"Yo tenía la culpa de que el Real Madrid y el Barcelona me metieran seis, siete y hasta ocho goles..."
En un día de Clásico con todas las miradas puestas en el Camp Nou me he puesto a pensar cómo ha sido hasta el momento mi relación con los dos contendientes y la realidad de los números es un poco más dura de lo que yo recordaba. Contra el Barcelona me he llegado a enfrentar en 26 oportunidades con una única victoria, tres empates y 22 derrotas. Contra el Real Madrid los resultados son un poco mejores. En 24 partidos, mis equipos ganaron en dos ocasiones, empatamos tres y perdimos 19.
Así, con los números en frío, puede parecer y parece una gestión un poco decepcionante, pero deberíamos tener en cuenta quiénes éramos nosotros y quiénes eran ellos y qué jugadores tenían. Nosotros éramos el Valladolid, Osasuna, Levante, Eibar y Alavés, pero, principalmente, era un problema mío como entrenador. Daba igual cuál fuera mi equipo. Nos han goleado con todos y eso tiene mucho que ver con cómo planteaba yo los partidos. Mi forma de jugar era y es esa. Quiero que mis equipos siempre den la cara, que jueguen en campo contrario y que busquen la victoria, aun conociendo nuestras posibilidades en cada momento. No he cambiado nunca, por eso me goleaban en 2007 y en 2020.
Me daba (y me da) lo mismo jugar contra el Barcelona o el Real Madrid que contra el penúltimo o el último de la clasificación. Sabíamos lo que nos podía pasar y nos pasaba. Que si ellos estaban acertados nos metían cuatro, cinco, seis, siete y hasta ocho que nos metieron un día. Ellos tenían a Messi o a Cristiano más Benzema y yo sabía que jugándoles así te podían hacer una escabechina y te la hacían, sobre todo en su casa. Mis equipos en ambos casos eran los mismos, salvo contra el Real Madrid, que jugamos una vez con el Athletic en el Bernabéu y nos ganó 3-1 después de que nos adelantáramos nosotros.
Las noches de las goleadas más abultadas eran complicadas. Me daba mucha rabia cuando íbamos perdiendo por la mínima o por dos goles, y estabas creándoles problemas, y en dos o tres minutos, antes del descanso, te metían otros dos o tres goles y el partido se rompía definitivamente. ¡Qué les podía decir en el descanso si ya nos habían hecho cuatro o cinco! Entonces, intentaba pedirles tranquilidad, que no se liaran a dar las patadas que yo llamo de la impotencia y encima estropeáramos también el siguiente o las siguientes jornadas con bajas por tarjetas. No se les puede decir más. En el encuentro que tienes entre manos ya poco más puedes hacer. No bajar los brazos y no dejarte ir porque entonces en lugar de meterte seis, te meten ocho.
Además, si esa es mi idea de fútbol, no puedo echar la bronca a los chavales. Ellos hacían lo que yo les pedía o lo intentaban. Un día, en Ipurua, con el Eibar, yo estaba expulsado y lo veía desde la grada. Salió el Madrid de Zidane, nos hizo tres goles en 25 minutos y se acabó el partido. Eran rayos jugando. A un toque, a una velocidad y una precisión que nada podíamos hacer. Creo que luego quedamos 0-4. Pero no podíamos hacer nada. Fue espectacular. Sabiendo lo que nos podía pasar yo nunca me plegaba y pensaba que alguna vez sonaría la flauta y ganaríamos. Y así pasó, al Real Madrid le ganamos dos veces y al Barça una. Eso sí, esas fechas las recuerdo bien en mi memoria.
La de los azulgranas fue contra Osasuna, con el campo helado. Fue aquel partido (2011-12) que ellos no querían jugar por la nieve y retrasaron el viaje hasta el día del encuentro para que se lo suspendieran. Llegaron un poco tarde incluso al estadio y se retrasó el partido 15 minutos. Ganamos 3-2 con dos goles de Lekic y uno de Raúl García. La verdad es que el césped estaba tan helado que era difícil mantenerse en pie, pero lo era para los dos.
Contra el Madrid, me quedo con un partido que le ganamos 3-0 en casa con el Eibar (2018-19). Su entrenador era Solari. Nosotros hicimos un partidazo. Cucurella estuvo muy bien, les hizo mucho daño jugando por delante de Cote. Esa fue la mejor actuación de uno de mis equipos contra los blancos. La otra vez que les ganamos fue con el Valladolid, mucho antes, en el 2008. Me acuerdo del gol como si hubiera sido ayer. Una gran jugada de Pedro León por la derecha y un remate de Canobbio a la escuadra de Casillas. Fue al poco de volver del descanso.
Una pregunta muy recurrida que siempre me han hecho es contra quién tomaba más precauciones, si contra Messi o contra Cristiano. Mi respuesta siempre ha sido la misma. A ninguno de los dos le hemos hecho nunca un marcaje individual. Cuando jugábamos contra ellos, mi gran preocupación, si por desgracia nos poníamos perdiendo pronto por dos o tres goles, era que ellos no hubieran marcado ninguno todavía. Entonces no iban a parar hasta conseguir marcar uno o los que fuesen. Y te podían caer muchos más. También había que tener en cuenta qué hacía, o estaba haciendo, el otro, porque se retroalimentaban entre ellos. Si Messi hacía dos, Cristiano quería hacer tres. No perdonaban nada.
