Carlo Ancelotti ha abandonado a sus atacantes

Lo que parecía una profecía incumplida se tornó en realidad palmaria. El Real Madrid llegaba a Londres apuntalado en su camiseta, que a estas alturas vale como el jugador más determinante del mundo, y unas dudas y miedos que querían no serlo al portar ese escudo. Pero el Arsenal, metido de lleno en que este es su momento, quizás el que llevaban toda una vida esperando, no dudó. Arteta hizo lo que más daño le hace a este maltrecho Madrid: juntar pases por dentro para señalar las deficiencias blancas y, sin balón, dejar que los de Ancelotti se ahogasen en su falta de confianza. Fue el peor partido del curso para los blancos a nivel ofensivo. La nada.

Fueron 9 disparos, la peor cifra del curso solo superada por los 8 ante la Atalanta, y solo 0,44 goles esperados generados, la peor de la temporada. El Arsenal llegaba como la mejor defensa de la Champions League atendiendo a los datos avanzados y se confirmó ante un ataque que depende de una inspiración que no existe, pues Vinicius está jugando una temporada tremendamente irregular, Rodrygo sigue quedándose corto cuando se le ancla al costado diestro y Mbappé, que las tuvo, adolece de un espíritu laxo, como si los problemas le incomodasen y esperase a que todo se fuese a solucionar. Con este nivel individual, el Real Madrid se quedó en nada.

Y aquí es donde hay que empezar a mirar al banquillo. Ancelotti ha ido abandonando todo lo que le dio réditos para centrarse en unos mínimos que, en una plantilla de tanto nivel, tiene un efecto devastador. Lo tiene porque es decirle a jugadores que quieren atacar y generar que hay que esperar, y la razón obedece al miedo, y ese miedo se ha metido en el cerebro de unos futbolistas que están agarrotados, pues el sistema blanco con balón es un 4-3-3 rígido, con distancias larguísimas a recorrer y que no favorece a las relaciones de sus jugadores.

Camavinga y Modric se solaparon, quedando casi siempre por detrás de la línea de balón, y con Fede pendiente de controlar los espacios y Asencio sin asomarse al circuito de pases, Rodrygo quedó totalmente aislado. Su partido fue flojo, pero las opciones de que fuese bueno eran mínimas viendo lo que se le ofrecía. Sin apoyos y con un Arsenal que es una roca, el Real Madrid las generó a partir de errores no forzados, haciendo notar una intimidación que siempre existe, pero que no compareció de forma real.

El partido de Vinicius sí fue grave, pues apenas sumó nada. Firmó su tercer partido con menos regates intentados (3), no completó ningún pase clave y ningún disparo más allá de uno bloqueado desde fuera del área. Si bien el Real Madrid le dio poco, Vinicius ha demostrado ser capaz de darle más al equipo cuando no lo encuentra, y ya ante el Atlético de Madrid cuajó una eliminatoria muy pobre en términos de impacto. De momento, Ancelotti sigue sin poder ver un partido grande de verdad de sus dos mejores atacantes juntos, repartiéndose así las exhibiciones del curso, como si uno compareciese cuando el otro no lo hace, aunque hay veces, como ayer, que no lo hace ninguno de los dos.

Ancelotti ha ido abandonando aquello que le daba identidad. Ha ido alejando a sus mejores futbolistas, restándoles confianza en pos de un objetivo mayor, un miedo vestido de equilibrio que no convence, sino que adelgaza, y así los futbolistas del Real Madrid saltaron al campo de un equipo sin uno de sus mejores defensas y sin delantero centro para terminar firmando una actuación flojísima que deja la eliminatoria prácticamente imposible.