"Qué miedo me da ser del Madrid y jugar en El Sadar", el cántico de guerra de los Osasuna-Real Madrid de los 80: "Les rodeaba una cuestión política"
Partidos suspendidos, cierres del estadio, lanzamiento masivo de objetos entre los que hubo una aceitera y un cochino con la camiseta blanca y el '7' de Juanito.

Los medios de comunicación tenemos, a veces, cuando la ocasión es propicia, la insana costumbre de chapotear en el barro del pasado. Parece, casi, como si recibiéramos una invitación anónima a enfangarnos en recuerdos y sucesos que, en ciertas ocasiones están más cerca de las cloacas del deporte que del puro entretenimiento generado por la propia actividad deportiva de la que se trate. Entonado el mea culpa, no me resisto a recuperar para la tercera década del siglo XXI las 'batallitas' de la década de los 80 del siglo XX que se sucedían cada vez que se enfrentaban Osasuna y al Real Madrid.
Uno de los charcos con lodo más espeso y pegajoso del 'otro' fútbol español se localizaba en el viejo Sadar. "Qué miedo me da, qué miedo me da, ser del Madrid y jugar en El Sadar". Ese era el grito de guerra. El principio de todo lo demás. Con el club navarro recién ascendido a Primera después de una larga ausencia de 17 años, la rivalidad del equipo rojillo contra el Real Madrid pasó a ser más viral que la cercana que se había mantenido tradicionalmente contra el Zaragoza o el Logroñés. ¿Por qué? Nadie parece tener la llave del momento en el que se prendió la mecha. Eran dos clubes con distintos objetivos clasificatorios e, incluso, el club blanco había pescado jugadores en Osasuna en las décadas anteriores: Alsúa, Pachín, Félix Ruiz, Zoco, Serena...
Se sospecha que esa animadversión pudo comenzar a raíz de la temporada 62-63, en la que el equipo navarro descendió a Segunda. En la antepenúltima jornada el Real Madrid llegó al viejo estadio de San Juan ya campeón. El partido acabó en empate (1-1) y en Pamplona siempre se pensó que los blancos se lo podían haber tomado con menos interés. Posiblemente, el hecho de que que el club navarro no volviera a subir a Primera hasta la temporada 79-80 también tuvo que ver en el rencor acumulado y en cuanto ascendió y volvieron a darse enfrentamientos entre ellos comenzaron a sucederse los incidentes cada vez que el equipo blanco visitaba, ya, El Sadar.
No solo era un peligro ambiental, producto del fuego de las gradas, era también una amenaza futbolística. Osasuna le competía al Real Madrid como si fuera el Barça o el Atlético. Hasta el punto de que en esas diez temporadas, en su ambiente, con los Indar Gorri (Fuerza Roja) en el fondo sur, pero incitando al resto del estadio, ganó a los blancos en cinco ocasiones, le empató dos y solo perdió tres. No se podría entender la súbita rivalidad creada sin citar al grupo más radical que jugaba también el partido a su manera y, en el caso concreto del Real Madrid, tenía a determinados jugadores en su diana entre los que se encontraban especialmente Stielike, Juanito, Buyo, Míchel... y años después, ya en este siglo, Cristiano Ronaldo.
Para Paco Buyo jugar en Pamplona era tomar tierra en Vietnam en pleno conflicto bélico. Era el objetivo de palabra y obra. Pancartas y cánticos (Buyo, ejecución; Buyo, criminal, Buyo, payaso) y lanzamientos de todo tipo, desde tornillos a petardos. Además, por la posición que ocupaba en la portería era firme candidato a que muchos de los objetos lanzados hicieran diana en su cuerpo. Sus palabras con el paso de los años no encierran odio como tal, pero sí ha reconocido que al año siguiente de la 'noche de los petardos' (28-1-89), en la que se tuvo que suspender el partido, se borró del viaje a Pamplona con permiso de Toshack (25-4-90). "Mejor prevenir que curar".
