OPINIÓN

Ancelotti se sacó un cuadrado de la manga para ganar su Quinta

Ancelotti celebra la Decimoquinta. /EFE
Ancelotti celebra la Decimoquinta. EFE

En el primer y legendario Wembley había que subir 39 peldaños para recoger las Copas pertinentes. Eran los escalones que separaban el césped del palco de autoridades. Todo un ritual que enardecía a las masas. Ahora, con la remodelación de 2007, los campeones hubieran tenido que subir 107 peldaños, por lo que los nuevos protocolos prefieren acercar el trofeo a los jugadores, que estos no tengan que realizar un último esfuerzo y entregar trofeo y medallas en un escenario montado sobre el mismo terreno de juego.

Era la 15ª del Real Madrid. La sexta de Carvajal, Nacho, Modric y Kroos.La quinta de Ancelotti como técnico.El club blanco tiene en su museo tantos títulos como todos los clubes ingleses juntos. Tres más que los italianos. Los cuatro futbolistas que igualaron el sextete de Paco Gento reúnen en su casa las mismas que el Liverpool y el Bayern; una más que el Barça; dos más que el Ajax, tres más que el Manchester United y el Inter de Milán... Un decimoquinto título, además, en el que el equipo no perdió ni un partido. Nueve victorias y cuatro empates. Situación inédita.

El partido en sí tuvo su historia. Dos tiempos bien diferenciados. En el primero, Courtois mantuvo vivo al equipo en la primera parte. Dos grandes paradas y un par de salidas en las que asusta al rival de turno. Era muy difícil que en la segunda sus compañeros fueran a estar tan desaparecidos como en la primera. Era casi imposible. El equipo se tenía que recomponer sí o sí tras el descanso. El entrenador estaba obligado a dar la vuelta a su pizarra. El equipo estuvo mal colocado. El pasillo de seguridad, que diría Luis Aragonés, no tenía seguridad. Kroos se metió demasiado entre los centrales para responsabilizarse de la salida del juego y dejó un tanto abandonado a Camavinga. La inferioridad numérica en ese pasillo central era evidente.

Todo cambió tras la charla táctica. Ancelotti dibujó un cuadrado en el centro del campo. Dos mediocentros, Camavinga y Kroos y dos interiores por delante: Valverde y Bellingham. Rodrygo se escoró a la derecha y Vinicius a la izquierda. Carlo se puso serio con los dos brasileños y les invitó a defender cuando el partido lo exigiese. Lo hicieron. La energía que uruguayo e inglés inyectaron en la presión fue definitiva. El físico del Borussia hizo el resto. Los alemanes se vinieron abajo y los blancos, arriba del todo. Y por arriba, en la salida de un córner, Carvajal ganó el duelo aéreo a su marcador, un juguete de 190 centímetros. El segundo gol, el de Vinicius, fue producto del trabajo previo a la final. Se sabía que los defensas del Borussia se embolicaban la salida del balón y ahí robaron uno para sentenciar.

Después de una primera parte de sufrimiento supremos, al equipo blanco le sobraron 15/20 minutos. Ese es el Madrid, le valen diez minutos para encadenar la Champions a la Liga. Ese equipo que primero gana y después pregunta.