Indagando en los ascensos más surrealistas del fútbol español: "Temí por mi vida varias veces"
Viajamos hasta un Lugo-Sant Andreu, un Las Palmas-Córdoba, un Granada-Elche y un Betis-Sporting para recordar algunas de las escenas más ilustres que implicaban subir de categoría.

Levante-Alavés. Solo puede quedar uno. El ganador se lo lleva todo. Ambos se juegan este sábado una plaza en Primera División. El que gane, volverá con los mejores. Una sensación indescriptible. Un éxito que se festeja a la altura de levantar trofeos. El segundo se quedará en el camino. Los gestos de decepción serán inevitables, aunque tendrán más oportunidades. No obstante, el enorme valor del premio lleva a duelos de enorme tensión. Es el precio al "solo vale ganar". Pese a que la deportividad es bandera de nuestro fútbol, no siempre se ha dado así. De hecho, a lo largo de la historia se han logrado varios ascensos tan rocambolescos y surrealistas como condenables en otros aspectos.
A lo largo de estas líneas, cuatro finales imposibles de olvidar. Más todavía por sus protagonistas. Lo que vais a leer a continuación responde a la clásica expresión de que la realidad supera a la ficción. Una patada en los testículos a un árbitro, sanciones gravísimas perdonadas por unas elecciones en la Federación, entrenadores "indignos", la Policía como escolta, "temer" por sus vidas, agresiones a futbolistas, invasiones antes de tiempo, goles en el 97', visitar la caseta del árbitro antes de celebrar un ascenso ya consumado, un ascenso inesperado en la radio... Anécdotas que perdurarán por siempre en las retinas de aquellos allí presentes y que forman parte de la historia del fútbol español. Pero cabe recordar lo anterior. Independientemente de lo que sucediera, solo el ganador se lo lleva todo...
Las Palmas-Córdoba: una celebración antes de tiempo con consecuencias fatales
Año 2014. Las Palmas y Córdoba se enfrentaban en el Estadio de Gran Canaria tras el 0-0 en la ida en la gran final del playoff de Segunda División. El equipo canario ganaba 1-0 en el minuto 92 y la afición ansiaba el momento de festejar con los suyos, incluso sobre el terreno de juego. Pero cometieron un grave error, que, desgraciadamente, no fue de unos pocos, sino de decenas y decenas de seguidores allí presentes. Saltaron al césped, cuando el partido ni siquiera había terminado. De hecho, quedaba más de un minuto para su conclusión. Invadieron las fronteras reglamentarias. Insólito.
El árbitro era Sánchez Martínez, que lidió con el asunto de la mejor forma posible. En su situación, podría haberlo suspendido, dando pie a una circunstancia impredecible. Pero decidió poner calma, hablar con el delegado de Las Palmas y proceder junto a los cuerpos de seguridad al desalojo de los que habían saltado rumbo a las gradas. Incluso Miguel Ángel Ramírez, presidente local, bajó al césped para dialogar con el colegiado de la contienda. Iago Bouzón lo recuerda: "Para mí el árbitro tuvo muchísima personalidad. Lo fácil, con la que había montada, era acabar el partido. Yo cuando vi saltar a aficionados, pensé en que no le coaccionaran para que acabara el partido. Me pasé esos minutos diciéndole que aguantara. Los jugadores de Las Palmas le decían que acabara ya. Es normal. Pero es de agradecer que no tirara por el lado fácil. Llevó el partido al 97', que es lo que debía ser".
La afición, mientras, continuó pecando de irresponsabilidad. Desde las gradas seguían bajando personas, pese a que el partido estaba detenido. Incluso los jugadores de Las Palmas pedían por favor a sus aficionados que volvieran a las gradas. Tras la intervención de la Policía, se logró que los seguidores estuvieran aislados, en un rincón del terreno de juego y sin presunto peligro de que volvieran a entrar al campo con el partido en juego. Presunto porque las imágenes no mostraban una plena seguridad para los futbolistas.
Pero había que tomar una decisión exprés y la suspensión o el desalojo total del estadio no estaban sobre la mesa. Por cuestiones logísticas, tampoco existía la posibilidad de que los que habían saltado al campo volvieran a sus asientos. El partido se pudo reanudar, tras un parón de varios minutos y con cientos de conversaciones de los protagonistas entre medias.