No le gusta demasiado hurgar en la herida y evita buscar motivos más allá de los deportivos. "A ellos ese ambiente les venía bien y lo repetían. Siempre entendimos que a esos partidos les rodeaba también una cuestión política que era muy difícil de llevar. Solo había que ver los cánticos y las banderas. El partido de los petardos, que puede ser el que más se recuerde, no lo suspendió el árbitro. Lo suspendimos nosotros los jugadores del Madrid que nos íbamos del campo. Yo se lo dije al árbitro (Socorro González) cuando ya me iba para el vestuario. Te pones tú de portero, yo me voy. Cuando se sobrepasan ciertas las líneas los árbitros tienen que tomar medidas y como no lo hacían se lo dijimos claramente. O suspendes o nos vamos al vestuario y no se juega más. El ambiente hostil contra nosotros no permitía seguir jugando. Parte del público era muy caliente y, como todo valía para debilitar al rival, los partidos se hacían muy difíciles. No sé si se puede hablar de miedo, pero algún compañero mío (Míchel) se negaba a sacar los córners… Si no era miedo, era al menos desagradable, preocupante. Nos lanzaban de todo y no pasaba nada".
"El partido de los petardos lo suspendimos nosotros. los jugadores del Real Madrid. Le dije al árbitro te pones tú de portero, nosotros no seguimos jugando así".
Ex portero internacional y del Real MadridPor alusiones, y antes de enumerar parte del resto de peripecias vividas por el Real Madrid en El Sadar, entramos en el encuentro en cuestión. Temporada 88-89. Jornada 20. Aquel pudo ser el partido de Liga más largo de la historia del fútbol español: 96 días. Comenzó el 28 de enero en El Sadar y, tras su suspensión, concluyó 3 de mayo en La Romareda de Zaragoza. En 'la primera parte' Osasuna ganaba 1-0, gol de Pizo Gómez. En la 'segunda' empató Hugo Sánchez. Era el Real Madrid de la 'Quinta del Buitre' que lideraba la clasificación contra un Osasuna que se hacía fuerte en su casa donde era inexpugnable. La batalla comenzó pronto. A los dos minutos, Buyo ya recibió la primera lluvia de objetos que superó incluso la malla colocada detrás de la portería del graderío sur para evitar, dentro de lo posible, que los 'proyectiles' llegaran al césped.
Cada vez que Buyo se acercaba a su portería le caía algo: naranjas, objetos cilíndricos de hierro... y petardos, sobre todo petardos. El gol de Pizo Gómez, casi llegando al descanso, enardeció aún más a la masa y algunos terminaron de descorchar la caja de los cohetes. Con una nula visibilidad de ese fondo sur, uno alcanzó al portero blanco en una pierna. El árbitro, el canario Socorro González, llamó al delegado de campeo, Daniel Zarriquiegui, ex árbitro internacional. Los dos equipos ocuparon el círculo central. Hubo un amago de continuar el partido, pero los objetos continuaban cayendo en el territorio-Buyo. El árbitro decidió suspenderlo definitivamente. "Tomé la decisión de suspender el partido en el minuto 43. Ya había advertido al delegado de campo en tres ocasiones y el lanzamiento de objetos era constante. A la cuarta fue la vencida. Yo le pedía calma para ver si se podía finalizar la primera parte, pero era imposible seguir". En el acta así lo reflejó: "Durante el transcurso de la primera parte y hasta el minuto 42 fueron lanzados objetos (monedas, plátanos, manzanas y un pequeño cilindro metálico) al terreno de juego casi de manera ininterrumpida sobre la portería del Real Madrid, así como también algunos cohetes, alcanzando al jugador del Real Madrid, Francisco Buyo Sánchez".
La segunda parte 96 días después
El partido pasaba a jugarse en los despachos. En el del Comité de Competición de la RFEF. Osasuna, sus técnicos y jugadores, siempre se mostraron contrarios a la suspensión del encuentro. Su argumento era que si se hubiera llegado al descanso, en la segunda parte Buyo ya hubiera ocupado la otra portería y, en teoría, se habrían acabado los lanzamientos de objetos. Johan Cruyff, entrenador del Barcelona, rival directo de los de Beenhakker en la lucha por el título, también defendió esta posición ante los medios de comunicación. El Real Madrid, por su parte, pidió a Competición que se le asignaran los dos puntos en juego y se negó categóricamente a volver a jugar el resto del encuentro en Pamplona, 47 minutos.
El 1 de febrero del 89, el Comité de Competición falló al respecto. El Sadar fue clausurado por tres partidos. Contra el Valladolid, Murcia y Celta (Copa) jugó en Mendizorroza (Vitoria). Y el encuentro contra el Real Madrid se tendría que reanudar el 3 de mayo en La Romareda a las 19,15, a puerta cerrada desde del minuto 43 con 1-0 en el marcador a favor de los navarros. Además, Osasuna debía abonar una multa de 200.000 pesetas (1.200 euros).
