Estos son los 10 mejores pilotos de la historia de la F1

Los deportes de motor no son aceptados dentro de los Juegos Olímpicos por considerarlos una competición de equipamientos y no de deportistas. Algo que tiene su razón de ser. Sin embargo, los motorsports no se pueden entender sin el factor humano. En el caso de la Fórmula 1, los pilotos son las principales estrellas. Eso es así porque la pericia al volante es una parte fundamental de una carrera de F1. Es cierto que no todos los monoplazas son iguales y que el mejor coche es el que más posibilidades tiene de ganar. Sin embargo, la habilidad de las manos que sujetan al volante no se debe menospreciar. De hecho, en distancias cortas es lo que marca la diferencia.

Los criterios para valorar la habilidad de un piloto de Fórmula 1 son muchos y variados. Por ello, en muchas ocasiones resulta complicado determina qué piloto es mejor o peor. Sobre todo porque, a diferencia de lo que ocurre en otros deportes, la preponderancia de las máquinas hace que el palmarés no sea determinante en la discusión. Los mejores pilotos de F1 no son necesariamente los que más títulos tienen, aunque todos ellos han demostrado el talento suficiente como para granjearse un asiento con posibilidades de ganar. Estos son los 10 mejores pilotos de la historia de la F1.

Michael Schumacher es considerado por muchos el mejor piloto de F1 de la historia. Una fuerza de la naturaleza, caracterizada sobre todo por su competitividad extrema. De orígenes humildes, el Kaiser se hizo un hueco desde abajo. De hecho, Schumi era hijo del regente de un circuito de karts en Kerpen, Alemania. Fue su padre quien le construyó su primer vehículo, con el que empezó a competir. El primer peldaño de una escalera que le llevó a la F1 en 1991 de la mano del equipo Jordan. Ocurrió en el Gran Premio de Bélgica, cuando acudió a suplir Bertrand Gachot. Tuvo que retirarse debido a problemas mecánicos, aunque en la clasificación había logrado un séptimo puesto que no pasó desapercibido.

Flavio Briatore vio en el germano el piloto que estaba buscando y le fichó para el equipo Benetton-Ford. No sin polémica, pues el equipo Jordan contaba con él para la próxima temporada. Sin embargo, el manager italiano no solo le garantizó un asiento para la siguiente carrera, sino que al año siguiente había firmado un contrato en exclusividad con Costworth. Schumacher ganó dos Mundiales con Benetton (1994, 1995) antes de marcharse a Ferrari, donde haría historia al ganar cinco más de manera consecutiva (2000, 2001, 2002, 2003, 2004). Su nombre queda como icono de una época y máximo exponente de la F1 para muchos aficionados.

Los números de Schumacher como piloto de Fórmula 1 son incontestables. Disputó 308 carreras, de las que ganó 91. Schumacher se retiró en 2006 aunque regresó al circo en 2010, con la formación del equipo Mercedes. Su regreso no fue tan triunfal como se esperaba en un inicio, aunque se cree que jugó un papel clave en el desarrollo de una escudería que iba a dominar el Gran Circo poco después.

Cuando se habla de talento al volante, el primer nombre que sale a la palestra casi siempre es el de Ayrton Senna. Sobre todo para aquellos que crecieron en las décadas de los 80 y 90, en la que se convirtió en todo un icono generacional. Sin ir muy lejos, el brasileño es el ídolo de la infancia de Fernando Alonso. El legado de Senna sobrepasa con creces a su palmarés; y no es que este sea malo, ni mucho menos. El de Sao Paulo ganó tres títulos mundiales (1988, 1990, 1991) y cruzó la línea de meta en primera posición en 41 ocasiones. Sin embargo, su figura se caracteriza por un carisma arrebatador y una conducción que le granjeó el apodo de Magic.

Senna brillaba en las carreras más complejas técnicamente, sobre todo si estas se disputaban bajo lluvia. Aunque también corrió para Toleman, Lotus y Wiliams, su nombre quedará siempre unido al del equipo McLaren. Fue con los británicos con los que consiguió los tres campeonatos del Mundo de pilotos que adornan su palmarés. También donde se escribió su particular rivalidad con Alain Prost, una de las más importantes del mundo del deporte.

