EXPEDIENTE CTA

Las árbitras no pueden hablar ni votar en las reuniones del CTA de los partidos masculinos: "Es una dictadura"

El Comité Técnico de Árbitros (CTA) organiza reuniones semanales para abordar las jugadas de cada jornada en las que las colegiadas que asisten no pueden, como sí hacen sus compañeros, ni hablar ni votar.

Marta Huerta de Aza, primera mujer que arbitrará en Segunda División. /ABC
Marta Huerta de Aza, primera mujer que arbitrará en Segunda División. ABC
Natalia Torrente

Natalia Torrente

Cada semana, el Comité Técnico de Árbitros (CTA) organiza una reunión telemática, que suele ser los viernes, para reunir a todos los colegiados y asistentes de Primera y Segunda División, además de las de Liga F. El objetivo no es otro que repasar las jugadas de la jornada anterior para debatirlas y votar entre todos, cual sería su decisión en cada uno de los escenarios. Una forma de unificar el criterio arbitral para impartir la mayor justicia posible en los terrenos de juego de nuestro país.

Sin embargo, en esos encuentros telemáticos a través de la herramienta Kaltura —que ha venido a dar nombre a las reuniones por parte de los colegiados— las árbitras no pueden ni participar ni tampoco votar en el veredicto individual que cada uno hace tras el análisis conjunto de cada jugada. Están como meras observadoras. Así lo considera y lo establece la cúpula del CTA, con Luis Medina Cantalejo —su presidente—, Antonio Rubinos Pérez —adjunto a la presidencia—, Carlos Clos Gómez —el jefe del proyecto VAR—, Juan Carlos Yuste —responsable de árbitros asistentes—, Alberto Undiano Mallenco —responsable de la comisión de fútbol profesional junto a Clos Gómez— y Manuel Díaz Morales, —secretario—, que lideran dichas reuniones.

Luis Medina Cantalejo, Carlos Clos Gómez y Alberto Undiano Mallenco.  EFE/Juan González.
Luis Medina Cantalejo, Carlos Clos Gómez y Alberto Undiano Mallenco. EFE/Juan González.

Tan sólo pueden hablar si les dan la palabra y, según ha podido saber Relevo tras hablar con numerosas colegiadas, esta temporada, tras 38 jornadas, tan sólo recuerdan una ocasión en la que haya sido así. "Es una dictadura", coinciden. Al preguntarles por qué consideran que se toman estas medidas, algunas de ellas, temerosas, responden: "Quieren imponer y proteger el criterio masculino. Nosotras no pintamos nada".

A pesar de que recientemente se han esforzado en poner en valor el ascenso a Segunda División de Marta Huerta de Aza, la primera mujer en conseguirlo, lo cierto es que en el colectivo sienten temor a pronunciarse ante algo clamoroso. "No quiero problemas", "Si hablo me descienden" o "No te puedo contar", fueron las primeras frases de las mujeres de un colectivo que, a día de hoy, no gozan del mismo trato que tienen sus compañeros por parte de la directiva del arbitraje español. Todas ellas coinciden en que en el CTA hay una cultura arraigada, autoritaria e imponente, difícil de cambiar. "No quieren".

Más allá de las reuniones sobre el fútbol profesional masculino, las árbitras matizan que ellas también tienen sus encuentros semanales para analizar las jugadas de cada jornada de Liga F, con Yolanda Parga —responsable del arbitraje femenino— al frente. A través de la misma herramienta, Kaltura, se reúnen para hablar de las decisiones tomadas y valorar en conjunto cómo aplicar el reglamento. "Aquí sí podemos participar", señalan. Eso sí, no participan, como sí hacen ellas en las reuniones sobre el fútbol masculino profesional, sus compañeros. Algo que podría ser positivo para que todo el arbitraje español caminara en el mismo sentido a la hora de alcanzar un criterio común.

En pleno año 2024, el arbitraje español, liderado por hombres, no permite a las colegiadas participar en las reuniones. Tampoco votar. Su criterio no importa, no cuenta. "Consideran que estamos ahí sólo para aprender de ellos", apuntan. Y lo hacen con miedo a las represalias que puedan sufrir. Presidencialismo y autoridad que evocan la forma de proceder en la RFEF durante los últimos años.