ronda gala.

Una moto estorbó a Pogacar en su ataque en el medio kilómetro final de subida y la bonificación se la llevó su rival. En ese pequeño impás de los mejores, Carlos Rodríguez se lanzó a por la gloria y a por el tercer cajón del podio y les alcanzó. Entonces, bajó a conciencia hacia Morzine, como en su día hizo Ion Izagirre. Y ahí entró, sin tiempo para celebrar. 22 años y ya se codea con titanes en puertos de renombre. Todo el futuro por delante y un presente prometedor. El suyo y el de todos. Qué final de Tour.