FÚTBOL

"Del accidente con Juanito recuerdo que tenía frío debajo del camión y voces de 'No puede ser, no puede ser'"

Lolino, la persona que le acompañaba en aquel fatídico desenlace, y José Fouto, expresidente del Mérida, rememoran al mito blanco 31 años después de su fallecimiento.

Juanito (derecha) se estrecha la mano con José Fouto, expresidente del Mérida. /AD MÉRIDA
Juanito (derecha) se estrecha la mano con José Fouto, expresidente del Mérida. AD MÉRIDA
Manuel Amor

Manuel Amor

La historia del Real Madrid está plagada de leyendas, pero el Bernabéu, el estadio que nunca olvida, solo se acuerda de una en cada partido. El nombre de Juan Gómez 'Juanito' (Fuengirola, 1954) sigue retumbando en cada minuto siete en Chamartín más de tres décadas después de su fallecimiento. Muchos tienen más títulos, pero nadie ha conseguido una gesta igual. Reunió como nadie las virtudes predilectas de Concha Espina (talento, goles, ambición y coraje) y se ganó un sitio especial en el olimpo blanco.

Su vida se apagó fatídicamente en un accidente de tráfico hace 31 años, un 2 de abril de 1992, cuando tenía solo 37 e iniciaba su prometedora carrera como entrenador en el Mérida. Volvía de ver un Real Madrid-Torino de Champions. No quería perdérselo y su madridismo le costó la vida. Aquello cayó como una bomba en la capital y en Extremadura. A Mérida él llegó de rebote, como un favor para paliar sus problemas económicos, y dejó una huella imborrable en menos de seis meses. José Fouto, presidente del club, y Lolino, su mano derecha y la persona que le acompañaba en aquella desgracia, recuerdan su legado en Relevo.

Un 'favor' que dio resultados

Criado en el Burgos, Juanito completó la mayor parte de su carrera como futbolista en el Real Madrid y atesoró un palmarés brillante: cinco Ligas, tres Copas, dos UEFA y hasta un Pichichi. Su estampa no se puede reducir a los números. Era el líder de las remontadas y el autor del célebre "90 minuti en el Bernabéu son molto longo", pero también el jugador de carácter visceral que agredió a un árbitro, escupió a Stielike y pisó la cabeza a Matthäus. Colgó las botas en el 89 y asumió las riendas del Mérida en el 91. Su situación, por aquel entonces, ya era delicada. Fouto y José Antonio Camacho le echaron una mano.

"Yo lo fiché a petición de unos amigos de Málaga. Tenía casi hecho a Camacho, pero me dijeron que Juanito estaba en una situación muy complicada, muy necesitado. Como eran tan amigos, Camacho me dijo que tirase con Juan, que a él no le hacía falta el dinero. Fue un detalle magnífico. Juanito tenía muchos problemas económicos, muchísimos. Más de lo que la gente se piensa", relata el expresidente. Varios infortunios personales y negocios frustrados habían provocado que el 7 estuviese al borde de la quiebra. En 1987, en una entrevista en El País, ya se había sincerado. "Estoy bastante tieso, esa es la verdad. Entre Hacienda y los amigos que me han engañado he perdido 100 millones en pocos años. Pero no, no voy a tener problemas. Tengo capacidad para poder ganar un sueldo importante siendo alguien dentro del fútbol". Por desgracia, se equivocaba.

Camacho trata de frenar una protesta de Juanito a un árbitro.  EFE
Camacho trata de frenar una protesta de Juanito a un árbitro. EFE

A la postre, aquel fichaje, que nació casi por auxilio, se convirtió en una jugada maestra. Era la primera experiencia de Juanito como técnico y salió redonda. "Hizo que el equipo jugase de maravilla. El Mérida era un club pequeño, pero ir con él a cualquier parte de España se convirtió en algo increíble. Fue el primero que nos puso en el mapa", dice Fouto. Su discurso caló de inmediato en el vestuario. Hizo números de play-off a Primera y llenó el Romano. "El partido que más se recuerda fue una victoria contra el Betis, 3-2. Se instalaron gradas supletorias. A nivel mediático era una locura", rememora José Antonio Reina, periodista de la época y autor del libro 'Juanito. Sus 141 días como entrenador'. El impacto, por supuesto, no se ceñía solo a lo deportivo.