Para intentar cumplir lo más escrupulosamente posible con el castigo de la 'puerta cerrada' la entrada al estadio zaragocista estuvo controlada directamente por la RFEF. Aún así, se calculó que fueron 400 los privilegiados, bastantes más de los previstos en un principio, que tuvieron su acreditación y se ubicaron en la zona más cercana al palco presidencial. Ni el silencio reinante en el estadio del que hablan las crónicas evitaron que la polémica volviera a pasearse entre los protagonistas. Tres jugadas concretas alimentaron aún más las diferencias entre osasunistas y madridistas. El árbitro del encuentro fue el mismo que en El Sadar tres meses antes, el tinerfeño, Socorro González y con él se ensañaron el técnico (Pedro Zabalza) y los jugadores rojillos después del partido por considerar que no había señalado penalti en un derribo de Buyo de Bustingorri, que por televisión lo parece, en un mano a mano entre ambos en el minuto 12. Ni había expulsado a Chendo por un manotazo a Pizo Gómez de esos que ahora se señalan todos. No fueron sus únicas reclamaciones. Protestaron también la acción que significó el empate del Real Madrid. Un lanzamiento directo de falta de Hugo Sánchez que se estrelló en el larguero y botó dentro, según ha podido comprobar Relevo en el vídeo del partido. El colegiado tampoco dudó. Dio gol. Y el ya denominado como partido más largo acabó oficialmente en empate (1-1). El Real Madrid salió de Zaragoza con cuatro puntos de ventaja sobre el Barcelona y acabó siendo campeón de Liga.
Hasta llegar a esta situación extrema explicada sobradamente, los Osasuna-Real Madrid en El Sadar fueron autoalimentándose durante esa década de los 80. Cuando el equipo pamplonica ascendió a Primera en Murcia (1-6-80) de los primeros gritos que se escucharon entre sus aficionados desplazados a La Condomina fueron: "Madrid, espera, Osasuna está en Primera". Era el preámbulo del "que miedo me da, que miedo me da, ser del Madrid y jugar en el El Sadar". Cada enfrentamiento tenía su historia.
80-81. Reencuentro después de 17 años. El partido concluyó con victoria visitante (1-2) y estuvo interrumpido en varias ocasiones por el lanzamiento de objetos. Uno de ellos alcanzó en la entrepierna a uno de los linieres de Guruceta, que era el árbitro de la contienda. En su intento de frenar lo que estaba sucediendo la Policía Nacional intentó entrar en el graderío sur, donde se encontraban los hinchas más radicales, pero desistió de ello ante la avalancha de botellas que se le vino encima.
81-82. Sobre un barrizal, Osasuna remontó un 1-2 y terminó ganando 3-2. Marcaron sus tres delanteros: Etxberría, Iriguibel y Enrique Martín. En plena euforia, unos aficionados lanzaron al terreno de juego un cochino vestido con una tela blanca en forma de camiseta con el 7 en el lomo en clara referencia Juanito, el extremo blanco, que estaba sobre césped (21-2-82) y era uno de los 'enemigos públicos' más perseguido. Enrique Martín, una de las grandes leyendas de Osasuna, en desagravio por aquella acción, poco después invitó a Juanito a las fiestas de San Fermín. "Y la gente le aupaba por las calles".
"Una castaña me impactó en el ojo. Y desde entonces veo medio mal. Cuando hace mucho sol lo paso mal. El iris no se me cierra del todo. Me quedó esa secuela para toda la vida"
Ex internacional y jugador del Real Madrid82-83. Victoria local (2-1) y esta vez los indignados fueron los jugadores del Real Madrid que arremetieron al final del partido contra el colegiado Damín Rendón. En el minuto 89 fue expulsado Santillana. En el acta, el árbitro puso que le había llamado "hijo de puta", cuestión que el futbolista desmintió categóricamente. "Lo que dije fue me han empujado, la puta madre". El Comité de Competición le castigó con tres partidos de sanción. En ese mismo acta se recogen unas supuestas palabras del médico del Real Madrid, Benito Cadenas, al colegiado. "Eres el peor árbitro del mundo y deberías estar en Tercera división". Boner y Stielike también vieron tarjeta amarilla y se perdieron el partido siguiente por acumulación.
