Pepe Martí, la joya española bajo el paraguas de Fernando Alonso: "Me da muchos consejos"
El joven catalán es la última incorporación de A14 Management, la agencia de representación del piloto asturiano.
El 12 de junio de 2005, en la espigada isla de Notre-Dame, mirador de excepción de la ciudad de Montreal, Fernando Alonso, líder del Mundial de Fórmula 1, se vio obligado a abandonar en el GP de Canadá tras rozar el muro de la curva 4 en el circuito Gilles Villeneuve. Un mal día para El Nano, que ese mismo año, en septiembre, celebraría su primer título de campeón del mundo a bordo del Renault más icónico de la historia del automovilismo.
Un día después del incidente en Montreal, a 6.000 kilómetros de allí, en Barcelona, nació Pepe Martí, piloto que ahora, casi 18 años después del primer título de Alonso, ha unido su camino al del asturiano para, quién sabe, repetir sus pasos rumbo al Gran Circo del automovilismo mundial.
"Para mí es un privilegio, Fernando ha sido mi ídolo desde pequeño", reconoce Martí a Relevo después de una semana en Asturias, donde compartió convivencia con Alonso y otras cinco perlas del automovilismo que caminan de la mano en el proyecto de formación y representación A14 Management.
"Han sido unos días muy intensos, la verdad. En pocos días nos hemos conocido y hemos hecho karting, fútbol, pádel y otras muchas actividades juntos. ¡Estoy hecho polvo!", añade.
"Hasta ahora no tenía mucho trato con Fernando, pero lo he conocido bien durante estos días y es una gran persona", apunta Martí, sabedor de las etiquetas más recurrentes que se adjudican al asturiano. "La gente que que lo pinta como un tipo seco o egoísta es que no lo conoce. Es muy buena persona, alguien sencillo y normal".
Como muestra, una anécdota. Acostumbrado ya a los grandes monoplazas, Martí llevaba dos años sin subirse a un kart antes de la convivencia organizada por Alonso. Allí, en Llanera, a las afueras de Oviedo, se topó con la realidad: "Me costó bastante coger el ritmo, acabé con moratones por todos lados". El asturiano, más experimentado —fue campeón del mundo de karts en 1996—, aconsejó a su joven pupilo: "Me dijo, 'escucha, aquí tienes que ser más agresivo, aquí tienes que tirar más...'. Nos daba consejos en todo momento".
Martí, claro, creció con Alonso como ídolo. Incluso sin ver sus dos títulos mundiales en Renault. "No sé decir cuál fue el primer Gran Premio que vi de Fernando, porque seguro que mis padres se ponían las carreras mientras yo estaba en la cuna —Alonso ganó sus títulos en 2005 y 2006, cuando Martí tenía uno y dos años—, pero los primeros recuerdos me vienen a partir de 2010, con sus primeras victorias en Ferrari".
Sin embargo, pese a su corta edad, el barcelonés, miembro de Campos Racing, equipo fundado por Adrián Campos, hombre clave en la carrera de Alonso, se confiesa un adicto a las carreras: "He visto muchísimos vídeos antiguos, soy un fanático total. De hecho, sigo en Instagram a una cuenta que comparte carreras de Fórmula 1 antiguas cada día y me encanta".
La Fórmula 1, un sueño en el horizonte
Pase lo que pase, a sus 17 años —cumple la mayoría de edad en junio—, a Martí le quedan muchos peldaños hasta una supuesta llegada al Gran Circo. "Primero tendría que hacerlo bien en la Fórmula 3 y más adelante hacer un muy buen año en Fórmula 2. Es así de simple", declara. Y añade, sereno, con los pies en el suelo: "Hoy en día te piden más que nunca, pero importa mucho el momento, la última carrera; lo hemos visto con Nyck De Vries, que estaba fuera de las apuestas y con una carrera perfecta se ha ganado un asiento en la F1".
Aun así, el objetivo, aunque a largo plazo, está claro. "La F1 es el pináculo del motor. Es donde están los mejores pilotos, los mejores equipos y los mejores ingenieros. Los coches más rápidos están ahí y el coche que todo piloto quiere llevar es el del campeón de la F1 del año anterior", explica con una sonrisa.
Martí es consciente de que alcanzar ese hito, llegar al olimpo del automovilismo, es una tarea muy complicada: "Se tienen que alinear todos los astros y, obviamente, también has de tener un factor económico que, claro, siempre ayuda. Al final, cuanto más sustento tengas, harás más entrenos. Más entrenos es más velocidad y más velocidad son más victorias".
Así, el cúmulo de atributos para sobresalir al volante es cada vez más difícil. "Tienes que intentar ser el mejor con lo que te den", sentencia el joven catalán. "A mí, por ejemplo, los dos aspectos que más me faltan por mejorar son la clasificación, un apartado en el que era bastante mediocre, aunque cada vez me voy sintiendo más rápido; y la presión a los coches de delante, porque el nivel es tan alto que los errores son mínimos, así que tengo que aprender a tocar las narices mejor al piloto que tenga delante".
En Llanera, en el Museo y Circuito Fernando Alonso, Martí ha compartido experiencia con otras perlas del automovilismo mundial. Pilotos que, jóvenes, como él, también sueñan con llegar a la Fórmula 1. Uno de ellos es Nikola Tsolov, el búlgaro sobre el que están puestas todas las miradas en el futuro próximo. "Tiene una cosa que es diferente al resto", cuenta Martí, madurando siempre la palabra precisa. "Cuando está al volante piensa menos que los demás, le nace natural. Sale a la pista a martillo, sin pensar en neumáticos, en desgaste ni en nada. Y eso es muy difícil de conseguir".
Él, mientras tanto, quiere labrar su propio camino aprendiendo de otros pilotos y, sobre todo, de Fernando Alonso, el ídolo que siempre tuvo, ahora a su vera para aconsejarle cuando lo necesite. "Ojalá lograra tener su adaptación como piloto. Es increíble. El otro día fue su primera vez en un OK [un kart con motor diferente a los convencionales] y en cinco vueltas estaba en el ritmo. Lo estuve hablando con Gabriel [Bortoletto; otro de los pupilos de Alonso en A14]. Él estuvo delante de Fernando dos vueltas al comienzo y dijo, 'ostras, voy a su ritmo'. Fernando le adelantó y empezó a meterle más de medio segundo por vuelta. Eso es una barbaridad".
Antes, mucho antes de una posible llegada a la Fórmula 1, Martí, que continúa con sus estudios de segundo de bachillerato en el instituto St. Paul's, se enfrentará a otra prueba importante: la selectividad. "Uf, me da un miedo...", admite con una sonrisa. "Tengo tres findes seguidos de carreras, en Imola, Mónaco y Barcelona, y la Sele el lunes y el martes siguiente", suspira. "Al menos podré acabar la etapa escolar con todos mis compañeros de promoción; y además, justo después cumplo los 18. Merecerá la pena".