ATLÉTICO - REAL MADRID

Bernd Schuster compara a Ramón Mendoza con Jesús Gil: "Del Real Madrid me fui cobrando, al Atleti le perdoné el dinero"

Los derbis son territorio Schuster. Los jugó con las dos camisetas y conoció bien a los dos presidentes de la época. Los dos le ficharon a lo grande, pero el final no fue tan feliz.

Schuster se abraza con Míchel, con la Copa del Rey conquistada con el Atlético de Madrid ante el Madrid en el Bernabéu./ABC
Schuster se abraza con Míchel, con la Copa del Rey conquistada con el Atlético de Madrid ante el Madrid en el Bernabéu. ABC
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Desde su actual azotea de comentarista de televisión y en espera de esa oferta tentadora que le presente un proyecto interesante para no cortarse a su edad la coleta de entrenador, Bernd Schuster contempla los derbis desde la perspectiva de haberlos jugado con las dos camisetas y también, por qué no decirlo, con una ración de nostalgia. Aquellos Madrid-Atleti/Atleti-Madrid de su época eran de otra pasta. Ni mejores, ni peores. Distintos. Eran los derbis de los jugadores y de los entrenadores, pero también eran los duelos entre los dos presidentes,Ramón Mendoza en el lado blanco y Jesús Gil y Gil en el rojiblanco.

Como también tuvo la suerte de jugar Clásicos vestido de azulgrana y de blanco, su experiencia no puede ser más completa en estos partidos de máxima graduación. Solo otro futbolista puede alardear de lo mismo: Miquel Soler que, además de jugar derbis madrileños y Clásicos, también disputó derbis catalanes porque defendió la camiseta del Espanyol. Bernd Schuster después de barcelonista fue madridista (dos años) y, por último, atlético (tres). Cuando terminó su triple aventura siempre quiso dejar bien claro y lo repite casi antes de saludar que "no me fui del Barça al Madrid para joder al Barça; ni me fui del Madrid al Atlético para joder al Madrid. No fue ni para vengarme de uno ni de otro. Fueron circunstancias del momento. En los dos casos estaba sin contrato, me llegaron esas ofertas y acepté, pero sin odio y sin rencor".

Con 21 años, melena rubia y el aval de una excelsa Eurocopa del 80 con Alemania, Schuster entró en la Liga española por Barcelona. Ocho temporadas, una de ellas en blanco como castigo por irse al hotel cuando fue sustituido por Venables en la final de la Copa de Europa de Sevilla contra el Steaua. A Ramón Mendoza, entonces presidente del Real Madrid, solo el hecho de fichar a un jugador del Barcelona, aunque acabara contrato ese curso, le excitaba sobremanera y unos meses antes, bastantes, se metió en la faena. Bernardo cifró en su biografía escrita con Javier Ares, "Amor a primera vista", que la primera llamada en nombre del Real Madrid llegó antes de comenzar su última temporada en el Barça y que su interlocutor había sido el mismísimo entrenador del equipo, Leo Beenhakker. Quería saber su situación contractual exacta. "Pase lo que pase esta temporada, al final, me iré del Barça con la carta de libertad porque acabo mi contrato", le dijo claramente el jugador.

El entrenador Beenhakker, de taxista

Con la información de primera mano, el siguiente paso lo dio el mismísimo presidente Ramón Mendoza que citó al todavía jugador azulgrana en París, en el restaurante Taillevent. Llegaron a un acuerdo de manera medianamente rápida después de discutir la duración del contrato. Al final, fueron tres temporadas, las que pidió Gaby, entonces esposa y representante del futbolista. La cuantía del contrato, con el condicionamiento de que llegaba libre, no fue excesivo problema: 250 millones de pesetas por temporada. Con Mendoza, además, el asunto económico nunca fue un hándicap. Era de mano suelta con los jugadores y, en teoría, la operación Schuster era redonda. El jugador, con 30 años, venía libre. Mendoza siempre reconoció que fue uno de los fichajes que más le motivó. "Era un doble morbo, quitárselo a Núñez y exponerlo con la Quinta del Buitre y mis otros fichajes".

