Mi Arteta con 14 años

El domingo anterior estaba viendo jugar al Arsenal contra el Nottingham Forest (5-0), dieron en la televisión un primer plano de Mikel Arteta y me vino a la memoria el Mikel Arteta niño, con 14 años, que conocí en Lezama. Era la temporada 1996-97 y yo entrenaba al cadete del Athletic. Entonces, un club muy conocido de San Sebastián, el Antiguoko, gran cantera de futbolistas, tenía un contrato de colaboración con nosotros, lo mismo que antes y después lo tuvo con la Real Sociedad. Ese año destacaban dos chavales, Mikel Arteta y Mikel Yanguas y los incorporamos. Como eran prácticamente unos niños decidimos que hicieran con nosotros la pretemporada y luego solo se entrenaran en Lezama los miércoles. Venían en un taxi y después volvían a San Sebastián. El resto de la semana se ejercitaban con su equipo y jugaban regularmente el campeonato.
En Navidad jugamos un torneo contra la Real Sociedad, el Real Madrid y el Barcelona. Arteta estaba lesionado, pero su nombre ya sonaba a nivel nacional. Continuó esa temporada con nosotros y el Barcelona se dirigió al Athletic y pidió permiso para que Arteta realizara una prueba con ellos en La Masia. José María Amorrortu, que era el responsable de la cantera, accedió. Probó y le ficharon. Allí se quedó.
Recuerdo perfectamente a aquel chaval menudo, debía medir 1,63. Técnicamente ya destacaba. No había que ser un lince para darse cuenta. Lo que más me llamó la atención de él es que entendía el juego. No era rápido, pero no perdía el balón casi nunca y siempre lo jugaba con sentido. Conducía bien, pero sobre todo elegía bien. Solíamos verlo todos los partidos con el Antiguoko y le corría el balón. Su posición idónea era la de interior, más que la de mediocentro como tal, pero como jugábamos un 1-4-4-2, jugaba por dentro. En un 1-4-3-3 hubiera sido un interior claro porque le gustaba asociarse con el mediocentro y también dar pases decisivos arriba. Desde luego, no era una mediapunta al uso. Le gustaba jugar de frente, de espaldas le costaba más.
Con 14-15 años no se puede decir que un chaval va a jugar en Primera, ni mucho menos aventurar que puede llegar a ser un entrenador de éxito. Lo que sí se podía intuir, puestos a ello, es que alguien con esa inteligencia con el balón y con ese entendimiento del juego también puede desarrollar la facultad de enseñar a entender el juego a los demás.
Pasó directamente de nuestro cadete al juvenil del Barça la temporada siguiente. No creo que se pagara nada por él. Entonces, con el cambio de residencia, se podían marchar los jugadores. Lo que sí recuerdo es que, aunque era a Arteta a quien habían venido a buscar, no se fue solo. Se marcharon con él a la Masia, Mikel Yanguas y Yon Álvarez, el hijo de Diego, el gran interior de la Real Sociedad de las dos Ligas, parte de aquel centro del campo mítico, Diego-Alonso-Zamora.
En el Athletic teníamos un jugador del año 83 -Arteta era del 82- que venía como un tiro y jugaba más o menos en esa posición, Jonan García, que después jugaría en Primera con Valverde de entrenador. Se entendió entonces que ese puesto podía estar bien cubierto y no se le cortó las alas.
Por supuesto, he seguido y sigo todos sus pasos muy de cerca. Desde que se fue al París Saint Germain y jugó al lado de Ronaldinho con Luis Fernández como entrenador. Luego vino a la Real Sociedad porque se iba Xabi Alonso al Liverpool. No cuajó, jugó poco. Curiosamente, el entrenador era José María Amorrortu, que le conocía bien de su etapa en el Athletic.
Fichó entonces por el Everton y estando allí, con Moyes de entrenador, que después entrenaría a la Real Sociedad, me puse en contacto con él por medio de mi representante, Iñaki Ibáñez, que es también el suyo, y me facilitó la posibilidad de visitar las instalaciones de Goodison Park y presencié en directo un par de entrenamientos. Desayunamos, comimos juntos y me contó cómo era el fútbol inglés por dentro. Ya se le notaba un apasionado de la Premier y de toda aquella atmósfera. Yo diría que ya era medio british. Ahora lo será más.
Cuando ahora veo jugar a este gran Arsenal, le identifico claramente con las señas de identidad futbolísticas que Mikel me contaba que le gustaban cuando pasamos aquel día juntos. El juego de ataque, rápido, la movilidad de los jugadores sin guardar unas posiciones fijas, el balón como referencia... Mantiene el estilo que exhibía como jugador, pero le ha inyectado el vértigo del fútbol británico. Supongo que le habrá servido de mucho haber entrenado al lado de Guardiola. Habrá sido para él un aprendizaje ultra rápido porque, además, defienden los mismos criterios. Les gusta el mismo fútbol.
Me alegro de que le vaya tan bien porque Mikel es uno de los nuestros, de casa.