Dos cierres de estadio en la misma temporada
86-87. Tras cuatro temporadas de tregua, la agresividad regresa a escena. Jornada 7. Los lanzamientos de objetos vuelven a ser el denominador común. En un momento determinado, puntería por partida doble. Cerca de un córner, siempre en el fondo del graderío sur, un tornillo alcanzó a Valdano en una oreja y a Ricardo Gallego, que estaba por allí, una castaña le puso el ojo derecho de un color cercano al negro. No hace muchos años, para un reportaje en el diario AS, recordé el partido y la situación con el jugador y me llamó la atención, como en el caso de Buyo, con la naturalidad con la que recordaba aquellos acontecimientos .
"¿Qué si jugábamos con miedo en Pamplona? Miedo puede que no sea la palabra, pero sí era desagradable. Se pasaba mal. El árbitro se 'cagaba', pero la realidad es que todo se creaba en una esquina, gente joven que iba a la bronca, no al partido. Les dejaban hacer el tonto y lo hacían. Ni siquiera era el fondo entero. El resto del estadio era fenomenal. Si en algunos parridos había más gente del Madrid que de Osasuna. Ese día me alcanzó una castaña. La vi en el suelo después de que me diera. Me acerqué a la banda porque habían alcanzado a Valdano con un tornillo y entonces me cayó. Tuve la suerte que me dio con la parte lisa. Tenía los ojos abiertos y me alcanzó el derecho. Me dio en todo el centro. Desde entonces tengo el ojo medio mal. Cuando hace mucho sol lo paso mal. El iris no se me cierra del todo. Me quedó esa secuela para toda la vida".
Osasuna ganó ese partido con un gol de Bustingorri. Preguntado sobre lo sucedido aquella noche y la rivalidad con el Real Madrid, el jugador navarro intentó ser lo más ecuánime posible. "A nosotros como jugadores se nos escapaba lo que pasaba en las gradas. Nosotros íbamos a jugar un partido más. Yo superaría los dos ámbitos". El Comité de Competición clausuró El Sadar con un partido. Y Osasuna se fue a jugarlo a Zaragoza, donde acudieron 15.000 aficionados rojillos.
86-87. Copa del Rey. Esa misma temporada, en febrero del 87, el sorteo de Copa quiso que se enfrentaran de nuevo a ambos equipos... Antes de la ida en El Sadar, Osasuna cumplió visita liguera al Bernabéu y terminó perdiendo 2-1. Se adelantó con un gol de Robinson y terminó perdiendo con un gol de Hugo Sánchez de penalti muy discutido. Los visitantes se quejaron mucho del arbitraje. La luz de alarma se encendió en Pamplona. Todavía estaba muy reciente lo sucedido en el partido de Liga y el cierre del estadio. El despliegue policial y de miembros de seguridad contratados por el club, que se montó para evitar que los aficionados pudieran entrar al estadio con objetos permeables de ser lanzados, no tenía precedentes.
Un triste suceso antes del encuentro también ayudó a enrarecer más la situación. Emilio Guruceta y uno de sus jueces de línea, Eduardo Vidal fallecieron en un accidente de coche, en el término municipal de Fraga, cuando se dirigían a Pamplona para arbitrar el partido. La tensión en esas horas previas fue grande. Se contempló la posibilidad de suspender el partido. Osasuna quería jugarlo. El Real Madrid, no. Al final la RFEF decidió que se jugará y se llamó de urgencia a Pes Pérez, que vivía en Zaragoza, para dirigir el encuentro. Las medidas de seguridad no tuvieron su fruto. A poco de comenzar el partido, Buyo fue alcanzado en la cabeza. La segunda parte se jugó bajo una tensión tremenda. El árbitro se convirtió en el epicentro de todas las protestas.
El Real Madrid terminó ganando (1-2). Al finalizar, en el acta, el colegiado, escribió que sus auxiliares fueron rociados con vino y que hubo lanzamiento de botellas, bolas, bocadillos, un paraguas y que se soltó un conejo que corrió por el césped. Acusaciones que llevaron al Comité de Competición a cerrar El Sadar por un partido. Tras las alegaciones de Osasuna el Comité de Apelación lo cambió por un apercibimiento, a pesar de la reincidencia en la misma temporada. Años después, Pes Pérez comentó que siempre se arrepintió de pitar ese partido.
