Fabio Capello: "Ancelotti ayuda a Vinicius, pero me pasaba igual con Cassano, llegaba el partido y olvidaba lo prometido"
El italiano explica en Relevo cómo pudo recuperar la mentalidad ganadora del Real Madrid.

Fabio Capello (San Canzian d'Isonzo, Gorizia, 18/06/1946) atiende nuestra llamada desde Marbella, donde pasa unos días de descanso con su familia, con quien vive entre Lugano, Roma y nuestro país. "Ahora mismo me pillas viendo el Inter-Lazio, pero ya no tengo ganas de entrenar, ya acabé. Tampoco a una selección, trabajé bastante en un banquillo". Real Madrid, Milan , Roma, Juventus, selección inglesa y rusa, y hasta experiencia china. Se dice pronto. "Como todas las cosas en la vida, en cómputo general, el banquillo ha sido agradecido conmigo, sobre todo en el Milan, en la Roma y en el primer año en el Madrid, aquel lo disfruté mucho. Ya en la segunda etapa ganamos el título de Liga, pero el final fue ingrato porque me echaron", recuerda.
El técnico italiano aterrizó en nuestra capital en 1996, después de haberlo ganado todo con el Milan. Sin embargo, el club blanco llevaba años de sequía liguera y sin conseguir la Copa de Europa desde hacía tres décadas. Con Lorenzo Sanz de presidente, llegaron los fichajes de Suker, Mijatovic, Roberto Carlos, Illgner, etc., futbolistas que su sumaron a los Hierro, Alkorta, Redondo o Raúl. "Lo más difícil era cambiar la mentalidad ganadora. Cuando llegamos teníamos que reconstruir todo, sobre todo esa mente, encontrar jugadores que puedan jugar en el Madrid y era fácil. Los mejores estaban en Italia en ese momento. Tuvimos la suerte de fichar a futbolistas muy buenos que podían jugar durante varios años, y ante todo, que el equipo entendió rápidamente las ideas que yo quería, me siguieron muy pronto. Confiaron en mí y yo confié en ellos", explica. Al año siguiente, ya sin él, el Real Madrid ganaría la ansiada Séptima y dos temporadas después, la octava Copa de Europa.
Cuestionado por la prensa por sus supuestas malas relaciones con algunos de esos egos, Capello lo niega: "Nunca tuve ese problema, tengo mi personalidad, sí, y una idea clara de fútbol que transmito. Hay gente que te entiende y quien no, está fuera, es muy fácil. Lo más importante son los resultados, como siempre". Esa mentalidad ganadora a recuperar tenía grandes representantes según el italiano: "En el primer año fueron todos. Pedja, Suker, Hierro, Illgner, Redondo, Raúl… Tenían hambre de volver a ser el Madrid".
"No recuerdo un punto exacto donde todo cambiara, pero estos futbolistas se ayudaron mucho, eran una piña", recuerda, aunque tarda en encontrar la palabra para definir la unión de aquel vestuario: "quería decir que eran como una peña".
Aquel primer año consiguieron la liga después de tres años sin ganarla. Tuvo varios encontronazos con el propio Lorenzo Sanz, que pedía también más vistosidad en el juego para agradar al Bernabéu. Fabio prefería insistir en los resultados. "Recibí críticas por ser defensivo. Cuando tienes un equipo organizado que no permite jugar al rival, te dicen que es defensivo. Pero teniendo en el once a Mijatovic, Suker y Raúl no puedes decir que no seas ofensivo".
Sin embargo, con el presidente tuvo momentos de gran entendimiento: "Cuando llegué el primer año, hablé con Lorenzo Sanz y le dije que necesitábamos alguien distinto a Redondo. Me dijo que me esperara a verlo y tenía razón. Fue importantísimo para nosotros". El técnico italiano ha dirigido a muchas de las figuras de los años 90 y 2000. Le quedó un futbolista pendiente: "Me hubiese encantado entrenar a Ronaldo 'el gordo'. Porque entrenaba poco, ja ja ja", bromea.
"Me hubiese gustado entrenar a Ronaldo 'el gordo', porque entrenaba poco, jajaja"
El Real Madrid de su primera etapa tenía grandes líderes, también cuando regresó en el 2006, después de sus exitosos años en Italia. ¿Tiene este Madrid referentes en liderazgo como en aquellos tiempos? "Esa pregunta es para mi amigo Carlo. A veces parecen líderes que luego no lo son. Y hay líderes silenciosos que acaban siendo muy importantes en un equipo. Como lo era Redondo. Y cuando había que levantar la voz, ahí estaba Fernando Hierro".
