La F1 nos puso el cebo y Red Bull nos lo quitó

Hubo un día en el que soñamos con ver a los Fórmula 1 seguirse unos a otros como si fueran una prolongación del de delante; con disfrutar de múltiples pilotos repartiéndose las victorias fin de semana tras fin de semana; con dejarnos sorprender en los últimos cinco minutos de la Q3. Durante unos meses creímos que sería posible, hasta que un día nos despertamos y nos dimos cuenta de que simplemente se había cambiado la decoración negra y plata por la azul, roja y amarilla.
Aquella tarde de mediados de diciembre de 2021, el final apoteósico de la temporada más caliente que se recordaba desde hacía décadas -dentro y fuera de la pista- pareció ser el aperitivo de lo que estaba por venir. Los máximos dirigentes del Gran Circo habían llevado a cabo una gran operación de marketing tintada con toques técnicos que nos convenció a todos. La nueva era dorada, decían.
Con Ross Brawn al frente -ese gurú que reinó con Michael Schumacher en Ferrari, se sacó de la manga otra argucia técnica con su propio equipo, Brawn GP, y asentó las bases del éxito de Mercedes-AMG- y el regreso del efecto suelo a los monoplazas, junto a la simplificación de la zona por delante de los pontones y los propios alerones, nos hicieron pensar que todo era posible. Incluso las cinco primeras carreras con los nuevos monoplazas parecieron anunciarnos una batalla entre Ferrari y Red Bull, entre Charles Leclerc y Max Verstappen, dos viejos conocidos, dos jóvenes espadas.
La realidad nos fue golpeando poco a poco, fin de semana tras fin de semana, hasta que el neerlandés se apuntó su segundo título mundial con nada menos que 15 victorias de 22 posibles, batiendo el récord que ostentaba Schumacher desde aquel 2004 en rosso. Era una de esas marcas que los que crecimos viendo al alemán competir con Mika Hakkinen primero, para arrasar en los años siguientes, nunca imaginamos que caerían.

2023 nos volvió a hacer creer en las seis primeras carreras, cuando un tal Fernando Alonso se empeñó en luchar contra el orden establecido -como hizo en 2005, en otros tiempos, en otra vida- y regalarnos seis podios de verde Aston Martin... con 41 años. El asturiano estaba en números de campeón del mundo, pero aquel truco de magia también se esfumó ante nuestros ojos. 19 de 22 victorias para Verstappen en la temporada más dominante de la historia de la F1...
Y como cada pretemporada, refugiándonos del frío real del invierno y del filosófico del dominio imperial de un equipo que parecía no tener fisuras -aunque esto último se han encargado de desmentirlo a través de una auténtica batalla interna de facciones de poder-, volvimos a creer. Imaginamos un tercer año de la normativa técnica en el que los 20 protagonistas estarían más apretados que nunca y la alternancia sería real.
Una vez más, nos equivocamos o nos dejamos engañar. Dos dobletes de Red Bull en las dos primeras citas de la temporada más larga de la historia de la Fórmula 1. Todavía estamos a principios de marzo y hasta 2026 no se prevén grandes cambios técnicos en la normativa. El éxito del Gran Circo puede empezar a diluirse tras el boom de Netflix y eso debería hacer sonar más de una alarma en las altas esferas. El marketing, como en tantos otros asuntos de nuestra vida, no lo es todo. Ojalá volver a 2021.