89-90. El Real Madrid visita Pamplona como campeón de Liga. Jornada 36. Había cantado el alirón dos jornadas antes contra el Valladolid. En el Bernabéu recibió el pasillo del Logroñés, pero no se repitió el caso en El Sadar. La afición rojilla recibió al rival con un amplio repertorio de canticos antimadridistas, pero fue calmándose según avanzaba el partido y los de Toshack saboreaban la victoria con dos goles de Martín Vázquez
90-91. Jornada 35. Con empate a uno en el marcador, el partido acabó 3-3, el colegiado del encuentro Valdés Sánchez, en un saque de esquina, mandó a Michel que se cambiara de lado porque el lanzamiento de objetos sobre él no hacía posible que pudiera lanzar el córner con normalidad.

Menor intensidad: un mechero, una aceitera y un título.
Siglo XXI. Nada que ver con el pasado, aunque para el Real Madrid la visita a Pamplona siempre supondrá un dolor de muelas con visita obligada al distinta. En el curso 2003-04, el objeto de las iras fue Beckham que se encaró con un grupo de aficionados y les recriminó de manera ostensible que le lanzaran objetos cuando iba a sacar un córner. En el 2005-06, el árbitro del encuentro, Daudén Ibáñez, refleja en el acta que tras el gol de Baptista, cayó sobre el campo una aceitera de metal de 15 centímetros. Al año siguiente, la víctima fue Casillas, que fue alcanzado por un mechero azul, según las imágenes de televisión y cayó al suelo. Se reincorporó al juego sin problemas. Hubo apercibimiento de cierre para el estadio y una multa de 300 euros.
En la la temporada 2007-08, el Real Madrid se proclamó en Pamplona campeón de Liga. Jornada 35. Puñal adelantó a Osasuna en el 83'. El Madrid estaba con 10 hombres por expulsión de Cannavaro. Robben, de cabeza, marcó el empate e Higuaín, en el 89', consiguió el tanto que suposo el título en medio de una lluvia torrencial. Schuster, entrenador blanco, celebró el tanto con un corte de manga a la grada. Preguntado al respecto después del partido tiró de ironía alemana. "Hice una vuelta de 360 grados y por eso llegué al público, pero no he querido insultar a nadie. No he visto las imágenes, pero fue el puño de la victoria, y como consecuencia de la vuelta que dí se fue un poco al público, pero nada más. No hubo ninguna cosa rara. El ambiente de Pamplona me gustó mucho por lo que apoyó la afición a su equipo".

La última victoria de Osasuna dista de la temporada 2010-11 con Camacho de entrenador rojillo, fue sustituido por Mendilibar dos partidos después, y Mourinho en el banquillo blanco. Jornada 21. Gol de Camuñas. En el calentamiento, el graderío sur la tomó con Cristiano Ronaldo a quien recibieron como venía siendo habitual con gritos de "Messi, Messi, Messi". El portugués lanzó tres balones contra esa zona con toda la potencia de la que era capaz. También Camacho tuvo que sufrir los cánticos de ese fondo: "Vete con ellos, Camacho vete con ellos". Y camino de los vestuarios el portugués se encaró con Camuñas y, sobre todo con Pandiani con el que tuvo un intercambio de insultos.
¿Qué pasará en este nuevo duelo? Lo que parece estar asegurado que el centro de las iras del famoso graderío del fondo sur será Vinicius. La final de la Copa del año pasado dejó sus huellas. Cuando el brasileño fue silbado por la afición rojilla por su incidente con David García que le valió la amonestación arbitral, mostró el escudo de su camiseta en el que se recogía que era campeón del mundo y con sus manos hizo el 1-0 que reflejaba el marcador. Rubén Peña le recriminó su postura y Vinicius le dijo algo al oído, mientras sus compañeros le retiraban de la escena.
En el descanso, varios jugadores rojillos se dirigieron al brasileño. Chimy Ávila intentó hablar con él, pero Lucas Vázquez se lo impidió. Hubo sus más y sus menos entre los futbolistas de ambos equipos. Al final del partido, Ávila habló sobre Vinicius. "Es muy buen jugador, se le protege y me parece muy bien, pero también somos personas y eso es siempre lo más importante ser buen ser humano. Porque puedes ser buen jugador, pero si tienes el corazón negro es imposible que sea así"