Pedro Sánchez consigue a la segunda convencer a Del Bosque
El primer nombramiento de la nueva etapa de Pedro Sánchez tras su amago de marcha es un hombre cercano ideológicamente y con un enorme prestigio humano y futbolístico.

"Mi padre me dijo un día, pórtate bien en tu vida y no te metas en política". La frase es de Vicente del Bosque y su progenitor era Fermín, quien para el seleccionador campeón del mundo, campeón de Europa y campeón de todo lo que se proponga, era además de su padre, su guía moral y espiritual. Su espejo de comportamiento. El empleado perfecto, el trabajador ideal. Primero en la compañía ferroviaria y después de encargado de una empresa de material de construcción y administrativo en La Casera. "Era un hombre de buenas ideas, recto, cabal, sin dobleces. Demasiado radical en algunos asuntos. Nosotros le decíamos que se había quedado parado en el tiempo. Su nobleza es lo que más me marcó. Yo creo que me parezco a mi padre y no creo que sea ningún defecto", me susurró un día en una entrevista (22-6-2003) para ABC.
La semana pasada, cuando surgió de la nada la filtración interesada de que Vicente del Bosque iba a ser propuesto como presidente de la Comisión de Supervisión de la Federación Española de Fútbol y del CSD (vaya pestazo de cargo) para mediar en esta situación de crisis perpetua en la que vive el organismo de Las Rozas, llamé a Vicente I de España y XXIV de Sudáfrica para intentar saber de qué iba el asunto. Al fin y al cabo, le llamo cada dos por tres para hablar de fútbol. Es una de mis fuentes de inspiración y de los que más sabe del asunto en el mundo-mundial.
Además, tenía coartada para la llamada. El día anterior, miércoles 24, habíamos hablado para que actualizara para RELEVO sus recuerdos sobre Paul Breitner, de quien había sido compañero en el Real Madrid entre 1974 y 1977. La primera sorpresa fue que de su móvil saltaba un buzón de voz con un número de identificación. Algo que nunca había pasado. Después de varios intentos seguía saltando el dichoso buzón. "Qué raro", pensé. A los pocos minutos, Vicente me devolvió la llamada. Debió pensar que le iba a preguntar directamente por Breitner, nuestra conversación pendiente, pero no me pude resistir a la actualidad más rabiosa y, de golpe, le solté la pregunta del medio euro.
¿Es verdad esto que se ha publicado de que el Gobierno le propone como hombre de paz para tutelar la Federación?
Respuesta contundente. "De ese tema no quiero decir absolutamente nada. No sé nada".
Entendí su tono y su rotundidad y como realmente no le llamaba para eso y sí para hablar de Breitner, tampoco quise embolicar la conversación con el rumor y cambié el paso inmediatamente. Él, en cuanto pasé a su pasado de jugador, aunque hubieran pasado 50 años, también modificó su tono forzado que le provocaba el otro asunto. Cuando colgué el teléfono, lo primero que pensé y se lo comenté a dos hombres que tenía a mi lado en ese momento y que han sido muy importantes en el fútbol español en los últimos años, es que me daba la impresión que entre unos y otros estaban a punto de liar de mala manera a Vicente del Bosque para un asunto de Estado en el que tenía poco que ganar y mucho que perder.
Ni sabía entonces, ni sé ahora, si quien le metió en el fregado fue el Secretario de Estado para el deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, o el mismísimo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ya había lanzado a la órbita del planeta tierra su enigmática carta.
Sabido era desde hacía tiempo que el PSOE gobernante, ya con Pedro Sánchez de presidente, había intentado fichar al seleccionador campeón del mundo, bien como Secretario de Estado para el Deporte con mando y sueldo en plaza, o en su defecto como asesor del Ministro de turno que comenzó siendo Maxim Huertas. Entonces, junio de 2018, Vicente supo decir no. Le costó. Primero porque es un hombre del deporte y segundo porque le cuesta negar a los que llaman a su puerta y compartan ideas políticas y sociales. Lo reconoció públicamente. "Me llamó Pedro Sánchez para hacer algo de política, pero es algo muy delicado. Admiro a los políticos, pero no me voy a meter en algo de lo que soy profano. No me veo con la formación necesaria".
Ahora sigue pensando lo mismo, que no es lo suyo, que es un marrón, que no sabe lo que se espera debajo de la alfombra, pero después de darle mil vueltas, de hablar con los suyos, los de su casa, los del piso de arriba o abajo, donde viven los hijos y, también con los amigos del alma, se ha querido autoconvencer de que lo que han propuesto y aceptado no es un cargo político, sino una comisión de emergencia para salvar un organismo, la RFEF, que quiere, que respeta y del que ha formado parte hasta el limite de ser campeón del mundo y de Europa.
Para Vicente, la Federación, aunque ya no esté ninguno en activo, es Ángel Villar, Jorge Pérez, Fernando Hierro... Y, además, cuando los que le proponen el asunto llevan su camiseta roja, son de los suyos, tienen sus ideas y, finalmente, se trata de una situación de emergencia, no podía decir que no.
En estos últimos días de darle vueltas al asunto, de no coger el teléfono, de viajar entre Valladolid, Segovia, Humanes, Madrid, Marbella... y algún otro sitio que se me olvida, Del Bosque ha pensado, seguro, en su padre Fermín, en sus ideas, en su comportamiento de vida y ha decidido que no podía decir otra vez que no al Gobierno de su país. Al fin y al cabo, se trata de una cuestión futbolística con un tinte político, pero en el fondo, también, hay en juego una Eurocopa y la organización de un Mundial. Por encima de todo se ha impuesto la posibilidad de extender todo su conocimiento, su bondad, su personalidad y su mano izquierda para ayudar a que el putrefacto fútbol español salga de la cloaca en la que le han metido algunos de los que estaban en su época y los que les han sucedido. "Todo lo que sucede, conviene". Su frase preferida, con la que cierra todas sus dudas y conflictos internos.
Irremediablemente para él, Vicente del Bosque es y está prisionero de sus palabras y de sus sentimientos. Por eso está ahora en el epicentro del huracán. Un buen día me dijo: "Soy un buen empleado que trabaja con discreción y que piensa que la empresa y la familia están por encima de todo". Por eso está ahora al frente de esta comisión de salvación del fútbol patrio que, personalmente, no me gusta nada. Nada peor en la vida que estar entre directivos y políticos. ¡Dios salve a Vicente I de España y XXIV de Sudáfrica!