Lamentablemente, el mito de Senna no se puede disociar de su trágica muerte. De hecho, su final es parte intrínseca de su leyenda, porque deja abierta la pregunta de hasta dónde podría haber llegado de contar con una carrera completa. Senna falleció el 1 de mayo de 1994, cuando tenía 34 años de edad. Lo hizo al volante, tras estrellarse en la curva de Tamburello en Imola, durante la celebración del Gran Premio de San Marino. Se estima que colisionó contra una pared de cemento a unos 218 km/h, en un accidente difícil de explicar a simple vista. De hecho, la Justicia italiana no ofreció una versión oficial hasta 2007, cuando determinó que el accidente se produjo por la fractura de la columna de dirección de su Williams FW36a causa de la fatiga de los materiales.

Fernando Alonso es el caso paradigmático de un piloto cuyo talento está infrarrepresentado por su palmarés. El asturiano es considerado uno de los mejores conductores de la parrilla, aunque no siempre ha militado en equipos punteros de la misma. En total, el piloto español ha ganado el Mundial de F1 en dos ocasiones (2005, 2006). Lo hizo al inicio de su carrera, cuando militaba en el equipo Renault. Sin embargo, cuando le tocó dar el salto a los equipos tradicionalmente grandes de la parrilla, por un motivo u otro nunca consiguió brillar. En 2007, con el mejor coche del Mundial, naufragó a causa de las luchas internas del equipo McLaren. Durante su paso por Ferrari, de 2010 a 2014, tuvo que convivir con la primera época de dominio de Red Bull.

Sin embargo, la grandeza de Fernando Alonso se puede comprobar en la comparación directa con sus compañeros de equipo. A lo largo de su dilatada carrera, solo en dos ocasiones ha quedado por detrás del piloto con el que compartía box: 2007 y 2022. La primera de ellas tiene asterisco. Fue el año en el que el español coincidió con Lewis Hamilton en McLaren. En un curso tremendamente igualado, ambos compañeros terminaron empatados a 109 puntos (el título se marchó a Ferrari, con los 110 puntos de Kimi Raikkonen). Solo el número de poles situó al británico por delante (hizo seis contra las dos del asturiano), ya que los dos también habían ganado el mismo número de carreras: cuatro.

La otra vez que Alonso quedó por detrás de su compañero de equipo fue en 2022, cuando Esteban Ocon consiguió 92 puntos por los 81 del asturiano. Fue una temporada complicada, marcada por los fallos mecánicos del Alpine y la salida del asturiano a Aston Martin. De hecho, Alonso perdió la ventaja con el piloto francés en las últimas carreras del año, en las que estaba enfrentado de manera pública a Otmar Szafnauer, entonces jefe del equipo.

El sitio en la historia de Max Verstappen no se podrá determinar hasta que cuelgue el mono ignífugo de manera definitiva y podamos ver una fotografía completa de su carrera. Sin embargo, a pesar de su juventud, ya se puede declarar sin temor alguno que está entre los mejores de la historia. Hijo de los expilotos Jos Verstappen y Sophie Kumpen, posee la velocidad en las venas. Además, desde que era un niño, su padre le encaminó para ser piloto profesional. No siempre con las mejores formas. En el documental Max Verstappen, anatomía de un campeón, el neerlandés recordó algunos episodios de su infancia muy duros. Como, por ejemplo, el día que su padre le abandonó en una gasolinera tras perder una carrera. "No abusé de él, lo estaba enseñando. Fui duro con él, pero sabía lo que tenía que hacer para ser exitoso en este deporte", se defendió Jos en la cinta.

Sea como fuera, lo cierto es que Max Verstappen se caracterizó desde su más tierna juventud por ser un piloto fuera de serie. De hecho, es el piloto más joven en participar en un fin de semana de Fórmula 1, con 17 años y tres días. También es el piloto más joven en debutar en un Gran Premio, lo hizo en el GP de Australia 2015 con 17 años, 5 meses, 15 días. Dos récords que nadie podrá batir, pues un cambio en los requisitos de la Superlicencia ahora obliga a ser mayor de edad. Precisamente, para evitar que hubiese nuevos casos tan extremos como el de Mad Max. Criado en la cantera de Red Bull, acumula cuatro campeonatos del Mundo con la marca de bebidas energéticas. Siendo, por ejemplo, el piloto que terminó con el dominio histórico de Mercedes en la década de los 2010.

