Fernando Alonso entretiene en el aburrimiento de Max Verstappen

En la vida, la intención es lo que cuenta. Aston Martin es pura ambición aunque, a veces, la Fórmula 1 les lance de bruces algún golpe de realidad. Los datos lo colocan como el quinto equipo de la parrilla aunque ellos miran hacia arriba siempre: buscaron una estrategia arriesgada con Fernando Alonso para llevarle lo más arriba posible aunque solo pudo ser séptimo en otro triunfo aburrido y sobrado de Max Verstappen.

El asturiano entretuvo un insulso domingo del Gran Premio de China: magistral salida, festival de adelantamientos en el tramo final, vuelta rápida quitándosela al campeón y milagrosa salvada de su coche mientras remontaba desde la duodécima posición. Acabó delante de un Mclaren y un Mercedes de nuevo. 

Carlos Sainz mantuvo su consistencia habitual y terminó en la quinta posición. Carrera discreta pero competitiva del español que se repuso de su accidente ayer en clasificación. Sainz no hace ruido pero siempre está ahí. El madrileño partía séptimo, y fue superado por primera vez por su compañero Charles Leclerc, que terminó justo delante.

Verstappen fue, una vez, muy poco enfocado por la realización televisiva porque no da juego de lo sencillas que son sus carreras. Triunfo insultante del neerlandés, que entró derrapando en la línea de meta, aunque el piloto del día fue Lando Norris, que brilló y se coló en el podio de Red Bull. Checo Pérez fue tercero en un discreto domingo para el piloto mexicano.

Un par de resalidas tras coche de seguridad tras el fallo de motor del coche de Valtteri Bottas, un accidente de Lance Stroll y Daniel Ricciardo y las lágrimas de emoción de Guanyu Zhou, ídolo local, animaron el Gran Premio.

Aston Martin fue pura ambición. El equipo británico apostó por una arriesgada estrategia tras el coche de seguridad, que no salió bien. Quisieron dar espectáculo siendo el único coche que montaba el neumático blando tras la resalida del coche de seguridad pero no cuajó. Fue una declaración de intenciones desde el muro queriendo demostrar que Aston Martin mira hacia delante siempre. Su último juego de ruedas medias dio espectáculo.

Alonso logró adelantar a Sainz en la primera resalida pero no pudo con Checo Pérez y Charles Leclerc: se atascó en la quinta posición y de ahí fue cayendo hasta la decimosegunda. Las intenciones fueron buenas pero demasiado arriesgadas: el festival de adelantamientos y la vuelta rápida cuando se lanzó a remontar con su último stint con rueda media solo sirvió para acabar séptimo. Eso sí, delante de Oscar Piastri y Lewis Hamilton, con coches más rápidos.

Esta versión de Leclerc se acerca, tímidamente, a ese piloto que tiene tablas de pelear por cosas grandes. Ferrari lo bautizó hace años como 'Il Predestinato' cargándolo de presión para ser campeón del mundo. Cuando le ofreces a un piloto un contrato a largo plazo en Fórmula 1, su rendimiento se mira con lupa y se castiga cada mínimo error. El monegasco está siendo superado este año por su compañero Carlos Sainz, que se encuentra en el mejor momento de su carrera, y está sufriendo de lo lindo en 2024.

Hasta China. No sabemos si será un punto de inflexión pero Leclerc mostró un gran ritmo de carrera y superó, por primera vez este año, al madrileño. Qué ganas tenía. El monegasco cuajó un completo Gran Premio y terminó cuarto en la carrera. A Leclerc le falta constancia este año para demostrar que el que que viene tiene que liderar en Maranello por delante de un heptacampeón como Lewis Hamilton como compañero.

No es digno compañero de Alonso. Es cierto que el asturiano tritura a los pilotos con los que comparte garaje y que no siempre es plato de buen gusto estar en el mismo equipo que el asturiano aunque sea tu ídolo de la infancia. Lance Stroll completó una carrera muy pobre en China: sin ritmo de carrera y realizando cuatro paradas, una de ellas para cumplir una justa sanción que se llevó tras llevarse por delante a Ricciardo y que le costó dos puntos de su superlicencia en F1.

"Vaya broma", respondió el canadiense cuando se enteró del castigo que se llevaba. Las infinitas entradas en los pits le hicieron perder un tiempo valioso que lo mandó al fondo de la parrilla. Stroll tiene que mejorar mucho si Aston Martin quiere pelear en el Mundial de Constructores con rivales donde los dos pilotos sí se llevan bajo el brazo puntos valiosos cada fin de semana. Alonso está solo en Aston Martin.

Cuando te quejas de que tu coche es tan lento que no puede ni adelantar a un Alpine, mal asunto. El Alpine es uno de los monoplazas más lentos de la parrilla y el Mercedes se sitúa por la media tabla. El caso es que el de George Russell corre mucho y logra pelear con Alonso y los Mclaren mientras el de Lewis Hamilton no puede ni con un lento Alpine. La temporada del británico está siendo un desastre y China ha sido su enésima pesadilla. Empezó con podio en la sprint y acabó noveno, quejándose de cada detalle de su coche.

Atascado en tráfico, Hamilton decidió parar pronto para tratar de adelantar a coches mucho más lentos como los Haas o los Williams. Ayer ya se le notó ante los medios de comunicación muy serio, con la sonrisa que arrastraba el día anterior borrada de su rostro: se clasificó 18º ya que no pudo pasar de la Q1. Hamilton lleva todo el año quejándose de su Mercedes en su último año y en China solo pudo sacar dos puntos de Shanghái.

Fue el ídolo local. Será uno de los días que nunca olvidará. Guanyu Zhou vivió en su casa uno de los momentos más emocionante de su carrera deportiva sino el que más. A pesar de terminar decimocuarto, el piloto chino hizo vibrar al público, a su gente. Con cada adelantamiento, las gradas vibraron con el piloto de Kick.

Una de las imágenes del Gran Premio fueron las lágrimas de Zhou. Cuando cruzó la línea de meta, le organizaron un pequeño altar improvisado para que aparcara su coche. Justo al bajarse del monoplaza, tras quitarse el casco, rompió a llorar de la emoción al ver cómo el público le ovacionaba. Correr en casa en Fórmula 1 es una sensación difícil de explicar.