Efectivamente, aún restaba más de un minuto de partido y no hay sensación peor que dar por hecho algo y que finalmente ocurra lo contrario. Pelayo puso el balón al área, Raúl Bravo remató, Barbosa repelió y Uli Dávila remachó en línea de gol. Era el empate, que en realidad, por la antigua norma del valor doble de los goles en campo rival, suponía el ascenso. El Córdoba ascendió después de que los aficionados de Las Palmas hubieran celebrado sobre el césped el ascenso. Ver para creer.
Por supuesto, la mayoría de seguidores que habían saltado al terreno de juego previamente, y que se encontraban en una especie de corralito improvisado por la Policía, volvieron a correr a la pista nada más marcar el gol el Córdoba. Sánchez Martínez señaló un confuso final y se fue, acompañado por la seguridad, corriendo al vestuario junto a sus asistentes. Las imágenes son impactantes. En su carrera hablaba el miedo y una situación que jamás debió producirse. "No es que sintiéramos miedo, es que es lo que pasó. Hubo aficionados que agredieron a jugadores. No pudimos celebrar. Nos abrazamos y nos fuimos. Había gente insultando y dando patadas a los nuestros. Y escupiendo", cuenta Iago Bouzón en Relevo.
🙋♂️ ¡Buenos días, cordobesistas!
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Hoy se cumplen cinco años de aquel gol de Uli que nos devolvía a Primera División cuando parecía que estaba ya todo perdido. #Volveremos
📸 @cordoba pic.twitter.com/vyx0xcowMd
Los "aficionados" comenzaron una batalla campal, con lanzamiento de objetos y poniendo en jaque la seguridad de los protagonistas. Los futbolistas del Córdoba, que sí habían podido celebrar el gol sobre el césped, rápidamente pusieron rumbo a los vestuarios. Entonces sí, tocaba celebrar. Había muchos motivos para ello y la temporada había resultado agotadora. Se lo merecía, aunque segundos antes chocaran contra una realidad imprevista e indignante. Tal fue la confusión que ni siquiera fueron conscientes de si había acabado el partido. De hecho, Bouzón reaccionó así: "Lo primero que hice al bajar fue ir corriendo al vestuario del árbitro, que estaba custodiado. Le pregunté si había pitado el final o había suspendido el partido. No me dio por celebrar. Me sacaron, pero nuestro delegado nos confirmó que el partido se había acabado".
El jugador también recuerda en este medio la emoción y la belleza que acompañó al incidente: "Con la alegría que tenía no era consciente del peligro. La gente estaba muy enfadada, pero yo era la persona más feliz del mundo. La felicidad era mucho mayor que el miedo". Pese a que a ojos del mundo todos observaran el conflicto con la afición de Las Palmas, dentro del vestuario del Córdoba sabían que aquel ascenso había significado muchísimo más. El equipo se clasificó para el playoff como séptimo debido a que el Barcelona B, por su condición de filial blaugrana, no podía disputarlos. Pero el acceso tuvo miga: "No hay nada como un ascenso. Es más bonito incluso que un título. Esa semana intentas darle normalidad, pero es imposible". No lo dice cualquiera. Lo dice un jugador con tres ascensos de Segunda a Primera, que ha levantado copas en Chipre. "Me llegué a pensar que estaba chupado", ríe.
En la última jornada, el Córdoba tenía como reto imitar el resultado del Recreativo de Huelva para sellar su clasificación para las eliminatorias por el ascenso. No pudo pasar del empate en casa contra el Mallorca y le quedaba cruzar los dedos para que el rival tampoco consiguiese el triunfo. El Decano del fútbol español visitaba al Sabadell, que también guardaba alguna opción de séptima plaza. En la recta final del encuentro, el portero local Nauzet Alemán fue expulsado y el Recre no fue capaz de marcar en el descuento con un jugador de campo de portero.
