DORTMUND - REAL MADRID

La gamberrada que dejó manca a la Cibeles y el escultor que apareció como salvación: "No entiendo que celebren los títulos allí"

Un joven ebrio rompió y robó la mano izquierda de la Diosa en 2002. José Luis Parés, escultor encargado de recomponer la pieza, atiende a Relevo a horas de que el Madrid pueda volver a visitarla.

José Luis Parés atiende a Relevo en su céntrico taller madrileño. /RELEVO
José Luis Parés atiende a Relevo en su céntrico taller madrileño. RELEVO
Manuel Amor
Jonathan Ramos

Manuel Amor y Jonathan Ramos

Todos los mapas madridistas contemplan sobre el plano de la capital dos lugares sagrados e improfanables para cualquier seguidor: el Santiago Bernabéu, donde se fabrican los éxitos, y la fuente de Cibeles, rincón de celebración. El segundo, un monumento abierto a Madrid y marcado por acoger los festejos de los títulos blancos desde mediados de la década de los 70, sufrió un atentado a comienzos de este siglo que algunos no olvidan y muchos jóvenes desconocen por su lejanía en el tiempo. Durante la madrugada del 21 de septiembre del 2002, seis adolescentes "muy borrachos" -dos de ellos socios del Real Madrid- aparcaron sus coches en los pies de la Diosa a eso de las 05:30 de la madrugada, trataron de trepar por su estructura para imitar a los Sanchís, Hierro, Raúl y compañía y, en el intento de encaramarse a lo más alto, uno de ellos se apoyó en la mano izquierda y con su peso la rompió. La Cibeles amaneció manca y la ciudad, sobresaltada.

La desaparición de la mano se convirtió en los días posteriores en un true crime que llenó informativos, colapsó los kioskos y monopolizó las radios. No hubo ni cámaras ni testigos que ofreciesen durante los primeros días un diagnóstico certero; los muchachos, que se habían llevado la pieza en uno de los vehículos, superaron la resaca y decidieron depositar la piedra tres días después en un contenedor de reciclaje de la calle de Calero Pita (distrito Puente de Vallecas). Al menos la trataron con cierto cariño: la depositaron metida en una caja de cartón y acolchada con papel higiénico. Entonces, desde un teléfono público situado cerca de la céntrica plaza de Colón, llamaron supuestamente a la Policía para indicarles en qué lugar les esperaba la pieza.

Nunca apareció, bajo la principal hipótesis de que los escombros se vaciasen en algún vertedero antes de que llegasen los oficiales y la mano quedase reducida a arenilla por la presión de otros cascotes, y se encontró a los culpables después de una ardua investigación que nació del aporte de una posible matrícula. Se les acusó de quebrar y robar la mano y la factura, al autor material de los hechos, Rodrigo J.L., le salió cara: 26.438 euros por un delito de daños en el patrimonio histórico. Durante el juicio afirmó que tenía "en la cabeza a media plantilla del Real Madrid subida en la fuente" y que le pareció "impensable" que fuera a ceder. El resto de imputados, que se enfrentaron a una posible pena de prisión por encubrimiento, salieron absueltos.

Cibeles, sin su mano izquierda.  AGENCIAS
Cibeles, sin su mano izquierda. AGENCIAS

Aquel suceso que irritó a Madrid y al madridismo no tardó en solventarse. El Ayuntamiento, responsable del patrimonio, eligió al afamado escultor y catedrático de Bellas Artes José Luis Parés para crear la réplica que completase a la Diosa. Después de una carrera más que prolífica y que ha ornamentado la capital de verdaderas obras de arte en todos sus rincones -La Latina, la plaza de Alonso Martínez o la propia catedral de Cibeles-, Parés lamenta, medio en broma medio en serio, que a sus 83 años casi todos le conozcan como el artista que devolvió su forma a la Cibeles.

“Más ruido que nueces”

A sólo unas horas de que el Madrid se mida al Borussia Dortmund en la final de la Champions de Wembley, Parés recibe a Relevo en su "verdadero hogar": lo que él describe como un "tallercito", de apenas unos 15 metros cuadrados cerca del número 1 de la calle San Felipe Neri, es un obrador que ha dado luz a maravillas escultóricas que han corrido a cargo de sus abuelos, de sus padres y de sus manos. Aunque avanza repetidamente su hermetismo ("yo no hablo. Es que no hablo con nadie. Hablo poco") y que está ya "fuera del mercado", como el futbolista que acaba de renovar y no quiere saber de novias, hablar de la obra de Cibeles le ablanda y enorgullece. Preguntarle si es madridista lo considera una ofensa.

"Hombre, por supuesto. Soy madrileño, hijo de madrileños y nieto de madrileños. Lo siento por los atléticos, pero hay que ser del Madrid. Si mis nietos no lo son, tendrán problemas", cuenta entre risas y sorprendido por el mínimo despliegue -un trípode y un teléfono móvil- que le graba. A pesar de la inmensa cantidad de obra pública de la que presume, el encargo de la mano le catapultó a un nivel de celebridad nunca antes alcanzado.