Schuster, con el Real Madrid.  ABC
Schuster, con el Real Madrid. ABC

Posteriormente, dicen las buenas lenguas que en el mes de febrero, las dos partes terminaron de cerrar lo sellado en París en la casa de Mendoza en La Florida, a las afueras de la capital. La gran anécdota de esa noche fue que el mismísimo entrenador, Leo Beenhakker fue a buscar a Schuster al aeropuerto de Barajas para llevarle al domicilio del presidente. La foto que nadie hizo hubiera dado la vuelta al mundo de haberse realizado porque no hay que olvidar de que el futbolista era todavía jugador del Barcelona (87-88). Ni cuando el 21 de mayo de 1988, se despidió del Barcelona quiso anunciar su destino. Eso sí, el 6 de junio Mendoza lo presentó en el Bernabéu. Las palabras del futbolistas fueron discretas. Sin remordimientos contra el Barça. "Se nota que estoy en un club serio. No estoy aquí para castigar a Núñez, si mi familia no hubiera querido, no estaría aquí".

Las dos temporadas blancas de Schuster deportivamente fueron buenas a pesar de las dos eliminaciones en la Copa de Europa, que se le seguía resistiendo al equipo. Nada hacía presagiar que no iba a cumplir la tercera, también firmada. Acumuló 88 partidos con 16 goles y ganó dos Ligas, una Copa y dos Supercopas de España. Mientras, en el vestuario y sobre el terreno de juego no tenía aparentes problemas futbolísticos, aunque tampoco se iban a comer ni cenar juntos. Se entendió bien con la Quinta del Buitre y la Quinta de los machos (Hugo, Maceda, Gordillo...).

"Con Mendoza fue con el presidente que menos trato tuve. Buenos días y poco más"

Bernd Schuster Exjugador de Barça, Real Madrid y Atlético

Eso sí, la relación, ni buena ni mala, con el presidente nunca llegó a existir. Schuster, que venía de vuelta de todo en el Barcelona con José Luis Núñez, pronto se dio cuenta de que Mendoza solo tenía ojos "para sus niños de la Quinta y los otros fichajes que él había hecho. Fue con el presidente que menos trato tuve. Buenos días y poco más. Él vivía para ser presidente. El día a día del club lo llevaba el gerente, Manuel Fernández Trigo", confiesa sin dudar Bernardo.

La cuerda se rompió al finalizar la segunda temporada, que concluyó en la primera semana de mayo por la celebración del Mundial de Italia-90. El Real Madrid organizó una gira por Estados Unidos y México con los jugadores que no estaban citados con sus respectivas selecciones, entre los que se encontraba Schuster, que hacía tiempo que había renunciado a la selección alemana. Para completar la expedición se incorporaron jugadores del Castilla y cedidos a otros clubes. La realidad era que a Schuster, como al resto de la plantilla, el 'viajecito' no le hacía ninguna gracia y prefería marcharse ya de vacaciones. Además, había acabado la temporada con molestias en la espalda y estaba en tratamiento con los doctores Pirri y Herrador.

Bernd insinuó al entrenador y al club cuáles eran sus prioridades, pero con escaso éxito. Como el pasaporte de los jugadores, en aquellos tiempos, para evitar pérdidas u olvidos a la hora de los viajes, siempre estaba en poder del club, Bernardo fue a solicitarlo, pero no se lo dieron. Según los 'papeles' de la época, el jugador también propuso que su familia le pudiera acompañar en la gira, pagándose, por supuesto, el viaje, pero tampoco fue bien vista la propuesta por el precedente que podía ocasionar.

Con el tiempo se supo que Ramón Mendoza, a mediados de la segunda temporada, ya tenía en su cabeza sustituir a Schuster porque ocupaba plaza de extranjero y quería fichar al rumano Hagi. En enero del 90, el presidente ya había comentado con Silvio Berlusconi, el dueño del Milan, con quien mantenía una gran relación, que su intención era hacer el cambio. El vínculo entre el futbolista y el club se terminaron de romper durante la gira, en la que apenas jugó, al final, unos minutos.

La distancia, además, enredó más la situación. Las noticias que llegaban a Madrid desde el otro lado del Atlántico eran contradictorias. Por un lado, que el jugador quería marcharse sin cumplir el tercer año. Por otro, que el entrenador, Toshack, no le quería más y que se lo había comunicado en persona al jugador. Mendoza, ya a la vuelta, comunica al interesado que el técnico le había manifestado que no contaba con él. Schuster, por su parte, aseguraba que a él, el técnico, no le había dicho nada directamente, aunque sí le había comentado que no le garantizaba la titularidad al año siguiente. Un guión digno de telenovela.