GOOOOOOOOOOOOOL de Uli Dávila y FINAL del partido. El Córdoba logra el empate a uno en el último segundo. ¡SOMOS DE PRIMERA! #LasPalmasCCF
— Córdoba CF (@CordobaCF_ofi) June 22, 2014
Esa inyección de moral, sobrevivir al casi imposible, motivó al Córdoba rumbo a la final por el ascenso. En las semifinales, derrocó al Real Murcia, con Las Palmas venciendo al Sporting de Gijón. Tras firmar el 0-0 en el Nuevo Arcángel, la vuelta acabó dando la ansiada plaza a los andaluces. Y Pelayo Novo, ahora fallecido, le dio a los suyos la fe que requerían para lograr la hazaña. "La gente se queda con el gol en el 97'. pero hay muchísimo detrás: lo de Pelayo, pelear por el descenso, la última jornada... Es una de las historias más bonitas que se han dado en el fútbol, creer hasta el final. A la gente buena le pasan cosas maravillosas", recuerda Bouzón.
"Lo primero que hice al bajar al vestuario fue ir a la caseta del árbitro"
exjugador del CórdobaPelayo Novo quiso viajar junto a sus compañeros pese a tener una lesión en el codo que le impedía participar. Cogió el avión, pero ni siquiera llevaron su camiseta. Estaba completamente descartado para el encuentro. Se entrenó, se ejercitó con el resto y rindió a tal nivel que quiso formar parte del grupo. Cosas de la vida. El presidente, que viajaba después, llevó su equipación. Finalmente, Pelayo Novo fue uno de los héroes de un ascenso soñado y envuelto en las imágenes más rocambolescas que se recuerdan. Iago Bouzón se despidió en la llamada, enterándose de que había otras grandes historias que narrar. Eso sí, apuntó: "A este ascenso de raro no le va a ganar ninguno".
Lugo-Sant Andreu: una roja por simular un penalti clarísimo y una patada en los testículos del árbitro
Hay que remontarse a 1992 para vivir una de las actuaciones arbitrales más polémicas de todos los tiempos en el fútbol español, considerada, en su momento, con la magnitud que a posteriori supuso la de Al Ghandour. Lugo y Sant Andreu se enfrentaron por una plaza en Segunda División en el Anxo Carro. Hasta el encuentro, las aguas navegaron con relativa tranquilidad. Nadie esperaba lo que estaba por venir, que concluyó con una patada en los testículos del colegiado. ¿Imagináis que eso ocurriese a día de hoy? Las críticas al VAR están justificadas, pero conviene no olvidar de dónde venimos. Antes, los árbitros, en décimas de segundo, debían tomar decisiones en ocasiones muy complicadas. Este duelo es el mejor ejemplo de ello.
En la primera mitad, Calderé, jugador del Sant Andreu, recogió un balón en el interior del área, a escasos metros de la portería y con todo para marcar. Es cierto que no se tomó demasiada prisa. Cuando por fin iba a rematar y a convertir, fue derribado por detrás. Sonó el silbato de Japón Sevilla, el colegiado del partido, y los futbolistas visitantes prácticamente celebraron la oportunidad para marcar y la probable expulsión del adversario. Nada más lejos de la realidad, el árbitro sacó amarilla al jugador caído por presuntamente simular. Suponía, además, la segunda cartulina y, por tanto, la roja. "Por supuesto que me equivoqué en la acción de Calderé. Evidentemente veo las imágenes y reconozco mi error. Un solo error no puede manchar todo. Sería injusto que pasara eso con un futbolista por fallar un penalti. El error viaja en la maleta del árbitro", cuenta Japón Sevilla en Relevo.
Con casi todo el partido por delante, el Sant Andreu se quedaba en inferioridad numérica y fuera de casa. Quedaron muy tocados, por debajo en el marcador y con escasas posibilidades de lograr el ascenso. Tiraron de orgullo y Antonio Rueda puso las tablas. Se las prometían felices, pero unos minutos más tarde Alvite logró el gol de la victoria definitivo.
Por supuesto, aquella polémica decisión de Japón Sevilla no había quedado impune para los representantes del Sant Andreu. La Policía tuvo que proteger al árbitro y Puncho, futbolista visitante, se las ingenió para propinarle una patada en los testículos. También hubo más insultos recogidos en el acta: "Eres un cabrón y un hijo de puta", "chorizo", "ladrón" o "estás comprado". Incluso Calderé cargó con dureza contra él recientemente. El árbitro, sin embargo, prefiere pasar página: "No me parece normal que una persona de la trayectoria de Calderé, 30 años después, se acuerde y diga que soy la persona más ruin que se ha encontrado en su vida. Yo le arbitré después. Se perdió una final de Copa de Europa por expulsión y no fui yo el que le expulsé. Me parece muy pobre por su parte. Yo no tengo nada que perdonar, aquello pasó a la historia y no merece la pena".
