1000 km de viaje para llevarse un disgusto por una pancarta de Fernando Alonso
El segundo puesto del español de Aston Martin en el GP de Mónaco dejó un sabor agridulce en dos aficionados, pero no solo porque la 33 no llegó.

La ilusión de la 33 mueve mareas. Aún no como aquella de color azul Asturias, como el Cantábrico en su costa y el reflejo del cielo en los Lagos de Covadonga y los de Somiedo. Pero 20 años después, Fernando Alonso sigue dando guerra y este fin de semana a punto estuvo de lograr la tan preciada victoria en el GP de Mónaco. Pero no llegó a ver una gran pancarta de apoyo que rezaba Eres el mejor... y lo sabes. Esta es la historia de una lona que desapareció de la noche a la mañana en el lugar más lujoso de la Costa Azul.
Hubo años en los que las camisetas de apoyo al bicampeón del mundo se contaban por miles en los circuitos y que su club de fans no daba a basto con las peticiones de viajes y de inscripciones que le llegaban. Su desembarco en Aston Martin y sus cinco podios en las seis primeras carreras de 2023 han devuelto la ilusión tras un complicado periplo por McLaren y Alpine. Así lo reconocen José Manuel y Antonio (más conocido por su apellido, Simón) a Relevo, dos aficionados que llevan 30 y 20 años, respectivamente, sin faltar al GP de Mónaco y que se han marcado más de 1000 km de ida más otros tantos de vuelta en coche.
Simón, de 59 años, es autónomo de la construcción "hace cases" por los "pueblucos" cercanos a Cangas de Onís (Asturias) y tiene dos hijos. Conoció a José Manuel, de 55 años y mecánico de toda la vida en San Sebastián, hace años en la marea azul y forjaron una amistad que aún perdura. Juntos han vivido "mil y una aventuras de todos los colores".
Su presencia en la Fan Zone de Mónaco se hizo notar desde el jueves, con dos grandes mástiles con sendas combinaciones de la bandera de Asturias y la de España. El primer año de Fernando Alonso en McLaren (2015), ellos dos y otros cinco amigos prepararon una gran pancarta (5 metros x 3) con las dos enseñas, la primera curva de Montmeló y en la que se veía a un Alonso sonriente vestido de McLaren Honda. Eres el mejor... y lo sabes se leía en el trozo de tela, al que solo le faltaba Julio Iglesias guiñando un ojo y con el dedo índice hacia delante. Les había costado 400€. Desde entonces la llevaban allá donde pudieran desplazarse en coche -"en el avión no nos cabía"- y la mostraban con orgullo.
Para esta ocasión, Simón y su hijo habían "tuneado" la camiseta de Alonso con spray y pintura para colorearla del verde Aston Martin, ponerle el dorsal 14, el logo de Aston Martin y la Cruz de la Victoria. Daba el pego perfectamente.
El jueves por la noche, después de que los pilotos se marcharan en lanchas unos, y en moto otros, rumbo a sus hoteles, ambos la colgaron en la salida de la mítica curva de La Rascasse, justo en frente de la entrada a los boxes. Su visibilidad se hizo notar e incluso apareció en fotos de los entrenamientos libres del viernes. Y quizás ese fue el problema...
Ese mismo día por la noche, cuando se marchaban de la cercana Pelousse (zona de hierba y montaña sin asientos fijos desde donde ver la carrera) se dieron cuenta de que había desaparecido. Buscaron por los alrededores, pero ni siquiera en las papeleras más cercanas dieron con ella. Preguntaron primero a unos operarios de las grúas que no sabían nada y después a uno de los policías monegascos desplegados por las calles cerca del circuito para controlar el tránsito de personas y este les dijo que fueran a la comisaría, a unos pasos de la línea de meta y el podio.
Allí, les emplazaron a la mañana siguiente ante la falta de personal disponible. El sábado a primerísima hora tuvieron que cambiar sus planes y madrugar de vuelta al lugar. Pero tras dos horas y después de que la policía revisara las cámaras de toda la tarde anterior la respuesta fue "que estaba muy oscuro para ver quién la quitó".