Al final, el 7 de junio, ambas partes comunican que han llegado un acuerdo para resolver el contrato. El club aceptó pagar una indemnización, que fue prácticamente la totalidad de la ficha del año que le quedaba. Como a la hora de fichar, el asunto económico tampoco fue problema. Schuster, dos años después, estaba en una situación parecida: sin equipo, pero con la carta de libertad en su mano. "No me pareció una situación límite. La verdad es que tenía confianza en mí. Salvo el año del Barça por el castigo, siempre había sido titular en mis equipos. Comencé a preocuparme cuando pasó el verano y no tuvo ninguna propuesta realmente interesantes. Me encontraba sin equipo en octubre... y ahí fue donde apareció Gil y el Atlético".

La intervención de Futre

Nada más finalizar su compromiso con el Real Madrid, en los círculos cercanos al presidente del Atlético, se comentó la posibilidad de fichar al alemán... pero fue pasando el tiempo y la oferta no llegaba. Tuvo que ser Paulo Futre, entonces la estrella del equipo, y ante el mal arranque de temporada, quien se plantara en el despacho del presidente y le dijera que fichara a Schuster. "Presi, presi, el alemán es muy bueno. Le necesitamos ahí en el centro del campo, de organizador". Dicho y hecho. Tres años de contrato con opción a un cuarto que tampoco cumplió.

Schuster, ya de rojiblanco. ABC
Schuster, ya de rojiblanco. ABC

A Schuster, después de Núñez y Mendoza, no le daba miedo Gil, aunque acabaron como suelen acabar dos personalidades tan fuertes. Con sus altos y bajos, Schuster rendía en el campo y el presidente tenía muchos frentes abiertos. El jugador, por su parte, ejercía públicamente de rojiblanco siempre que podía y celebraba los goles del Tenerife al Real Madrid. Sin embargo, esperó al final de su segunda temporada, a la víspera de la final de Copa (91-92) contra el Real Madrid en el Bernabéu, para pasar factura al presidente blanco. Le tenía ganas a Mendoza.

"Quiero marcarle un gol al Real Madrid y de paso a Ramón Mendoza. No puedo perderme ver su cara si el gol de la victoria es mío"

Bernd Schuster Exjugador de Barça, Real Madrid y Atlético

"Me sentí maltratado por la actitud de una persona que empieza a recoger todo el daño que ha sembrado. El Real Madrid me parece una seria institución, pero está viviendo una etapa de intranquilidad que sólo se debe a él. Con Núñez podía hablar, a veces de malos modos, pero hablaba. Con Mendoza, jamás. Quiero marcarle un gol al Real Madrid y de paso a Ramón Mendoza. No me perdería por nada del mundo ver la cara que puede poner si el gol de la victoria es mío. Marcar el de la victoria sería como hacer el amor aunque sea una expresión bastante fuerte para lo que de verdad significa el fútbol".

Tal cual. Y como marcó y su equipo ganó, después de la final, terminó de desahogarse. "Marcar un gol al Real Madrid y ganar la Copa ¿Qué más puedo pedir? Estoy triste por no haber conseguido una goleada cuando tuvimos una gran cantidad de ocasiones. Fue mi gran noche como atlético". Venganza consumada y segunda Copa consecutiva en el Bernabéu vestido de rojiblanco.

El tercer año no fue tan bueno deportivamente. En el mes de abril unas declaraciones suyas hicieron temblar los cimientos del Vicente Calderón. "Me voy del Atlético. No tengo firmado con nadie, pero me voy". La noticia, en un mundo sin móviles, se fue ampliando poco a poco. Se dijo que su destino era el Benfica. El club portugués desmintió la noticia. Hasta el día siguiente no se resolvió el entuerto. Todo había sido una broma del jugador para celebrar el 1 de abril, que en su país equivale al 28 de diciembre, los Santos Inocentes. Tantos años después, no está confirmado, como se dijo después, que tanto el presidente como el entrenador, Luis Aragonés, estuvieran al tanto de la broma.