"Por supuesto que me equivoqué"
árbitro del Lugo-Sant AndreuEl asunto no quedó ahí: también rompieron la puerta del vestuario, los jugadores rompieron a llorar de impotencia... "Tras el final del partido, se desató la furia de todos. Se lió la marimorena. Me dieron una patada en los testículos cobardemente, mientras iba protegido por la Policía. Parece que iba detenido. Menos caballero, ese futbolista tenía de todo (Puncho). Calderé estuvo a punto de agredir a un policía. Rompieron cristales de mi vestuario. Lo pasé muy mal. Son cosas que no pueden ocurrir", cuenta el colegiado de aquel partido.
Joan Gaspart, que para entonces era mecenas del Sant Andreu, compareció a posteriori: "Me alegro de no haber ido a Lugo, ahora estaría detenido en comisaría". Japón Sevilla cuenta que, años después, el mandatario le pidió perdón. El club, por supuesto, reclamó sus derechos ante los tribunales correspondientes. Fue una impugnación sin éxito. Al menos para sus intereses, los agresores quedaron impunes tras la reelección de Ángel María Villar como presidente de la Federación: "Fue una salvajada que quedaran impunes. Se reeligió a Villar y hubo una amnistía. Se quedaron sin castigo. Se me quedó una cara de decepción… Y otros de satisfacción".
Los futbolistas también explotaron. Juan Díaz desveló: "Ha sido un atraco tremendo, de metralleta. Un linier se reía de mí y decía que no íbamos a ganar". O Jordi Gonzalvo, el técnico: "Hubo negligencia y robo a mano armada. Nos eliminó el árbitro". Japón Sevilla se equivocó, él mismo reconoce que pudo pitarlo. Pero no lo vio. Entonces, no había VAR, era todo cuestión de segundos. Pese a ello, Japón Sevilla no perdió las ganas: "Un árbitro nace para arbitrar, no para una final, que es un premio a tu trayectoria. El árbitro se siente realizado partido a partido. Antes no teníamos medios, ni ayuda. Éramos nuestros propios psicólogos. El que es árbitro muere árbitro. Recomendaría a todos los chavales que se metieran en esto. Somos deportistas y un gran colectivo. Merece la pena. Aquello me hizo tener más ganas de demostrar". Ah, y de lo que nadie se acuerda: subió el Lugo.
XXV Aniversario do primeiro ascenso do @CDeportivoLugo a Segunda División. Velaquí o programa. pic.twitter.com/XVcf8FTdox
— Lugoslavia (@lugoslavia) June 9, 2017
Granada-Elche: guerra Bordalás-Fabri y un "he temido por mi vida en varias ocasiones"
Probablemente menos recordado, pero no por ello menos digno de mención. Lo extraordinario de aquel Granada-Elche es que no ocurrió nada. Ningún penalti polémico, ningún protagonismo arbitral... Tan solo dos equipos dispuestos a darlo todo por una plaza en Primera División y una tensión lleva al extremo. Ocurrió en junio de 2011 y doce años después, sus protagonistas lo recuerdan como si fuera ayer.
"Recuerdo temer por mi vida en varias ocasiones", desvela en Relevo Fabri, técnico de aquel Granada. Los nazaríes son los que lograron el ascenso tras el 0-0 de la ida en Los Cármenes y el empate a uno en el Martínez Valero. Era el estreno del playoff en Segunda División y ni el más pesimista de los que tomaron aquella vibrante decisión imaginaba que se pudiera desbordar la tensión hasta esos extremos por parte de ambos bandos.
"Fue una guerra total. Nos quedamos en Alicante para estar alejados. Trataron de venir a despertarnos al hotel y montar jolgorio. Fuimos por unas carreteras secundarias escoltados por la Policía. Aquello fue terrorífico. Nos tiraron piedras. Sabían por dónde íbamos. Sinceramente, hubo momentos que temí por mi vida. Suerte que me echaron en el minuto 90 porque si no no hubiera ni llegado al vestuario. Hubo agresiones. A Roberto le pegaron hostias criminales. Tuvieron que escapar. No pudimos salir en dos horas. Entiendo su enfado porque lo tenían todo de cara, pero lo pasamos muy mal. Temí por mi vida en varias ocasiones", cuenta Fabri en Relevo.
