FÓRMULA 1

La historia del cordobés que soñaba con la F1 y acabó pilotando el jet privado de Toto Wolff

Álex Toril se reinventó después de una carrera deportiva de más de 10 años, sacó provecho de la pandemia, va camino de ser comandante aéreo y debutará en el Rally Dakar.

La historia del cordobés que soñaba con la F1 y acabó pilotando el jet privado de Toto Wolff
Sergio Lillo

Sergio Lillo

Para Álex Toril (Córdoba, 1996) todo comenzó entre alpacas y con olor a gasolina. Pero no en una postal bucólica con algún tipo de mamífero y con un pajar de fondo, sino en un recinto ferial cordobés, donde, al volante de un pequeño kart al que apenas superaba en altura, comenzó a dejarse sorprender por el mundo del automovilismo. El mismo que 15 años más tarde le rompería el corazón y le llevaría a seguir otros caminos... que acabaron con él en la cabina del jet privado de Toto Wolff, jefe de equipo de Mercedes-AMG F1.

Toril nació en una familia mitad alemana, mitad andaluza, donde su abuela y su madre, Petra Boquoi, habían emigrado desde Alemania y se convirtieron en una de las primeras parejas femeninas en participar en rallies nacionales en España. Su padre, José Luis, un apasionado por las carreras que lleva más de 40 años compitiendo en diferentes pruebas nacionales e internacionales de rallies, les inyectó a él y a su hermano Miguel, seis años mayor, una pasión que no tuvo vuelta de hoja.

Desde aquellos primeros kilómetros al fondo de la parrilla con solo siete años, y doblado por algunos rivales, entre alpacas de paja que hacían las veces de protecciones a las afueras de Córdoba, Álex Toril llegó a ganar en dos escenarios legendarios del automovilismo internacional: Nürburgring y Le Mans. Pero en el camino vivió de primera mano la dura realidad de darse cuenta del inalcanzable apoyo económico que necesitaba para cumplir el sueño de sus sueños: llegar a la Fórmula 1.

Un pequeño Álex Toril en la primera vez que se uso al volante de un kart.  A. Toril
Un pequeño Álex Toril en la primera vez que se uso al volante de un kart. A. Toril

"Mi familia ha sido motorsport total desde siempre. Sobre todo nuestro padre, que obviamente trabajó mucho e hizo una vida de empresario, pero su pasión siempre ha sido el motor y lo sigue siendo. Recuerdo que en nuestra casa todo giraba en torno a ello toda la semana: organizaban las extraescolares y el colegio en torno a las carreras. Por suerte, nuestra madre, que también es copiloto y ha sido una gran apasionada a este deporte, nos mantuvo muy unidos", asegura Toril a Relevo.

"Recuerdo que teníamos un kart y con mi hermano empezamos a rodar en una recta de polígono junto a mi padre. Luego, llegaría el primer circuito, donde nos subieron a un kart pequeñito, con un montón de cojines para llegar a los pies. Pero también tengo recuerdos de esos primeros rallies para ver a mi padre correr con el SEAT Córdoba Kit Car WRC cerca de casa. En cierto modo, nunca tuve una elección porque mi hermano y mi padre competían y yo desde pequeño he visto karts, coches, karts, coches... Nunca tuve la elección de elegir otro deporte o de ver cuál me gustaba más. En su momento creo que eran siete años para tener la licencia, y al día siguiente de cumplirlos ya estaba solicitándola en Madrid en la Real Federación Española de Automovilismo para poder competir en kart".

Álex Toril explica cómo compaginaba el colegio con las carreras. Relevo

Toril fue avanzando en las diferentes categorías de karts, donde llegó a ser tercero de España en KF3 en 2010, con 14 años. Pero la necesidad de compaginar las carreras con el colegio no fue un paseo de rosas. De hecho, recuerda con cierta amargura cómo algunos compañeros de clase y profesores no se lo pusieron nada fácil.

"En el colegio siempre fue un tema complicado, muy complicado, porque es un deporte que desde muy pequeño requiere estar mucho tiempo fuera. Por desgracia, se volvió feo con amigos y compañeros, porque era 'ah, que se salta el colegio, que no viene, que se va con los coches por ahí a jugar'... No te voy a engañar que me alegré mucho cuando lo terminé; fue un buen reto ya desde niño", reconoce.

Álex Toril en su temporada 2014 en el EF3 Open.  A. Toril
Álex Toril en su temporada 2014 en el EF3 Open. A. Toril

En sus sueños empezó a aparecer la Fórmula 1. Eran los tiempos después de que Fernando Alonso hubiese logrado los dos títulos del mundo con Renault, tras acabar con la hegemonía de Michael Schumacher y Ferrari, el ídolo de Toril y para cuyo equipo de karting llegó a correr durante una temporada en Alemania. En 2011 se decidió a dar el salto a los monoplazas, sobre todo por su altura, y debutó en la F4 francesa.

