Vingegaard reconoce que se saltó un control antidopaje, pero ¿por qué no puede ser sancionado?
La visita de los 'vampiros' de la UCI tuvo lugar en 2019, pero el danés no respondió a las llamadas de teléfono ni a los timbrazos en su casa.
En 2019, cuando Jonas Vingegaard aún era un desconocido jovencito que acababa de fichar por el equipo Jumbo-Visma, los vampiros de la Unión Ciclista Internacional (UCI), conocidos así por sus dotes para extraer y analizar la sangre de los deportistas, llamaron al timbre en su domicilio para realizarle un rutinario control de dopaje. Los agentes esperaron y esperaron, pero no hubo respuesta. Nadie abrió al otro lado.
"El timbre no funcionó", explica ahora, cuatro años y muchos triunfos después, el doble campeón del Tour de Francia en una entrevista con el diario danés Ekstra Bladet. "Dejé el móvil en la mesa de la cocina e intentaron llamarme, pero está claro que me fue imposible contestar. Es algo que, por supuesto, no está bien".
La visita de los intermediarios se repitió dos días después, pero entonces Vingegaard sí abrió la puerta de su domicilio. "Me hicieron la prueba", recuerda aliviado, "pero no es bueno tener un control perdido en tu historial. Es algo en lo que pienso a menudo para asegurarme de que no vuelva a ocurrir".
¿Por qué no puede ser sancionado Jonas Vingegaard?
En ciclismo, como en atletismo, tenis y otras tantas disciplinas en las que rige la normativa de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), cada deportista dispone de una aplicación móvil para detallar su paradero exacto. Todos, sin excepción, han de indicar su ubicación a una determinada hora del día. De lo contrario, como le sucedió a Vingegaard, se exponen a que los vampiros timbren en sus hogares sin obtener respuesta.
"Un día estaba yéndome de casa y justo llegaron... ¡Se me había olvidado cambiar la hora en la app!", reconoció a Relevo Carlos Alcaraz el pasado mes de julio, durante el torneo de Wimbledon. Allí, su rival y amigo Holger Rune expuso la realidad de este método antidopaje. "Desde mi balcón no se escucha el timbre, así que tengo que sentarme en la puerta durante una hora a esperar todos los días; así durante 52 semanas al año".
"Es verdad que siempre hay que acordarse, pero cuando estás en casa no es tan complicado"
CiclistaSea como fuere, el sistema afecta a todos por igual. Cada falta supone un 'strike', es decir, una especie de punto negativo. El deportista puede fallar hasta dos veces. A la tercera, la AMA le impondrá el correspondiente castigo por incumplir el código antidopaje.
"No creo que sea tan difícil", admite ahora Vingegaard, que ha superado con éxito entre 60 y 70 controles de dopaje esta misma temporada. "Es verdad que siempre hay que acordarse y puede ser una molestia, pero cuando estás en casa, no es tan complicado".
La sombra del dopaje en el ciclismo es muy alargada
Un año después de aquel test fallido, el danés debutó en una grande con el 46º lugar obtenido en La Vuelta 2020. Luego llegaría el segundo puesto en París, todavía por detrás de Tadej Pogacar, y los dos paseos triunfales por los Campos Elíseos, ya derrocando al tirano esloveno. Desde entonces, Vingegaard no se ha cansado de ganar ni de responder a preguntas sobre el 'doping'.
"Es bueno que nos hagamos tantas pruebas; creo que ayuda", señala en el periódico danés. "Pero en cierto modo es algo que suena vacío para los aficionados, porque hace 20 años también se hacían muchas pruebas".
"Creo que de algún modo los ciclistas todavía pueden hacer trampas, así que no quiero decir lo mismo que se decía en los viejos tiempos, eso de que soy el ciclista al que más controles le hacen cada año. Simplemente me quedo con que no doy positivo", añadió. "Si se hizo lo que se hizo en aquel entonces, la gente va a creer que se volverá a hacer. Al final, es una vergüenza que estemos sufriendo lo que pasó hace 20 o 30 años".
No hace tanto, el pasado 14 de junio, el alemán Michel Hessmann, compañero de Vingegaard en el Jumbo-Visma, dio positivo por un diurético que podría haber enmascarado alguna sustancia prohibida. "No sé cómo llegó esa sustancia a su cuerpo", aseguró el danés. "Pero te aseguro que el mayor temor de cualquier ciclista es que contraigas algo a través de un alimento y que, de esa manera, des positivo sin querer hacer trampa alguna".
"Yo no tomo nada y creo que el resto del pelotón tampoco", sentenció Vingegaard, segundo en la última edición de La Vuelta a España por detrás de su compañero —y gregario— Sepp Kuss. "He podido ganar el Tour de Francia sin tomar nada".