"No voy a entrar en una guerra con el presidente Gil. Ya le conocemos, ha largado y va a seguir largando hasta el final"

Bernd Schuster Exjugador de Barça, Real Madrid y Atlético

Según avanzaba el curso, comenzaron los enfrentamientos directos con el presidente, que estaba furioso por la marcha del equipo. Cual no sería la situación que Schuster, esta vez en serio, anunció que a final de temporada dejaba el club y no cumpliría el cuarto año que tenía. Gil destituyó a Luis Aragonés en el último día de enero y después pasaron por el puesto Ovejero (dos partidos), Pastoriza (cinco) y finalmente Heredia. A Schuster no le gustó tanto cambio. "Aquí se hace todo al revés, el entrenador que venga vendrá con los pantalones bajados. No voy a entrar en una guerra con el presidente. Ya le conocemos, ha largado y va a seguir largando hasta el final. Yo tengo mi opinión y él tiene la suya y en algunas cosas no estamos de acuerdo".

Gil se irritó más de la cuenta. "Yo no soy como los presidentes que ha tenido. Schuster debe terminar la temporada como Dios manda. No tengo problema en plantarle en tres minutos en la calle. Ya lo he hecho. El Atlético no es el Barcelona o el Real Madrid. Que no me toque las narices ni el pirindolo o la pirindola. Es un profesional que cobra y por lo tanto debe rendir y no creerse imprescindible. Hace unos meses quería renovar como fuera y ahora se quiere ir por unas razones que él sabe y yo también".

Se refería a una presunta oferta que había tenido del Bayer Leverkusen, club al que terminó marchándose y también del fútbol japonés, entonces en plena ebullición. "He estado muy feliz y me voy muy feliz; se ha cumplido un ciclo, eso es todo". No quiso desvelar, sin embargo, los entresijos que habían provocado su decisión: "Aquí han pasado cosas muy graves que no voy a decir".

La polémica había rodeado a Schuster a lo largo de la temporada. Su negativa, en diciembre, a tratarse con antibióticos, es naturista, una lesión en su tobillo derecho provocó su primer enfrentamiento con el presidente. Sin embargo, en su despedida, el futbolista intentó estar lo más elegante posible. "He llegado a un acuerdo con el presidente para rescindir el contrato. Me voy sin cobrar el dinero correspondiente al próximo año, pero me marcho contento y feliz".

El gran corazón de Gil y Gil

En una entrevista en Libero, Schuster resumió su dilema amor-odio con el presidente. "Era una persona imprevisible. Un tío con un corazón enorme. Como necesitaras algo no tardaba nada. Por otro lado tenía una exigencia por cómo veía el fútbol y el club. Luchar, correr y sudar. Luego puedes hacer lo que quieras. Puedes perder un partido, no pasa nada. Y como viera que no era así, ponía una reunión de un minuto a otro. Esas reuniones, para que veas como es Jesús Gil, eran en una mesa larga para 30 o 40 personas. Y los 20 estábamos atrás, las primeras 10 sillas vacías. Como empezara tal y tal y tal… se quitaba la chaqueta que cabían 3 jugadores… Pero no nos reíamos. Le teníamos un respeto total, por eso nos sentábamos atrás". En sus tres temporadas en el Atlético, Schuster jugó 112 encuentros y marcó 18 goles y ganó dos Copas del Rey.

En sus dos años blancos, Schuster disputó seis derbis contra el Atlético. Tres de Liga y tres de Copa en dos eliminatorias ganadas por el Madrid. No perdió nunca. Cuatro victorias y dos empates. Su estreno fue en uno de los enfrentamientos más polémicos entre los dos equipos (3-12-88). El conocido como el derbi de Buyo y Futre, que fue expulsado al igual que su compañero Orejuela (2-1). Su gran actuación, sin embargo, contra los rojiblancos lo disputó en su segunda temporada. Jornada 18. Sirvió dos balones de gol a Martín Vázquez y marca el tercero (3-1) tras una gran acción individual en la que regatea a Tomás y Ferreira.

Como rojiblanco, jugó ocho derbis. Cinco en la Liga, dos victorias, dos derrotas y un empate y tres en la Copa del Rey. En la eliminatoria de octavos del 91 eliminó al Madrid tras empatar fuera y ganar en casa y ganó la final del 92, que fue su último derbi como jugador y en el que marcó el primer gol de su equipo de falta directa en el minuto seis. "Ese fue uno de los partidos en los que sentí sensaciones más especiales en toda mi carrera".