Solo hay que partir de la base de que el Granada apenas pudo festejar sobre el terreno de juego. Fueron escoltados por la Policía a los vestuarios tras una tangana. Varios jugadores visitantes, como el caso de Roberto, llegaron a ser agredidos por "aficionados". El portero recibió hasta dos puñetazos. Afortunadamente, el asunto no pasó a mayores: "El vestuario fue un hervidero. Fue la ostia: alegría, saltos, abrazos, cánticos, bailes. Todo lo que pueda decir es poco. Aunque echábamos en falta celebrarlo con nuestra afición".
Ya en la previa, se lanzaron piedras contra los autobuses de los equipos. En Granada, contra el Elche. En Elche, contra el Granada, con lunas rotas por el camino. En la ida, los futbolistas visitantes también fueron recibidos con máxima tensión y se necesitó la intervención de la seguridad. Incluso se sospechó de que David Sánchez, jugador del Elche, tenía contactos con el Granada. Bordalás le dejó fuera "por decisión técnica" y aquello jamás se llegó a demostrar. Tras la conclusión de la vuelta, los espectadores tardaron cerca de 40 minutos en ser desalojados por la Policía e incluso en el interior de los vestuarios hubo reyertas. El partido ya había sido declarado de alto riesgo y sus protagonistas lo vivieron casi con tanto miedo como júbilo por la hazaña lograda.
"Temí por mi vida en varias ocasiones, pensábamos que nos iban a matar"
Exentrenador del GranadaDe hecho, el Granada llegó al playoff de forma inesperada, tras subir desde Segunda División B el año anterior. La confianza del equipo era plena, como bien remarca Fabri: "Yo nunca dudé. Dije una frase que se convirtió en mítica: "El Elche tiene agua en su prado y a ver cómo la saca'. Fuera decíamos que queríamos conseguir los 50 puntos para salvarnos, pero dentro… No veas el veneno que escupíamos. Teníamos la baza de venir del barro". Precisamente el técnico fue uno de los grandes protagonistas de la tensión vivida, en un choque de altos vuelos con Bordalás.
El ahora entrenador del Getafe acusó de "indigno" a Fabri por su comportamiento a lo largo de la eliminatoria. Incluso le acusó de hacer un corte de mangas al banquillo del Elche, cosa que él desmiente en este periódico. "Cortes de mangas nunca hubo, ahí están las imágenes. Gestos que puedan ser reprochables hacia el banquillo del Elche, pues posiblemente sí. Sabíamos los que nos jugábamos y contra quién competíamos. Ahí competíamos para desestabilizar. Sabíamos cómo era el Elche y cómo era Bordalás. No le estoy criticando, de hecho ensalzo todo lo que ha hecho estos años. Se tiraban, se volvían a tirar, perdían tiempo, las pelotas desaparecían… Jugábamos con nuestras bazas desde todos los frentes".
Quique Pina, presidente del Granada, también lanzó una grave sentencia sobre Bordalás, al que acusó de instar a sus jugadores a entrar al vestuario rival a por los jugadores del Granada. El mandatario contrario, Juan Carlos Ramírez, admitió que tuvo otro rifirrafe con Fabri: "Hemos tenido infinidad de provocaciones. No vamos a descubrir ahora quién está detrás de este club y quién es Fabri". No tuvo reparo en reconocer que, incluso, se había dirigido a él en los siguientes términos: "Eres un hijo de puta". Fabri añade que la tensión no se acabó en el terreno de juego: "Dentro del vestuario vino una avalancha de gente. Yo dije: "Aquí nos matan". Pina tenía guardaespaldas y había policía. Conseguimos cerrar la puerta del vestuario a cal y canto porque pensé que nos iban a matar. Dos horas después pudimos saltar al campo a celebrarlo con nuestra afición".
