Los debuts de Mendilibar: "Yuri me pidió el cambio en el descanso de lo nervioso que estaba; a Asenjo no le dejaba hablar con la prensa..."
Una de las facetas más interesantes y satisfactorias para un entrenador es tener la facultad de hacer debutar a jugadores en la élite del fútbol profesional. De chico, el sueño es siempre debutar en Primera. Es la gran meta que te sueles marcar. De entrenador, cuando le llega el momento a uno de tus jugadores y los ves lo nerviosos que están a lo largo de la semana o en el calentamiento, siempre recuerdas lo que te sucedió a ti cuando pasaste por una situación parecida.
Como futbolista jugué nueve años en Segunda. Creo que era un jugador de calidad y rápido. En juveniles me dieron el trofeo al mejor juvenil de Vizcaya y eso que yo jugaba en la Cultural de Durango, en División de Honor, y teníamos como rivales al Athletic, la Real Sociedad, Osasuna, Racing... Ahí es cuando me ficha el Athletic para jugar en el filial (1979-80). Tenía 18 años. Estuve tres temporadas y era titular casi siempre, pero no me daba para dar el salto al primer equipo. Estábamos en Segunda B. Nuestra gran ilusión era que jugábamos en San Mamés. Mi entrenador los dos primeros años fue Clemente. El día de mi estreno, perdimos contra la Cultural Leonesa donde jugaba Primi, que después fue seis o siete años compañero mío en el Sestao.
No lo recuerdo bien, pero seguro que esa noche no dormiría bien. Las primeras veces siempre me afectaban, Antes de los partidos me ponía muy nervioso. Ya en el terreno de juego se me pasaba todo, pero antes le daba muchas vueltas. Más adelante también me pasó en otros equipos. No tengo guardados muchos recuerdos de ese estreno como jugador. Ibas, jugabas, te divertías y a otra cosa. Lo que nunca olvidaré fue lo que me dijo Clemente sobre mi futuro: "Eres jugador con condiciones de futbolista de Primera y no vas a pasar de Segunda B". Tuvo su parte de acierto. Lo más que conseguí fue jugar nueve años en Segunda. La verdad, es que era un poco 'acojonadillo'. No tenía la confianza suficiente en mí. La tenían más los que me veían jugar que yo mismo. Por eso no terminé jugando en Primera, aunque jugara algún amistoso con el primer equipo con Iñaki Sáez de entrenador.
Ya como técnico, cuando hablamos de este asunto de los debuts, lo divido siempre en tres etapas diferentes. Por un lado la gente joven, de 19/20 años que viene del filial o viene cedido de otros clubes; después están los que haces debutar en Primera entre 23 y 26 años, que son los más y, por último, están los mayores de 26 años, que ya se puede considerar estrenos tardíos, pero que luego se mantienen bastantes años en Primera, como son los casos de Kike García que debutó conmigo en el Eibar en 2016 y todavía continúa en Osasuna y de Morales que hago debutar en el Levante en el 2014 y todavía está en el Villarreal. A José Luis le iba a ceder el club al Eibar un segundo año y les convencí para que se quedara con nosotros. Tenía 27 años ya.
En el caso de los más jóvenes, la verdad es que casi siempre que les he hecho debutar ha sido porque los titulares habituales estaban lesionados; no estaban en un buen momento de forma, o, sencillamente, no me gustaba cómo estaba jugando el equipo y buscaba un revulsivo con la entrada de esos nuevos jugadores. Habrá excepciones, seguro, pero era lo normal en mi caso.
De los que se estrenaron conmigo en Primera hay una docenita larga que hicieron buena carrera. Ahí está Sergio Asenjo que debutó con 18 años y le veías venir. Tenía las condiciones innatas del buen portero. El primer partido que le puse fue contra el Villarreal, que después fue en el club que más triunfó a pesar de las lesiones y en el que más tiempo estuvo. Recuerdo que ese primer año no le dejé hacer ninguna entrevista, ni conferencia de prensa. Era muy tímido y se ponía más nervioso ante los medios que en los partidos. Él me lo agradecía, además. Era una forma de guardarle, de prevenirle.
