Los 30 minutos de la final de la Champions que marcan el cambio de dinastía en el fútbol femenino europeo
El Barça impuso su estilo ante el Olympique de Lyon, con un inicio brillante de la segunda mitad.

"Sorpasso", italianismo no adaptado, significa 'adelantamiento', 'acción de sobrepasar a otro'. En política, se ha extendido en alusión al hecho de que un partido que siempre quedaba detrás de otro de su mismo color político logra superarlo en votos.
El sorpasso del fútbol femenino europeo duró 30 minutos. La primera media hora del enfrentamiento entre el Barça y el Olympique de Lyon, la final de la Champions, dibujó el traspaso de poderes, el cambio de dinastía en Europa. "Pase lo que pase, seguiremos siendo las mejores", amenazó Sonia Bompastor (la entrenadora del conjunto francés) en la rueda de prensa previa al choque. "Son un motivo de inspiración para nosotras", acabó reconociendo al término del mismo. El Barça fue todo lo que no pudo ser en las dos anteriores finales.
Lo cierto es que sería injusto reducir los excelsos 90 minutos blaugranas en San Mamés a 30 minutos. Sin embargo, en un encuentro que las de Jonatan Giráldez controlaron de principio a fin, cuando fueron más Barça que nunca fue en la primera media hora del segundo acto. Las blaugranas habían controlado la primera mitad con posesiones largas y con grandes acciones defensivas, tanto individuales como colectivas, pero les faltaba mordiente. Graham Hansen había enseñado el colmillo un par de veces, pero sin llegar a dar el mordisco. La segunda mitad lo cambió todo.
Aitana Bonmatí, la mejor jugadora del partido, salió con una marcha más, pareciendo flotar sobre el verde de un San Mamés llenó hasta la bandera. Se le unieron otras compañeras como Mariona Caldentey o Patri Guijarro. De las botas de las dos primeras nació el primer gol blaugrana. Un brillante pase de la '9' acabó en Aitana Bonmatí. Su centrochut tocó en Vanessa Gilles y acabó dentro de la portería rival. No fue su gol más brillante, pero qué más da daba eso. Ocurrió en el minuto 62. Cuando al recital le faltaban 10 minutos.
No llegaron más goles (hasta el de Alexia, en el minuto 94). Pero hubo triangulaciones, cambios de orientación, jugadas por dentro, combinaciones por fuera, acciones defensivas. El Barça se salió con la suya y el Olympique de Lyon se mostró frustrado, impotente. Como ya se habían sentido las blaugranas en las dos anteriores finales ante ellas. Probablemente, las sensaciones que las futbolistas culés habían experimentado en Budapest y en Turín se contagiaron al rival.
Más que el qué, fue el cómo. Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Irene Paredes y el resto rompieron la maldición. "Pff, sabe a gloria", reconocía la última ante las cámaras de DAZN tras el triunfo. Lo consiguieron a su manera, siendo ellas mismas, imponiendo su estilo y mostrándose como el mejor equipo del mundo. En los días previos al duelo, a las futbolistas del Barça parecía imponerles hablar sobre la pregunta que se hacía todo el mundo: ¿Habrá cambió de ciclo?. Quién sabe si por respeto al rival, si por miedo al mismo o por si creencia propia. Hoy, dos días después de la final, ya nadie se lo pregunta.