Betis-Sporting: la emoción de caída y gloria en cuestión de dos minutos
Año 2015. Última jornada. El Sporting necesitaba ganar en el Benito Villamarín, en campo del líder, y que el Girona no se impusiese a un Lugo que estaba matemáticamente salvado. Lo que pocos sabían es que el equipo de Gijón, si no hubiera logrado aquel agónico ascenso, estaba avocado a la desaparición. O, desde luego, a la supervivencia lejos de la élite. Pero lo festejaron, con la rabia que implicaba y con la consecuente inyección económica que daría alas al club en la élite del fútbol español. "Fue alegría, pero también nervios. Llevábamos cuatro meses sin cobrar. Si no se ascendía probablemente el club descendería de categoría por problemas financieros. Fue un cúmulo de circunstancias personales y de equipo", desvela Nacho Cases en Relevo.
No hay ascenso sin sufrimiento. El Sporting hizo los deberes y se impuso por 0-3 a un Betis en el que jugaba, entre otros, Dani Ceballos. Los futbolistas escucharon el pitido final con gesto serio. De hecho, por las imágenes no parecían tener demasiada esperanza de que el Lugo obrara el milagro. Comenzaron a vagar por el campo, a saludar a los desplazados y a asumir que el Girona no cedería en su partido.
De repente, Abelardo empezó a correr y los jugadores a asimilar lo que acababa de ocurrir. Un Lugo que no se jugaba nada marcó el empate en el minuto 89. No daban crédito. Corrieron, se quitaron la camiseta y comenzaron a abrazarse. Pero aún quedaba mucho por hacer. Un equipo necesitado de ganar ante otro que no se juega nada y un largo descuento por delante. Entre tanto, cascos y pantallas de móviles, pendientes de lo que ocurría a cientos de kilómetros.
El Girona volvió a marcar, colocándose por delante, pero el árbitro lo anuló. Por un momento, los futbolistas se echaron al suelo a lamentar lo ocurrido. Y volvieron a romper de júbilo cuando descubrieron que no había subido al marcador. Con VAR, incluso hubiese resultado más dramático. Sonó el pitido final, el realmente importante, y el Sporting de Nacho Cases, Jony, Abelardo, Sergio Álvarez o Lora volvió a Primera para salvarse de una hecatombe mayor. "Confiábamos poco en que el Lugo pudiera sacar un buen resultado. Cuando marcó el Lugo fue una euforia. Después marcó el Girona, hundidos, a los treinta segundos lo anuló. Otra vez a saltar. Hubo un bulo de que habían marcado otro… Y al final del partido, una alegría increíble", recuerda Cases. "Los aficionados del Betis incluso nos gritaron: "Sporting, Sporting". Celebraron con nuestra afición. Fue muy bonita. Somos dos aficiones amigas. Todos abrazándose, no sabías cuál era de los tuyos. Aún se me ponen los pelos de punta"
"Los jugadores de fútbol aunque no cobren, quieren ganar siempre. Por supuesto que es importante y que influye, pero cuando ves un objetivo muy cercano… Esa sensación de victoria tras victoria te alimentaba y te hacía olvidar un poco el tema económico. "Desde luego, aquello fue rocambolesco: ""Lo vivimos con los cascos, dispersos. Uno con la SER, otro con la COPE, otro con el móvil… Primero saltó Alberto, nuestro portero, porque iban descompasados". Pero mereció la pena: "Los aficionados del Betis incluso nos gritaron: "Sporting, Sporting". Celebraron con nuestra afición. Fue muy bonita. Somos dos aficiones amigas. Todos abrazándose, no sabías cuál era de los tuyos. Aún se me ponen los pelos de punta. Los jugadores de fútbol aunque no cobren, quieren ganar siempre".
En definitiva, como recuerda Cases, no hay nada como un ascenso: "Un ascenso es doble sensación de alegría. Para mí es mucho más que un título. He tenido suerte de ganar algún título en el extranjero y es la leche. Pero mi ascenso es con el equipo de mi vida". Lanzamiento de piedras también sobre el campo, agresiones, el público implicado, cruces de entrenadores... Lo último que se recuerda, aunque no por ello es menos importante, son los ascensos. Tres historias con un punto común: el balón quedó en un segundo plano. Al menos, a nivel mediático. Y una con final feliz: desde la pantalla de un móvil y un casco radiofónico. Compartieron el éxito de equipos en silencio o a gritos, que vivieron en segundos cómo la temporada pasaba por delante de sus ojos. Ellos subieron, viviendo la parte más bonita y a la vez más oscura del deporte. Así es el fútbol y así son los ascensos. Donde el ganador se lo lleva todo.