Niki Lauda es uno de los mejores pilotos de F1 de la historia, además de todo un adelantado a su tiempo. El austriaco es el modelo sobre el que se construyen la mayoría de los grandes campeones de la actualidad. Todo un profesional, obsesionado con su profesión y que conocía cada uno de sus coches al milímetro. Algo que ahora es visto como la norma, pero que en la década de los 70, en un mundo de millonarios y playboys, era una excepción.

Lauda participó en un total de 171 carreras, de las que ganó 25. Además fue campeón del Mundo en tres ocasiones (1975, 1977 y 1984). Aunque, evidentemente, hablar de su carrera también lo es hacerlo de su accidente. Sobre todo, porque no hay mejor ilustración del tipo de competidor que era sobre el asfalto. El 1 de agosto de 1976, en una carrera bajo la lluvia, la suspensión del Ferrari 312T2 del austriaco se rompió, lo que provocó su colisión contra las protecciones primero y su posterior choque con Harald Ertl y Brett Lunger después. El bólido quedó envuelto en llamas y se estima que Lauda pasó un minuto en el fuego antes de poder abandonar el vehículo.

El accidente fue tan grave que los médicos le indujeron en coma e, incluso, recibió la extremaunción. Sufrió de fuertes contusiones en el pecho, además de quemaduras visibles en la cabeza y la pérdida de una oreja. Pudo haber fallecido pero, sin embargo, a las seis semanas estaba subido en un F1 de nuevo. De hecho, le compitió aquel mundial a James Hunt hasta la última carrera, de la que se retiró por seguridad debido a la fuerte lluvia que cayó en Japón aquel día. La historia de aquel mundial quedó reflejada en la película Rush (2013).

Juan Manuel Fangio es la primera gran estrella de la historia de la Fórmula 1. En total, el argentino ganó cinco títulos del mundo (1951, 1954, 1955, 1956, 1957). Lo hizo en un mundo muy diferente al actual y, por ende, en una F1 muy diferente a la contemporánea. Por ejemplo, el primer Mundial de F1 se creó en 1950, en un contexto todavía de postguerra tras la segunda Guerra Mundial. Además, las limitaciones técnicas, sobre todo en cuestiones de seguridad, hacían que el automovilismo fuese un deporte de alto riesgo, en el que la vida de los pilotos se ponía en juego en cada carrera.

El Chueco, como era conocido, pilotó para Mercedes, Maseratti, Alfa Romeo y Ferrari. Con todos ellos consiguió ganar, lo que demuestra su talento al volante. Ganó un total de 24 carreras y logró 34 podios. Su repóquer de campeonatos se mantuvo como récord absoluto hasta la irrupción y dominancia de Michael Schumacher. Quizá su dominio pudo ser mayor si no hubiese sufrido un grave accidente en 1952, que le dejó dos temporada fuera de los circuitos. Además, en 1955 sobrevivió a uno de los peores accidentes en la historia del automovilismo. Sucedió en las 24 horas de LeMans, cuando un accidente entre Lance Macklin y Pierre Levegh, propiciado por una maniobra temeraria de Mike Hawthorn, causó la muerte de 83 personas (Levegh y 82 personas del público). El argentino marchaba justo detrás, aunque pudo esquivar la colisión.

A Alain Prost le apodaban El Profesor debido a su metódica manera de correr. El francés era todo un estudioso del deporte y conocía al dedillo cada máquina que le tocó conducir. Fue, además, el máximo rival de Ayrton Senna, cuyo antagonismo está considerado uno de los grandes en la historia del deporte. La historia se vendió como trabajo contra talento, aunque en realidad los dos iban sobrados de ambos. El francés, eso sí, minimizaba errores, mientras que el brasileño era arriesgaba más en cada decisión.

En total, Prost ganó cuatro campeonatos del Mundo (1985, 1986, 1989, 1993). Además, fue subcampeón en otras cuatro ocasiones. Aunque también corrió Renault, Ferrari y Williams, su nombre siempre estará asociado a McLaren. Con el equipo de Woking consiguió tres títulos al mejor piloto a pesar de compartir box con dos históricos como Lauda y Senna.