Y nunca más se supo. Ni siquiera algunos de sus conocidos, como un comisario español, consiguieron saber dónde acabó el trozo de tela con la cara de un bicampeón del mundo de F1. Quizás la falta de autorización para colocarla en ese punto, con vallas de patrocinadores cerca, llevó al Automobile Club de Monaco, organizador del evento, a ordenar quitarla, o tal vez alguien se la llevó de recuerdo. "Nos dijeron que seguramente la habían quitado porque no había autorización para colocarla. Pero ya la habíamos puesto otros años y nunca había pasado nada. Nos sabe mal, porque en la comisaría tampoco mostraron mucho interés en ayudarnos a recuperarla. Pero así es la vida. Fue una carrera chula, aunque queríamos más al final. Seguiremos en busca de la 33", comentan los dos.
Lo que está claro es que estos dos españoles volvieron a disfrutar de otro fin de semana de carreras a pesar del disgusto y vibraron de principio a fin con la batalla en la distancia de Max Verstappen y Fernando Alonso, la lluvia (pertrechados con chubasqueros y paraguas) y las salidas de pista que esta provocó. Suman así otra anécdota más a su amplio repertorio, como aquella vez que llevando todo el baño de la caravana hasta arriba de botellas de sidra y cerveza los gendarmes de la frontera de Francia con Mónaco les pidieron unas cuantas o cuando llegaron en coche con la rueda pinchada desde San Sebastián.
El día que ofrecieron chorizo a Fernando Alonso
"Hace 30 años que viene aquí por primera vez, en autobús litera desde Bilbao hasta Mónaco. Me gasté 7.000 pesetas. Te dejaban aquí el sábado por la mañana y el domingo después de la carrera te recogían. Recuerdo que ganó Ayrton Senna", cuenta José Manuel a Relevo. "Era todo abierto. Bajabas al paddock, veías como quitaban la caja de cambios, la suspensión activa... estabas con todos ellos. Estuve con Joan Villadelprat [ex mecánico y jefe de equipo] a las diez de la noche, que me invitó a echar un ojo, y apenas había una vallita pequeña y estaban todas las piezas del coche desmontadas. No había ningún español más que nosotros".
Simón debutaría en 2004, cuando se hizo socio del club de fans de Fernando Alonso en Oviedo y llegó a montar una de las gradas de Barcelona y preparar la espicha asturiana con la que se alimentaban todos los que se sentaban en ella.
"Con Fernando siempre bien. Una vez le vimos que llegaba en moto al puerto a una fiesta cuando estaba en Ferrari. Le dejamos una notina y le pusimos 'Si tienes un ratín, sube hasta arriba, tomamos un poco de sidra y comemos un chorizo'. Pero no subió. Al día siguiente la había leído y nos dijo '¿Cómo voy a subir ahí arriba? Si subo, me matan'. Y es que en ese momento había muchísima gente en la Pelousse", cuenta con un deje asturiano que tiene un sonido especial en el puerto de Mónaco.
"Otra vez estábamos mirando a los coches pasar y Fernando paró en un semáforo con una moto. Y nosotros dudábamos si era él o no porque llevaba el casco y cuando pasó a nuestro lado nos dijo '¿Qué pasa, no me vais a decir nada o qué?". Y así unas cuantas más, como el fin de semana en Monza que llevaron camisetas de Ferrari con el cavallino rampante transformado en burro, "por lo flojo que estaba el equipo en aquella época" y a punto estuvieron de que los aficionados italianos les echaran de allí.
Ahora toca volver a casa, a la rutina y al calor de la familia, que cada vez que llegan de un viaje cargados de anécdotas les recuerdan que estos son espacios de aventuras con los que soñar en el día a día de trabajo. "Al volver a casa lo primero que nos dicen es a trabajar para recuperar lo gastado (risas). ¿Os lo habéis pasado bien? Pues venga, al lío", sonríen.