Tengo una anécdota de la única eliminatoria de Copa que jugamos contra el Barça. Era con Osasuna. La ida la jugamos en el Camp Nou y Messi no iba a jugar porque tenía las tripas mal y no fue ni convocado. No sé qué pasaría al día siguiente, si se sentiría mejor o qué, pero el caso es que se convocó a sí mismo y le vemos que está en el banquillo. Nos íbamos al descanso perdiendo 2-0, pero estábamos jugando bien y pensamos que si manteníamos ese resultado, en la vuelta podía hasta sonar la flauta. De repente veo que Leo pasa por detrás mío y se pone a calentar. Le miré con cara de sorpresa y le dije: 'Pero, ¿tú no estabas malo?'. Y se puso a reír, no me dijo nada. Salió en el minuto 60 y nos hizo dos goles, 4-0. Como para remontar en Pamplona.
También los árbitros nos han hecho alguna de las suyas. Fue con el Eibar en el Camp Nou. Ganábamos 0-2 con dos goles de Inui y acabamos perdiendo 4-2, pero Hernández Hernández nos pitó dos penaltis en contra que no fueron ninguno de los dos ni por el forro. Messi metió uno y falló el otro, pero tal y como estábamos jugando ese día y con el 0-2 hubo momentos que pensé que íbamos a ganarles en su campo. Fue la última jornada de la 2016-17. No se me olvida. Pero en general no puedo llorar mucho porque casi siempre nos han ganado, bien ganados.
Messi nos hizo siempre una escabechina. Nos metía gol siempre, creo que 31 en 21 partidos. Era imparable. En un partido con el Valladolid, en el descanso vino Marcos, el capitán, que había jugado en el Madrid, y me dijo: 'Míster, es que no le podemos ni pegar, es que no llegamos nunca ni a hacerle falta'. Contra Cristiano, mis equipos han jugado bastante menos, no sé las razones, pero en ocho partidos nos hizo 11 goles. Quien siempre acertaba contra nosotros era Benzema, le debíamos inspirar también. Entre Leo y Cristiano no voy a entrar en quién era mejor o peor, porque tienen condiciones futbolísticas totalmente distintas, pero al argentino era más difícil de frenar. Tiene unas condiciones naturales. Intuitivo técnica y tácticamente. Mientras, creo que Cristiano se las ha trabajado más. Un día comenté durante un partido que parecía que Messi, en algunos momentos, estaba aparcado en el campo y alguien de mi banquillo o en la conferencia de Prensa posterior me dijo: 'Sí, aparcado pero con el motor en marcha'.
Me sería difícil discernir cuál de los Barça o los Real Madrid a los que me he enfrentado ha sido el mejor. El de Rijkaard ya era muy bueno, pero con Guardiola se perfeccionó. Además de tener muy buenos futbolistas, a nivel táctico, sobre el terreno de juego, te sorprendían con movimientos diferentes. Un día, de repente, vemos a Alves que salta del lateral derecho al extremo y Puyol desde la posición de central se metía de lateral y Xavi, desde el interior, venía a la de Alves y todo eso estando el balón en el lado contrario y, claro, eso a nosotros, que metíamos mucha gente en la zona del balón, nos mataba. Movían rápido y no los veíamos. No nos daba a tiempo a bascular. Ese equipo de Guardiola era muy difícil de contrarrestar.
En el caso del Real Madrid era distinto. Era difícil jugar contra ellos, pero no te machacaban tanto, parecía que tenías más posibilidades de competir. El Barça sí te podía matar, te mataba y si te podía meter ocho, te los metía, como nos hizo una vez estando en Osasuna. El Madrid no era tan ansioso en ese sentido. Cuando iba por delante se relajaba más... aunque tampoco es una realidad matemática. Un día con el Valladolid nos hizo un 7-0, eran los tiempos de Raúl y Guti. Y otra con Osasuna un 7-1 ya con Cristiano y Benzema juntos. Quien siempre parecía que quería más y más era Cristiano.
Sobre el partido de este domingo, siempre he mantenido una teoría. No importa mucho ni la clasificación que tengan los dos equipos ni cómo estés de forma. Son partidos en los que los jugadores se transforman por las ganas que tienen de jugar este tipo de encuentros. El Real Madrid viene de jugar bastante bien la eliminatoria contra el Liverpool, allí y aquí, pero tiene altibajos. El Barça, que por ser líder y su estilo de siempre parece que tiene que ser el equipo que mejor juegue, está ganando por la mínima casi todos los partidos y justo. Está jugando en bastantes ocasiones con cuatro centrocampistas, que no estábamos acostumbrado a ello. La recaída de Pedri puede ser importante y más teniendo en cuenta que tampoco está Dembélé. Uno es el encargado del fútbol y el otro del desequilibrio. Para el Real Madrid puede ser su última oportunidad. El empate le dejaría con un poco de vida, pero si pierde la Liga ya la tendría muy complicada, sobre todo si tienes en cuenta de que debe estar pendiente de la Champions.