Para el recuerdo queda la temporada 1989, una de las más icónicas en la historia del Gran Circo. Prost y Senna, teóricos compañeros de equipo, estaban más enfrentados que nunca. También tremendamente igualados. A falta de dos carreras, el francés aventajaba al brasileño en 16 puntos. En Japón, los dos McLaren chocaron. El accidente convertía a Prost en campeón, algo que Senna no quiso aceptar. El de Sao Paulo volvió a salir a pista, aunque lo hizo ayudado por el personal del circuito y cortando la chicane. Cruzó primero la línea de meta, pero fue descalificado. Como consecuencia, El Profesor fue campeón del Mundo aquel año. Aún así abandonó McLaren al considerarse perjudicado dentro del equipo. Aquella maniobra ha sido discutida de manera repetida a lo largo de los años. El consenso general es que Prost se defendió de manera legítima, aunque son muchos los fanáticos de Senna que defienden que causó el accidente buscando una doble descalificación.

Lewis Hamilton es, junto a Michael Schumacher, el piloto con más Mundiales de Fórmula 1 de la historia con siete (2008, 2014, 2015, 2017, 2018, 2019, 2020). Un dato que automáticamente le cualifica como uno de los mejores conductores en la historia del Gran Circo. La historia del británico está unida, eso sí, al implacable dominio de Mercedes en la década de los 2010. El equipo alemán ganó el Mundial de constructores de manera interrumpida de 2014 a 2021. Sin embargo, no todos esos años Hamilton fue campeón. En 2016 fue superado por su compañero de equipo, Nico Rosberg, con 385 puntos por los 380 del inglés. En 2021 Max Verstappen le superó en un Mundial que se decidió en la última vuelta del último GP del año. Dos máculas que sus detractores aprovechan para restarle méritos.

No obstante, la historia de Hamilton comienza mucho antes. De orígenes humildes, con un padre que tuvo que simultanear hasta tres trabajos distintos para poder costear su carrera en el karting, el de Stevenage llegó al Gran Circo en 2007. Lo hizo como piloto rookie para acompañar a Fernando Alonso, entonces vigente campeón y fichaje estrella de McLaren para aquella temporada. Sin embargo, Hamilton respondió muy por encima de las expectativas y le compitió de tú a tú al asturiano. Hasta el punto que en el box del equipo nunca tuvieron claro por quien apostar, lo que produjo que Raikkonen se llevase el título en la última carrera. El año siguiente, ya con Alonso fuera de la estructura, Hamilton fue campeón. Tenía 23 años, 9 meses y 26 días. Entonces, el más joven de la historia (Sebastian Vettel le superó en 2010).

Jackie Stewart llegó al automovilismo de rebote. De niño tenía dificultades en el aprendizaje, lo que le hizo sufrir mucho en el colegio. Años más tarde, cuando tenía 41 años, se descubrió que sufría de dislexia, una condición que comparte junto a su hijo mayor. Debido a su imposibilidad para progresar académicamente, comenzó a trabajar como aprendiz en el taller de su padre, quien había sido piloto de motos aficionado. Allí conoció a Barry Filer, quien sería crucial en su carrera deportiva. No en vano, fue quien le comenzó a llevar a los circuitos. También quien le proporcionó su primer coche de competición, con el que comenzó a cosechar resultados de manera temprana.

Evidentemente, se trataba de un mundo muy diferente al actual. Aún con las condiciones socioeconómicos de la época, la F1 era más accesible que en la actualidad. Stewart se abrió paso a raíz de la Formula 3 y la Formula 2 hasta llegar a la categoría reina en 1965 de la mano del equipo BRM. En total, el escocés participó en 100 carreras, de las que ganó 27 (récord que le fue arrebatado por Prost en 1987) y consiguió 43 podios. Pero, sobre todo, ganó tres títulos Mundiales (1969, 1971, 1973). Además, hasta la irrupción de Hamilton, el escocés volador estaba considerado la gran figura del automovilismo británico, país que posee una especial preponderancia en el campeonato.

*Pilotos todavía en activo, por lo que sus estadísticas pueden variar.