Parés, sobre su 'salto a la fama' tras esculpir la mano. RELEVO

"La gente me empezó a conocer por ser el escultor de la mano de la Cibeles, y yo había hecho monumentos en Madrid muchísimo más importantes que la mano. Yo compraba el periódico a diario en Puerta Cerrada, cerca de aquí, desde 40 años atrás. Soy una persona bastante cerrada, no voy haciendo amigos ni hablando. Cuando salió publicado lo de la mano, con las fotos con el alcalde y toda esa parafernalia, cogí dos o tres. Y va y me dice el kioskero: '¡Anda, claro, pero si es usted el de la mano de la Cibeles!'. Cuando iba para casa al mediodía solía tomarme un pincho de tortilla y un vaso de vino en un bar. Pero yo no hablo. Le pago al camarero y me dice: '¡Anda, coño, el de la mano de la Cibeles!'. Parece mentira que, con la cantidad de obra que tengo yo en la catedral de la Cibeles, el comentario fuera ese. Y ahora, mira (por la entrevista)… qué cosas más curiosas".

El trabajo le llevó unos 45 días y no le complicó la vida. "Es más el ruido que las nueces. Si para un escultor fuese difícil hacer una mano… apaga y vámonos. Lo complicado es elaborar una mano exacta, igual que la que tenía, colocarla y que con el paso del tiempo no se note que aquello es un postizo. Por el resto, nada", explica. Se talló en mármol del pueblo toledano de Montesclaros y favorecido por los moldes del Ayuntamiento, que permitieron modelar una reproducción exacta al original de Ventura Rodríguez.

Parés coloca la nueva mano izquierda en la Cibeles.  AGENCIAS
Parés coloca la nueva mano izquierda en la Cibeles. AGENCIAS

El contacto fue continuo con el consistorio, con el que ya había colaborado en varias restauraciones -curiosamente, con otra mano que desapareció en el Monumento de la Chata en el Paseo Rosales-, pero jamás entabló diálogo con el Real Madrid. "Ni me importa, ¿eh? No sufro por ello. Ni sufriré", aclara rápido pese a presumir de corazón blanco: "Mi padre y mi madre eran socios. He ido mucho al Bernabéu".

El proceso lo recuerda como si fuese ayer: "Tuve que hacer un modelo con fotografías, modelar en barro, hacer un molde, sacar una reproducción en escayola y pasarla a piedra a través del sacado de puntos. ¿Sabéis lo que es?". La colocó él mismo, con ayuda de un equipo de restauradores, e ideó un sistema para que la Cibeles no volviese a despertarse nunca sin mano: "En lugar de poner dentro una espiga perpendicular al plano, metimos un par de ellas en X. Aquello está cruzado, y ya podrás tirar toda la vida que no sale. Utilizamos espigas de cobre, que no oxidan como el hierro, y le metimos un pegamento de epoxy en rojo. Creo que nadie ha vuelto a subirse".

Desempolvar la fechoría le libera. La satisfacción que siente al rodear la plaza es proporcional, curiosamente, al disgusto que le provoca la aglomeración de aficionados junto a la Diosa cuando el Madrid gana: "Que vayan allí… no sé. Yo no lo entiendo. Hasta ahí no llego. Hace dos semanas (en el encuentro frente al Cádiz que certificó la Liga), mientras jugaban un partido, estaba la Cibeles llena, con vallas, la gente allí con unas alegrías… No lo comprendo". No se le verá por allí este domingo en caso de que los de Ancelotti levanten la Decimoquinta, pero sin él nada sería igual.

Un ataque que 'involucró' a Florentino y a Valdano

La colocación de la mano el 6 de noviembre de 2002 dio carpetazo a la polémica y empezó a apagar las miradas hacia los jóvenes que cometieron la imprudencia, nacidos en torno a 1980 y estudiantes universitarios en aquel momento. El abogado de uno de ellos calificó el acto de "chiquillada"; el autor, que había festejado esa noche junto a sus colegas una despedida de soltero en la calle Juan Bravo, se refirió a ello como "una tontería".

Juan Manuel López Rubio, letrado de la acusación popular ejercida por el Colectivo Cultural Utópicos Unidos, acusó al Real Madrid, en las personas de Florentino Pérez -presidente- y su director técnico -Jorge Valdano- por incitar a cometer este delito, al entender que las celebraciones del equipo blanco inducían a la ciudadanía a imitar sus prácticas. Además, López Rubio se reafirmó en su petición de citar a declarar en calidad de testigo a Raúl González Blanco, entonces capitán. A la entidad, como responsable civil, le solicitó una indemnización de un millón de euros.

El juez instructor, Francisco Javier Cubero, denegó la imputación por carecer de fundamento y exoneró de responsabilidad a un club que celebró que la travesura se hubiese dado en octubre y no en el mes de mayo, cuando ganó la Liga con Del Bosque. La tradición de acudir a la fuente no se rompió pese a que algunos grupos políticos, como Izquierda Unida, manifestaron su intención de que el Ayuntamiento prohibiese al Real Madrid celebrar allí sus conquistas.

Ni el jurado popular, ni algunos partidos políticos, ni la gamberrada de seis jóvenes "borrachos" ha evitado que la costumbre siga vigente y a pleno auge en una de las épocas más gloriosas de la historia del Madrid. Si este domingo Nacho vuelve a coronar a la diosa con otro título y una nueva bufanda, a Parés le inundará la alegría de su madridismo y la incomprensión de su hermetismo, pero festejará sabiendo que 'echó' una mano a su Real Madrid.