"He pasado momentos muy buenos en el Madrid con Raúl o Hierro. En el Milan, cuando empecé, me entendí muy bien con todos, incluido con Ancelotti, que ya era un líder. Me ayudaron mucho. Depende mucho del entrenador lo de saber entender a los líderes. Porque siempre digo que es fundamental encontrarlos para que en el campo te ayuden, si te quedas solo, no vas a ganar nada. También puedes ser buen líder y que no te sigan. Es parecido a lo que pasa en el ejército", explica el italiano.
Tal vez por entonces, la situación de Vinicius se hubiese resuelto de otra manera: "Este es otro momento de la historia, ahora hay cosas que en mi tiempo no había como el móvil y las redes sociales. Agradezco que en mi época no había, hablábamos con los jugadores cara a cara. Ahora hay mucha sobreexposición mediática y en los móviles, luego se suma la novia, la mamá… Todos hablan. Que si el entrenador no le entiende…Es un problema de Carlo, seguro que él le ayuda, le habla… Yo tuve a uno como él en la Roma, Cassano. Son chavales a los que les explicas todo, pero cuando llega el partido, se transforman y se olvidan de todo lo que te han prometido".
No duda de que Ancelotti tiene la autoridad suficiente para guiar a sus futbolistas y de cómo conseguirla: "Eso se tiene o no se tiene, da igual cuándo. El liderazgo no se compra, igual que el respeto. Se gana con lo que haces cada día, lo que haces en los entrenamientos y lo que les dices. La confianza se obtiene con los resultados y el trabajo, con ser serios. Lo más importante para mí siempre ha sido el respeto con los jugadores y ellos conmigo", explica.
"El liderazgo y el respeto no se compran. Se gana con lo que haces cada día, lo que haces en los entrenamientos y lo que les dices.
Esa autoridad, ¿podría tambalear si tenía un trato demasiado cercano con sus futbolistas? ¿Podía irse a cenar con alguno de ellos? Capello es tajante: "No, para hablar que venga a mi despacho. ¿Por qué necesitas comer con ellos? Yo trabajo, él también, podemos encontrarnos después del entrenamiento. Me gusta más comer con mi mujer, novia o con mis hijos". Y continúa comentando sobre la posibilidad de mantener una amistad con los jugadores: "Amigo son palabras mayores, se puede tener una buena relación. Tengo 77 años y sólo cuento con cuatro amigos que lo han sido toda mi vida, está en los momentos de mayor dificultad. Conocidos sí hay muchos. Se dice amigos de manera muy fácil. Y hermano".
Capello conoció al actual entrenador del Real Madrid cuando en el 92, cuando Fabio sustituyó a Sacchi en el Milan, y precisamente, fue con él con quien Ancelotti dejó de ser titular. Han pasado muchos años y sus caminos se han cruzado una y otra vez: "Ancelotti no me pidió consejo nunca, porque ya tenía experiencia en otros países. Lo más complicado es salir de España e irte a Inglaterra, a Alemania… No puedes hacer lo mismo que haces en Italia, donde la mentalidad y el estilo es otro. Y él sabe acostumbrarse siempre, tiene mucha capacidad de adaptación, tiene un gran don. No es de los que se toman su verdad como un dogma, sino que asumen que verdad también puede estar en el término medio".
"Ancelotti no se toma la verdad como un dogma, asume que también puede estar en el término medio"
Después de su experiencia como seleccionador, tanto de Inglaterra como de Rusia, Capello no se anima tampoco a recomendarle ese cargo a Ancelotti con Brasil: "Es un trabajo distinto a ser entrenador de un club, no trabajas todos los días y no puedes meterte en la cabeza de los jugadores, porque no les conoces tanto. Lo más importante en una selección es encontrar esos líderes de los que hablamos".
Capello advierte del peligro del equipo de Guardiola en las próximas semifinales de Champions: "El City con Haaland ha dado un paso adelante muy grande y es más difícil ganarles, hay que tenerle mucho cuidado en todo momento. Pensaba que esta iba a ser la final. Aunque la verdad es que al Madrid hay que darle siempre favorito cuando juega la Champions", reconoce.
"Nací en un pueblo de mil habitantes y me crié en el campo de fútbol que había allí. Mi vida es fútbol", termina sentenciando el italiano, incapaz de mantenerse alejado del fútbol, sólo de sus banquillos.