"Sí, por supuesto, si dijera lo contrario, sería mentira. El sueño era hacer buenos resultados, ganar experiencia y si algún día sonaba la campana…. luego no fue así, pero esa era la meta siempre", reconoce. Pero tras tres temporadas entre la F3 española (por aquel entonces denominada European F3 Open), donde logró acabar 5º en 2013, y la FIA F3 Europea, donde se vio castigado por un cambio de motores forzoso de su equipo antes de la primera carrera en el año en el que Esteban Ocon (piloto de Alpine F1) se proclamó campeón y un joven Max Verstappen deslumbró a Red Bull (acabó 3º), llegó el primer punto de inflexión.

Álex Toril sobre cómo Max Verstappen entrenaba incluso fuera de las carreras. Relevo

Primer punto de inflexión: adiós a los monoplazas

"Creo que el recuerdo más complicado es el entender que es un mundo en el que quien va más rápido es el que hace más kilómetros, está más días subido al coche, ya fuera por sponsors o por dinero... el notar que puedes tener cierto talento pero que todo es a base de kilómetros. En el caso de Verstappen, que es el más notable y todos conocen, yo recuerdo de hacer un fin de semana de la F3, haber hecho él un buen resultado y se iba lunes, martes y miércoles con un Fórmula Renault 2.0L a machacar Zandvoort", rememora Toril.

"Fue ver que si queríamos seguir te tenias que gastar X cantidad de dinero y vimos que no tenía sentido, que si se hacía para qué era… ¿ser uno de muchos? La única forma de llegar era invertir muchísimo dinero y estar muchísimo tiempo en el coche. También te das cuenta de que es un mundo de muchas influencias, de quién conoce a quién, de nacionalidades… y cosas así. ¿Adónde iba a llegar? Al final fue un punto de inflexión en el que dijimos que se acababan los monoplazas y estuvimos mirando fuera al mundo de los GT y decidí dar el salto ahí. Fue una decisión conjunta pero yo era el primero consciente de que no tenía sentido seguir en monoplazas porque era una locura todo lo que lo rodeaba. Fue un cúmulo de situaciones. No puedo decir que hubiera frustración porque al ser una decisión propia la vi como una nueva oportunidad, un nuevo capítulo y una nueva fase de mi carrera deportiva. No lo viví de esa manera".

Álex Toril en Nordschleife durante las VLN 2016.  A. Toril
Álex Toril en Nordschleife durante las VLN 2016. A. Toril

Esa segunda oportunidad le llegó en la Porsche Carrera Cup alemana, donde logró incluso un podio, y en la Porsche Supercup, telonera de la F1 en aquel entonces. Y en ese 2015 comenzaron sus escarceos con el Nordschleife, el circuito de los circuitos: 20 kilómetros de una serpiente que sube y baja por las colinas de Eifel y fuente de inspiración para millones de aficionados y pilotos de todo el mundo. Allí logró ganar las 24h de Nürburgring 2016 en la categoría SP7 con un Porsche 991 GT3 Cup.

"Para mí la época de los GT es la mejor de mi carrera deportiva, porque es donde pude demostrar un poco más toda la madurez deportiva que había acumulado. Siempre estaba luchando en las posiciones de delante. Llegué a ganar las 24h de Nürburgring y recuerdo que en aquella época empezaron a limitar a 280 km/h en las rectas por el accidente del Nissan. Nosotros éramos más rápidos en recta que los GT3 y había un video por ahí que Andy Soucek me pasaba al inicio de la recta y luego yo le volvía a pasar. "Si es que vais parados", le decía yo (risas). Esos años fueron los mejores, sin duda, porque estaba delante y luchando por los campeonatos o por las carreras", afirma.

Segundo punto de inflexión: el adiós a las carreras

En 2017 consiguió la oportunidad de dar el salto a las carreras de resistencia con prototipos y fue uno de los encargados del desarrollo de los chasis Norma de LMP3. El estreno de la marca en la Michelin Le Mans Cup fue todo un éxito y Toril llegó a ganar en Le Mans en el fin de semana de las 24 horas, para proclamarse campeón con DKR Engineering tras una temporada estelar con cuatro victorias y cinco podios. Pero el piloto cordobés empezó a verle las orejas al lobo.

"Empiezas a darte cuenta de que dedicas todas tu vida a esto, porque tienes que prepararte para correr, y si luego no ganas nada de dinero, siendo mayor de edad, no quieres vivir de tus padres, quieres tener tu independencia, pagar tu piso, tener tu pareja… Ya depende de cómo lo vea cada uno, pero yo prefería estar viviendo mi vida, que estar siempre dentro del motorsport y vivir un poco esa burbuja, esa falacia de decir que eres piloto profesional. Todo el mundo ha tenido que pagar, con una familia con empresa o un gran sponsor que ha podido financiarle todo el programa deportivo. Pero llegó un momento en el que los que más tenían acababan llegando a la F1, los siguientes en prototipos de Le Mans... y preguntabas a cualquier equipo por un asiento, aunque hubieras ganado las 24h de Nürburgring, la Le Mans Cup, y te decían que sí lo tenían, pero que si tenían otros 10 clientes que pagaban dinero, ¿por qué te iban a pagar a ti?", reflexiona.

