Una décima de segundo recuerda la premonición con Carvajal de un viejo entrenador

Rodrigo todavía estaba posando. A Lamine no se le había borrado aún la sonrisa tras los flashes. Le Normand, Laporte y Fabián seguían con los pies clavados en el césped. Si es que no había dado tiempo a que la composición de la foto del once titular de España se disolviera. Apenas habían pasado unas décimas de segundo después del posado. Y Carvajal ya estaba jugando el partido.
La imagen, captada por Charlotte Wilson para Getty Images, consigue transmitir la fuerza y el ímpetu de Carva. El grito y la vena hinchada, la arrancada como si fuera un velocista saliendo de los tacos, el contraste con todo lo que le rodea, desatado antes de empezar, como ese soldado que arranca el primero en las películas de batallas medievales, el boxeador que quiere golpear antes de la campana. Carvajal nunca espera, va.
Decía Alberto Toril cuando le entrenaba en el Castilla del ascenso (el lateral compartía equipo con tres jugadores con los que comparte hoy selección, Nacho, Joselu y Morata, un hito, de Segunda B a una Eurocopa 12 años después) que el valor de Carvajal no era solo lo que aportaba, sino lo que contagiaba. Ese nervio, esa intensidad, esa determinación, término muy usado por el propio jugador últimamente, no permitía dormirse al que estaba al lado. Algo parecido pasa en las redacciones, incluida la de Relevo. Si al mando está Sergio Gómez, no hay respiro. Por eso era tan importante el lateral y por eso iba a llegar tan lejos, convencido estaba el hoy entrenador del Madrid femenino.
En sus 32 años brilla en su prime, empoderado y directo al once The Best, que es uno de sus objetivos, y quién sabe si a cotas mayores. Una manera de afrontar los partidos que sigue siendo la misma de cuando era un canterano que lloraba de rabia cuando perdía. Una manera de defender la camiseta de la selección con la que por una multitud de razones nunca ha disfrutado como de blanco. Pero nunca es tarde para Carva, cuyo primer gol como internacional llegó contra Croacia.
Carvajal está coleccionando fotos icónicas sin parar. Su gol en Wembley, con la orejona y su padre a caballo, su abrazo con Lamine Yamal que simboliza lo diversa y sin embargo coordinada que es esta selección… Le queda la más importante. La de levantar la Eurocopa. Ya está a solo cuatro partidos. Y no esperará sentado.