La Itzulia femenina parchea la curva donde Vingegaard casi tira por la borda su temporada
La carrera femenina tuvo muy en cuenta la peligrosidad de ese giro y colocó más seguridad de la que suele haber en una curva así.

En la bajada del Alto de la Oleta en La Itzulia femenina hay un miembro de seguridad con una bandera y un silbato. Cuando llegan las ciclistas, que bajan a cierta velocidad, enfatiza el peligro que se encuentra en ese lugar. Unos metros detrás de su posición se puede ver un quitamiedos de plástico rojo y blanco, una especie de barrera que alerta del peligro y sirve, en caso de desgracia, para amortiguar las consecuencias posibles.
Ellas pasan la curva con cuidado y sin problemas, sin jugársela ni un milímetro de más, una situación salvada sin mayor noticia, como tantas otras que se dan en el pelotón internacional cada año.
En realidad esa curva parece una más, pero a punto estuvo de ser el lugar en el que la temporada de ciclismo perdía buena parte de su fuste. En esa curva de la etapa 4 de la Itzulia no solo hubo una caída, sino que fue una de esas que pudo comprometer la temporada entera. Salieron despedidos a una acequia, entre otros corredores, Vingegaard, Roglic y Evenepoel, nombres tan importantes en el pelotón mundial que ponían en duda el desempeño de toda la temporada, incluido, por supuesto, el Tour de Francia.
La @itzulia femenina acaba de pasar la curva en la que se cayeron en abril Roglic, Remco y Evenepoel. A una velocidad razonable han pasado todas sin mayores incidencias. Oleta 2024. pic.twitter.com/8amck26HRH
— Javier Lekuona (@Lekuezama) May 10, 2024
Cuando ocurre una desgracia, y más con esos nombres, se buscan explicaciones de todo tipo. En este caso hubo un análisis pormenorizado de la curva en cuestión a la que, evidentemente, le faltaba algo de seguridad. El peralte estaba a contrasentido, el asfalto no estaba en el mejor estado, algunas raíces hacían que el pavimento estuviese bacheado y la acequia que corre junto a la carretera lo hacía especialmente peligroso. Todo ello unido a la altísima velocidad a la que marchaban los ciclistas fue una mezcla explosiva que terminó en una desgracia.
En aquel momento hubo dudas de que esa caída no fuese fulminante para la temporada de algunos de los mejores ciclistas del campeonato. Los tres más grandes ya están entrenándose y estarán probablemente en el Tour, aunque los que plantearon estar también en el Giro, como era el caso de Evenepoel, no pudieron acudir a la cita transalpina. Demasiado rápido, demasiado fuerte la caída.
Unos meses después, la curva está marcada para siempre. Ahora los gestores de las vueltas que pasen por ahí saben que esa curva no es una más y que debe ser tratada con especial esmero, porque con la velocidad a la que va el ciclismo de hoy en día, y en un lugar como ese, las consecuencias pueden llegar a ser bastante graves.