El auge de Jamal Musiala: por qué lo tiene todo para ser el mejor jugador del mundo
A sus 19 años, el alemán ya es un fijo para Julian Nagelsmann en el Bayern y Flick en Alemania.

El camino de Jamal Musiala no ha sido el habitual en un jugador que se asienta en el Bayern. Con 16 años tomó una decisión arriesgada y que empezaba a dar pistas de qué clase de mentalidad posee el todavía aniñado futbolista alemán: abandonar el Chelsea, donde llevaba 8 años formándose y siendo una de las referencias en su cantera, para irse a un Bayern que si bien es cierto que siempre ha tratado de impulsar al talento que ha considerado especial, tenía a jugadores como Gnabry, Sané, Müller o Coman en posiciones adelantadas. Solo dos años después ya nadie se cuestiona si va a poder jugar. La pregunta es otra. ¿Cuándo juega Musiala?
Para transformar un reto complicadísimo en algo sencillo se necesita ser alguien especial. Y Musiala lo es. Nacido en el 2003, ya es un fijo para Nagelsmann y Flick, y lo ha logrado aprovechando una capacidad innata para jugar a este deporte. Y es que Musiala, a diferencia de muchos otros grandes proyectos, juega a esto. El verbo jugar en su máxima expresión, pues posee trucos y recursos que le permiten adelantarse al rival, gestos para escapar cuerpos mucho más fuertes que el suyo y dentro suyo quema un fuego interior que le empuja a querer recuperar la pelota lo más rápido posible (3.5 presiones ganadas por partido, en la parte alta de la tabla). Musiala parece un jugador diseñado para enfrentar las preguntas del fútbol actual y, en realidad, el de cualquier otra época.

Su inicio de curso está siendo abrumador. Para los que todavía dudaban de qué alcance podía llegar a tener Musiala en un equipo repleto de talento, los números son la prueba definitiva de que ya está aquí. En 12 partidos disputados en todas las competiciones el alemán ya ha producido 13 tantos (7G y 6A), cifras de delantero que esconden su naturaleza futbolística. Y es que lo sorprendente en Musiala es su facilidad para conjugar su relevancia estadística al nivel de un atacante nivel élite y su comprensión e impacto en el juego en casi cualquier altura y zona. Es un jugador que esconde otros muchos en sí mismo. Y solo el tiempo dirá qué termina siendo, pero proyectarlo debería meter miedo a los rivales.
Musiala, la llave maestra
En el Bayern de Nagelsmann hay una obsesión por abrir pasillos a través del movimiento y secuencias de pase verticales y en este escenario Jamal Musiala disfruta como muy pocos jugadores. ¿Dónde juega Jamal? En casi cualquier sitio y zona. Puede partir del doble pivote, de cualquiera de ambas bandas, de la media punta... Su interpretación del juego le lleva a ser una arma de destrucción masiva porque en un fútbol que prioriza presionar muy lejos, importa mucho qué jugador metes a la espalda de quién te quiere robar la pelota. Y ahí el bisoño alemán es delicioso. Combina agilidad, velocidad en la conducción con una finura propia de los media puntas de antaño y además, y lo que le hace más especial, un colmillo afilado ante el portero.
Se avecina una década de jugadores fabricados en laboratorios. Haaland como burla genética, Vinícius y una personalidad a prueba de bomba, la mente prodigiosa de Pedri o jugadores que parecen aunarlo casi todo como Bellingham. Y Musiala amenaza con colocarse muy arriba del todo, porque su fútbol es tan vertical y peligroso como inteligente y conciso. La pregunta es qué puede ser Musiala cuando el Bayern le entregue las riendas del club y su potencial explote del todo. Un futbolista que pueda producir 30 goles por curso mientras te genera mil ventajas distintas y decide grandes noches. Su proyección parece imparable. Ya solo queda esperar. Y disfrutar.