Otro jugador que se estrenó conmigo, también en el Valladolid, fue Yuri Berchiche. Tenía 19 años, venía del filial. Fue contra el Almería, primer partido de Liga. Todavía me acuerdo, porque, en el descanso, de lo nervioso que estaba me pidió que lo cambiara, que lo cambiara... No pude hacerlo. Nos habían expulsado a Nivaldo y ya había hecho otro cambio antes del intermedio porque no estábamos jugando bien. La realidad era que había jugado mal. Estaba súper nervioso. Le convencí. Jugó la segunda parte completa y estuvo bastante mejor. Terminamos empatando con uno menos.
Manucho y Diego Costa
Otra situación curiosa, en este caso por partida doble, fue la de Manucho y Diego Costa. Era en mi última temporada en el Valladolid cuando nos echaron en febrero. Incorporamos a Manucho, un delantero centro angoleño cedido por el Manchester United. Pensábamos que nos iba a aportar mucho, pero nos aportó poco. En su presentación dijo que iba a marcar 40 goles y marcó cuatro. A su lado llegó Diego Costa, que también debutó en Primera con el Valladolid. Venía cedido por el Atlético. Roberto Olabe, que era el director deportivo en ese momento, nos dijo que Manucho nos podía dar mucho y que Diego Costa podría ser su complemento perfecto para los minutos finales o en los segundos tiempos. A la hora de la verdad fue el revés: Diego Costa fue el titular y Manucho, el suplente. En la despedida, cuando nos echaron, le dije a Diego Costa que si no hubiera sido por él, nos hubieran despedido antes. Nos dio trabajo, goles, carreras al espacio.
Ya en el Eibar, en 2018, nos llegó Cucurella, cedido por el Barcelona. Llegó como lateral izquierdo para hacerle la competencia a Cote, pero nos dimos cuenta de que podía jugar más adelantado, como interior-extremo. 'Cucu' no estaba muy convencido de lo que le decía. Creía que no podía jugar tan arriba. Le convencí. Le dije: "No tienes un uno contra uno como los extremos clásicos, ni su velocidad, pero si eres rápido sin balón, eres rápido de cabeza, de entender la jugada, tienes intuición, robas muchos balones por dentro...". Se lo creyó y al final jugaron los dos. Solo estuvo un año con nosotros porque aunque teníamos opción de compra, el club no lo quiso comprar y volvió al Barcelona. Luego ha jugado de todo. Ahora en la Premier hasta de central zurdo en la defensa de tres.
En Osasuna subí al primer equipo a Unai García, que estaba en el filial. Su primer partido fue en el Bernabéu contra el Real Madrid de Mourinho. Tenía unas condiciones físicas impresionantes, pero la 'cabecita' no era lo mismo. Con 22 años era todavía muy niño. Yo le decía: "Unai tienes condiciones para estar en Osasuna un montón de años en Primera y como no espabiles vas a acabar el el Mutilvera, que era un equipo de Tercera, de cerca Tajonar, y te vas a quedar allí toda la vida". Un par de años después de irme yo de Pamplona, Osasuna le cedió al Tudelano y fue el paso que aprovechó para volver y ya, directamente, al primer equipo, donde todavía está. A veces un paso atrás supone dos pasos adelante.
También me he encontrado casos de jugadores que haces debutar con toda la ilusión porque en los entrenamientos o en los equipos de los que vienen habían hecho grandes temporadas y, sin embargo, por lo que sea, no resultan como tu esperabas. Recuerdo a Nano Mesa, al que el Eibar lo firmó del Tenerife y pagamos casi cuatro millones, que eran muchos. No nos resultó. No cuajó. Algo parecido nos pasó con Damián Escudero, un argentino que llegó cedido del Villarreal con 21 años. Venía como un crack. Era un extremo izquierda rapidísimo. Le veías en los entrenamientos y parecía Messi por cómo se iba de los defensas. Habilidoso, con un golpeo con la izquierda extraordinario y resultó que luego en el campo era tímido, no la pedía, había que darle el balón al pie, nunca iba al espacio. Solo estuvo un año y volvió al Villarreal que luego le traspasó a Boca Juniors.
En definitiva que, como todo en la vida, con las apuestas por los jugadores y con sus estrenos tienes que tener también un poco de suerte.