El asesinato que llora Colombia 30 años después: "Cuídate porque te pueden matar, no salgas"
Se cumplen tres décadas de la eliminación de Colombia del Mundial de EE.UU. por un 'autogol' de Andrés Escobar, que acabó asesinado. En Relevo recordamos aquel desenlace con algunos de sus protagonistas.

Estados Unidos, junio 1994. Los 'cafeteros' llegaban después de enamorar al mundo entero, no sólo con sus resultados, sino por la alegría e ilusión que provocaba su fútbol. En el país eran tiempos bravos, muy bravos, con Pablo Escobar y el narcotráfico en auge. La selección de Colombia servía de evasión ante tanta violencia y, sobre todo, para sentirse orgullosos de ser colombianos.
Previamente, con Pacho Maturana como seleccionador, habían hecho una más que aceptable Copa América, sin perder ningún partido, y quedando apeados en semifinales en los penaltis frente a Argentina. Después llegaron las eliminatorias para el fatídico Mundial, y un partido histórico en el que se vengaron con un 5-0 de la 'Albiceleste' en Buenos Aires. Córdoba, Valderrama, Freddy Rincón, el 'Tren' Valencia, Tino Asprilla… Y una generación inolvidable hizo que Colombia llegara como favorita a Estados Unidos.
Maturana nos cuenta en Relevo las sensaciones que le dejaron aquellos años: "Conservo la satisfacción de haber tenido un grupo de amigos antes que un equipo de fútbol. Pero un Mundial sólo lo han ganado ocho países, y recuerdo que Beckenbauer me dijo 'Francisco, tienes una buena selección, pero no tienes historia. Tus jugadores no tienen referentes a quienes hayan visto ganar'. Nosotros estábamos construyendo la historia, y para romperla hace falta tiempo, así que le aseguro que ninguno de los que fuimos a ese Mundial se creía favorito. Argentina se reía de nosotros".

Y llegó la hora de la verdad. En el primer partido salieron derrotados por Rumanía y en el segundo encuentro, cayeron ante Estados Unidos con un autogol de Andrés Escobar que les eliminaba de la cita mundialista. En ese momento, la historia de Colombia y la vida de su capitán se partieron en dos.
Escobar era conocido como el caballero del fútbol por su carácter tranquilo, humilde, siempre con una sonrisa y con una gran personalidad, según cuentan sus compañeros. Se rumoreaba que su próximo destino era el Milan de Arrigo Sacchi. Maturana destaca el liderazgo de su capitán, de 27 años, aunque nos explica que "siempre he preferido tener muchos líderes, pero desde el conocimiento, con principios, de los que hacen mejor al otro, y no porque protesten a los árbitros". Y ese era Escobar, que nunca se escondía. De hecho, sabían que el regreso a Colombia iba a ser muy difícil, y esperaban un clima hostil ante la desilusión provocada y unas consecuencias, hasta ese momento, desconocidas.
Ante ese panorama, Maturana ofreció a sus jugadores que permanecieran unos días más en EEUU junto a sus familias y esperar hasta que se calmaran las aguas. Sin embargo, Andrés fue el primero que quiso dar la cara: "Habíamos pasado la mitad del año concentrados y le habíamos quitado mucho tiempo a nuestras familias. Les dije que la calle en Colombia estaba muy dura, que el primero que desenfundara el arma, era el que seguía vivo. Por eso les dije que se dedicaran a recuperar el tiempo en la familia. Andrés se levantó y dijo 'Yo voy a acompañarlos y poner la cara'. Al día siguiente de llegar habíamos planeado para pasar el día en la finca de Hernán Darío, mi asistente. La familia de Andrés todavía no había vuelto de los EEUU. Cuando llegó a Medellín estaba desorientado y quedó con un amigo para tomar algo. Andrés llamó a su novia para avisarle de que a las 19:30 le recogía. Pero se le fue el tiempo y cuando la volvió a llamar, ella le dijo que ya era tarde para salir. Andrés se fue a una disco y no sé qué pasó. Lo que no me cabe es que hubiesen quedado para matarlo, sino que estaba en el sitio equivocado y en el momento equivocado. El autogol podría ser motivo de la disputa, pero no la causa de su asesinato".
Maturana está recordando la madrugada del 1 al 2 de julio de 1994, cuando Andrés Escobar recibió seis balazos que acabaron con su vida. Le impactaron en el pulmón, estómago, cuello y brazo izquierdo.