A. Toril
A. Toril

"Hice el cambio de chip y vi que podía ser bastante complicado, que un día podías estar aquí y al siguiente, fuera o en la cuerda floja. No había una estabilidad que te permitiera tener una progresión profesional normal como en una vida laboral al uso, comprarte una casa, o un coche, o progresar familiarmente. Por eso decidí colgar el casco y pensar si en algún momento me lo podría permitir más adelante, como es ahora el caso, volver en modo hobby".

Una nueva vida desde el aire

Y ahí comenzó una nueva vida para Toril, ya durante mediados de 2017 empezó a estudiar Administración y Dirección de Empresas a distancia. Pero tras hacer el primer semestre se dio cuenta de que no era su vocación y de que no le llenaba. Así fue cuando dejó que su cerebro vagase por otras opciones, recordó su pasión por volar -su padre también fue piloto hace años- y se decidió por empezar en octubre de 2018 -tras un año donde solo corrió dos citas de las European Le Mans Series- el curso de piloto de aviación.

Para costearse los altos costes de la formación siguió como instructor de conducción de Mercedes-AMG para eventos, después de haber desarrollado con ellos el AMG GT4 en 2017, y los hados del destino hicieron de las suyas. En enero de 2020, antes de la pandemia de COVID-19, coincidió con Toto Wolff, jefe de equipo de Mercedes F1, al final de un evento. El austriaco se paró a charlar con él para preguntarle si seguía compitiendo. Toril le contó que ahora estaba estudiando para piloto de aviación en Salzburgo (Austria) y le dejó su currículum. "Fue estar en el sitio correcto, en el momento correcto y tener esa pizca de suerte que a veces se necesita en la vida", asegura.

Álex Toril habla sobre cómo empezó a pilotar para Toto Wolff. A. Toril

Aprovechando el confinamiento de los siguientes meses, aceleró sus estudios y aprobó todo para sacarse la calificación el 1 de agosto en Dubái. En septiembre de aquel año, con solo 24 años, empezó a trabajar para la aerolínea del difunto Niki Lauda, tricampeón del mundo de F1, y a volar con el jet privado de Wolff junto a un comandante con más experiencia.

Después de dos años y medio compartiendo mil y un momentos con el austriaco y "con medio paddock" a bordo del avión, a principios de 2023 decidió cambiar de aires y tratar de sumar más horas de vuelo para llegar a ser comandante. Aun así, la relación con Wolff sigue intacta y ambos se han emplazado para el futuro, cuando Toril ya tenga los permisos para ser el piloto principal de la aeronave.

Álex Toril, junto a un avión de acrobacias.  A. Toril
Álex Toril, junto a un avión de acrobacias. A. Toril

"Nuestra relación sigue siendo perfecta. No seguí porque él vuela una serie de horas al año, pero son muy pocas y yo para avanzar en mi carrera como piloto necesito sumar más horas para llegar a ser un día comandante. Habría tardado 15 años en ser comandante. Él fue el primero que me animó y me dijo que lo entendía, que si necesitaba ayuda de buscar sitio en otro trabajo, me ayudaba. Me dijo que cuando tuviera la experiencia, si quería volver, que podíamos volver a trabajar juntos. Es una alegría de que esa puerta sigue abierta", cuenta Toril.

Ahora compagina su día a día como piloto de aviación ejecutiva -no piensa en dar el paso a las aerolíneas comerciales- con sus primeros pinitos con aviones de acrobacias y con algún que otro rally raid, con su padre, José Luis, con quien sueña correr algún día el Rally Dakar y ya ha participado en la Baja Aragón. De momento, eso sí, será él quien debute el próximo enero como copiloto de Marcus Winkler en la categoría Challenger (T3). Ahora, sus sueños van día a día, mientras disfruta de la vida, sus hobbies y la tranquilidad de saber que supo cambiar de rumbo a tiempo y esquivar la siempre peligrosa frustración.

Álex y José Luis Toril, en acción en la Baja Aragón 2023.  A. Toril
Álex y José Luis Toril, en acción en la Baja Aragón 2023. A. Toril

"Todo este camino me ha enseñado sobre todo que todo tiene su curso y llega cuando tiene que llegar, a ser paciente y a perseverar, luchar por tus objetivos y saber aceptar que, cuando no llegan, tener claro que has luchado todo lo que tenías que luchar, hacer reset y buscar otras opciones. He tenido la suerte de, al haber estado en el motorsport, ser piloto de aviación de Toto Wolff. Aquella tarde en aquel evento, de no haber tenido ese pasado en el motor, todo habría sido diferente", subraya.

"Si tuviera delante a ese Álex que empezaba en todo esto le diría que tuviera más paciencia, que no se precipitara tanto en sus decisiones, tanto en carrera, como en su trayectoria, que fuera más paciente y meditase un poco más las decisiones. Ese sería el consejo al Álex del pasado".