OPINIÓN

De la noche a la mañana Brahim ha mutado en Maradona y De la Fuente es el mismísimo diablo

Luis de la Fuente abraza a Pedro Rocha en un acto de la RFEF./Efe
Luis de la Fuente abraza a Pedro Rocha en un acto de la RFEF. Efe

De la noche a la mañana Brahim Díaz ha mutado en Maradona y De la Fuente es el mismísimo diablo. Obviando, entre otras cosas, que Ancelotti no contaba en verano con el delantero y que casi le obligaron a quedárselo ante la falta estratégica de fichajes; y que el seleccionador, que nadie lo olvide, es uno de los que más ha apostado por él desde hace varios años. Si brilló en las categorías inferiores de España en los 25 partidos que participó desde la Sub-17 fue en gran parte por la apuesta del técnico riojano.

Aún flotan en el aire las dudas que generó la primera vez que Luis Enrique llamó al malagueño en plena pandemia de 2021. Un día en el que, por los contagios y las casualidades de la vida, De la Fuente le dio paso. Y tampoco se vio ninguna sentada o huelga de hambre cuando España no le reclutó en septiembre, octubre y noviembre de 2023 para la fase de clasificación de cara a la próxima Eurocopa. Este caso no es nuevo. Lo que ocurre es que ahora, por los tiempos, por la ausencia de polémicas arbitrales esta semana, por su golazo en Leipzig y porque LaLiga no da mucho más de sí, está de moda. Los más críticos entonces con las listas de la Selección bastante tenían con presionar por aire, mar y tierra con el supuesto feo a Sergio Ramos. De Brahim, ni una palabra. Para muchos, se salió en el Milan pero había otros jugones por delante.

Puestos a buscar culpables, aquí ha pillado hasta el Barcelona y el pobre Lamine Yamal. Por lo visto, el director de la Selección, Albert Luque, les dio a otros cachorros como él, Gavi y Balde el cariño que al parecer no le ha ofrecido nunca a Brahim. Algo que no es así del todo pero que, aun comprando la falacia, convendría apuntar mucho más arriba en el paredón. Si es verdad que estamos ante una cuestión de Estado, algo que pongo seriamente en duda, tendría que haber sido el mandamás de la RFEF el que se hubiera tenido que remangar en esta crisis para solucionarla. Si Brahim hubiera disputado un puñado de minutos en al menos tres partidos no estaríamos en éstas. Si fueron convocados en esta nueva era, por ejemplo, hasta Abel Ruiz, Riquelme o Aleix García, el español-marroquí podía haberlo hecho sin problema. Aunque eso no es garantía de nada. Miren la hemeroteca con Bojan o Munir. El problema, además de que a Brahim nadie le aseguró estar en la Eurocopa como pretendía, es que en la Federación hay una cabeza visible para todo lo positivo, menos para lo que realmente importa o salpica.

Brahim en un acto del Real Madrid. Efe
Brahim en un acto del Real Madrid. Efe

De haber tenido la RFEF un presidente a todos los efectos cuando pudo y debió -nada más marcharse Rubiales por la puerta de atrás-, igual este tema se hubiera debatido a tiempo y a fondo. Pero en la Ciudad del Fútbol ha habido mucha más preocupación durante estos seis meses largos por borrar huellas del pasado, pedir perdón tras aquella Asamblea de la vergüenza de agosto, acudir a los tribunales para intentar desmarcarse del ridículo originado en Sídney, asegurarse el futuro en la poltrona y confeccionar una Comisión Gestora de dudosos poderes. Un órgano no ha hecho más que las funciones de un gobierno oficioso con aires ―para algunos como Javier Lozano― de secuestro administrativo o golpe insurrecto.

La inestabilidad en la dirección trae estas cosas y no sólo el sonrojo de volver a la casilla de salida en el proceso electoral que esperemos, ahora sí, arranque el 15 de marzo. Cada uno de los trabajadores que se remangan en la RFEF deben entender (y entienden porque los hay muy buenos) que su labor debe ir exclusivamente encaminada a que luego todo su esfuerzo se refleje donde importa, que es el verde. Para bien o para mal siempre fue, ha sido y será así. Por eso, las torpezas en los despachos ya van teniendo su efecto en lo deportivo. Así que si hay que apuntar a alguien, no pierdan el tiempo con los del chándal y céntrense en los de las corbatas y en los ideólogos de que El camarote de los Hermanos Marx resida ahora en Las Rozas. La herencia de Tomás González Cueto y compañía tiene tanto peso ya en los informes del TAD como en el vestuario.

Más allá de casos particulares como el de Brahim y que se haya renovado a De la Fuente en la clandestinidad, pudiendo esperar y sin que además el técnico esté totalmente contento (prefiere un nuevo contrato), hay una realidad tozuda que la mayoría descartaba. Una hipótesis que sólo algunos advirtieron en las últimas concentraciones de la Roja con el riesgo de que les miraran mal (Morata, de esto iba la pregunta) hasta amenazarle subliminalmente con quitarle el micro de la boca por no centrarse en el fútbol… España, guste o no, disputará una Eurocopa en Alemania en plena hoguera. Y para los que piensen que las chispas de los despachos no llegan al vestuario, que recuerden a Lopetegui en Rusia.

El equipo de todos tendrá que competir dentro de sólo tres meses entre ruidos de sables, juegos de tronos, un presidente provisional (aunque electo) hasta octubre y un baile de pre-candidatos y asuntos feos a destapar como arma arrojadiza que no conviene absolutamente a nadie. Y, digan lo que digan, se pudo evitar. Como se ha podido eludir este lío nacional en torno a Brahim. Pero ya saben, aquí todo el mundo se pega por un sitio en el reparto de medallas, como cuando se convenció a Diego Costa de dejar plantada a Brasil, pero con los marrones nadie se hace responsable. No descarten que en unas horas empiece a sonar la cantinela de que la culpa de esto también es de Rubiales.