Tras aterrizar en Medellín, quedó con su novia Pamela, y al día siguiente planearon una salida con otra pareja de amigos, pero ella finalmente no pudo ir porque estaba cansada. Estuvieron tomando algo por El Poblado, un barrio tranquilo frecuentado por empresarios, futbolistas o famosos. Quienes le conocían cuentan que Andrés no se sentía culpable por la derrota y que atendió a varios aficionados que le pedían fotos. Más tarde, se iría a una zona de discotecas. A la salida, en el aparcamiento de la sala El Salpicón, y según varios testigos, un coche paró ante él y se inició una discusión. Hay varias versiones sobre lo sucedido, entre ellas que le gritaron "¡Gracias por el autogol!". Lo que sí es cierto es que apareció un Toyota con varios sujetos, y que Humberto Muñoz comentó desde la prisión en la que pasó varios años por el asesinato de Andrés que él estaba allí durmiendo esperando a su patrón, que oyó el revuelo y disparó sin saber quién era, pensando que era un tipo peligroso.
La investigación terminó con la teoría de una posible mafia de apuestas, o por la presión de los narcos. Faustino Asprilla nos recordó que en aquel vuelo de vuelta a Colombia, Andrés se sentó a su lado para pedirle que por favor se cuidara, ya que el delantero era el que más fama tenía de salir por las noches. "Cuídate porque te pueden matar, no salgas", fue lo último que le dijo su capitán.
“Mataron a Andrés”
Su compañero el Chicho Serna fue uno de los primeros en recibir la noticia. Le llamó Higuita y fueron juntos a reconocer el cuerpo, a la espera de que llegara la familia, que esperaba en EEUU a un vuelo que viajaba en las próximas horas. Maturana relata en Relevo cómo se enteró: "Era madrugada y yo estaba durmiendo. Estaba ilusionado con que al otro día nos íbamos a encontrar. Sonó el teléfono de casa y era Hernán Darío. "Mataron a Andrés". Desde ese momento no pudimos salir de casa y recibimos custodia policial". De hecho, Serna encontró esa mañana una pintada en su fachada en la que se leía "El siguiente sos vo".
Aquella selección no imaginaba semejante desenlace. El mundo del fútbol no les olvida, y para Maturana no han pasado los años: "Me acuerdo de ellos cada día, de Rincón, de Andrés… Benedetti escribía que hay un escenario donde no importa que te separes un centímetro o un kilómetro, y es el de la amistad. Andrés tiene un significado con mi forma de ir por la vida: el respeto".
Le preguntamos cuánto de cierto había en su salto a Europa: "Bueno, hay que reconocer los tiempos que eran. Ahora todos los niños se quieren ir a jugar allí, pero nosotros éramos unos sudacas en los años 90. Cuando Freddy Rincón fichó por el Real Madrid, pintaron una frase en la pared que decía 'Un negro en el Madrid es un blanco perfecto'. Di Stéfano me contaba que le llamaban 'el cacique plumablanca', porque pensaban que todos los sudamericanos eran indios. Recuerdo que en una rueda de prensa en Italia me cuestionaron acerca del narcotráfico en mi país. Les respondí: "Colombia no creó la droga. Cuando era niño, en las películas veía la droga en la Camorra. Díganme entonces ustedes cómo podemos acabar con ella". Y nunca más me volvieron a sacar el tema. Colombia era más que la droga".
Aquella Colombia fue el gran anhelo de un país que se tiñó de sangre y luto aquella madrugada del 2 de julio de 1994. Una fecha fatídica que, a su vez, hace recordar los instantes más alegres y vitales del fútbol colombiano, y el aura de esperanza que yacía entre tanto crimen y terror. Como yació el bueno de Andrés, después de morir dos veces: tras el autogol y en esa una noche oscura para olvidar.
En su tierra se le sigue recordando como la luz tricolor y el capitán del sueño colombiano.