"Nos pedían que fuera a dar charlas a colegios de la comunidad y él se prestaba para todo. No tenía pereza. Se montaba con un directivo y se iba a 200 kilómetros a hablar con los chavales. Le encantaba. Para la región, sobre todo a nivel publicitario, fue algo impresionante", asevera Fouto, padre del periodista Isaac. Todo iba rodado, pero la fatalidad se cruzó en su camino.

Troncos en la carretera

Todos recuerdan aquel 2 de abril como un día infernal. Llovía a mares y el aire no ofrecía respiro. La fecha estaba marcada en rojo en el calendario del 7: se jugaba un Real Madrid-Torino en el Bernabéu, con la vuelta de su amigo Martín Vázquez como gran aliciente, y no podía fallar. La casualidad quiso que Fouto no se subiese a aquel coche. "El que iba a ir con él era yo. Por la mañana me surgió un tema de trabajo (poseía una empresa de café) y venía una persona a negociar conmigo. El jefe de ventas me pidió que me quedase, que era un tema importante. Y Juan me dijo que no me preocupase, que se llevaba a Lolino". Lolino era el preparador físico de aquel Mérida y el hombre de confianza de Juanito.

"Nos conocimos ya en Madrid, por medio de Fernando de Mata, preparador físico del Real Madrid en aquel momento. Como yo era de Mérida, me llamó para que cogiese con él al equipo", traslada Lolino. Vieron juntos el duelo ante el Torino y él se puso al volante en aquel maldito trayecto de vuelta. No se percató de que en la carretera, a la altura de Calzada de la Oropesa (Toledo), había unos troncos que provocaron que se estrellasen contra un camión. Juanito dormía en el asiento delantero y murió al instante. Lolino sufrió heridas graves que le mantuvieron durante días en la UCI.

"Del accidente recuerdo muy poco. Solamente que tenía frío cuando estábamos debajo del camión, y algunas voces de 'No puede ser, no puede ser'. Eran de los jugadores del Mérida. Habían ido tres al Bernabéu y venían detrás de nosotros, en otro coche. Me comunicaron la noticia de la muerte de Juanito varias semanas después, cuando me dieron el alta". Eran las 03:00 de la madrugada. Fouto tardó una hora en enterarse. "A las 04:00 me llamó un agente de la Policía Municipal. 'Vente para acá. Ha habido un accidente, pero no ha pasado nada todavía'. Juanito ya estaba muerto, pero no me lo quisieron decir de golpe". La fatalidad quebró una carrera en los banquillos que prometía ir hacia arriba.

El sueño frustrado

El trabajo de Juanito en el Mérida no había pasado desapercibido. Acababa de renovar su contrato unos días antes. Según Fouto, dijo 'no' al Burgos (en aquel entonces en Primera) en señal de agradecimiento. Lolino tiene otra versión. "Sé que hay muchas interpretaciones, pero yo cuento mi verdad. Yo fui ese día a Madrid porque él quería convencerme para que me fuera con él al Burgos la temporada siguiente. Martínez Laredo, padrino de su hijo y presidente del club, se lo había propuesto. Después, él quería presentarse a las elecciones del Madrid y llevar a Juan como reclamo. Esa fue la conversación que mantuvimos en el coche".

Por aquel entonces Juanito solo tenía 37 años. Fouto desvela otro detalle que podría haber cambiado su vida. "En el sepelio, en Fuengirola, al que asistió toda la plantilla del Real Madrid, Ramón Mendoza me dijo que, si no hubiese fallecido, hubiese sido el entrenador del Madrid la temporada siguiente. Era un secreto, pero me lo contó. La muerte le cortó una trayectoria deportiva impresionante", desvela. En lo que sí coinciden todos es en remarcar su extraordinaria calidad humana y su sencillez.

"En Mérida se repite mucho una anécdota de un día frío. Vio a una señora mayor vendiendo cupones y se los compró todos para que fuese para casa", apunta Reina. Lolino corrobora la veracidad del detalle y añade más. "Arrasaba con todo, para lo bueno y para lo malo. Era una persona muy cariñosa y generosa. Nunca me dejó pagar un café a pesar de su situación económica". La vida siguió, pero nunca fue igual. Su huella permanece intacta 31 años después. El Bernabéu no olvida, pero solo le recuerda a él.