REAL MADRID

Una carambola en 2022 puede cambiar la historia de Ancelotti y el Real Madrid

El italiano no era la primera opción del club para sustituir a Zidane. Ahora, y gracias a un 'no' inesperado, está a dos títulos de Miguel Muñoz.

Ancelotti celebra el pase a la final de la Champions con Rüdiger. /REUTERS
Ancelotti celebra el pase a la final de la Champions con Rüdiger. REUTERS
Manuel Amor

Manuel Amor

Ancelotti apareció en las entrañas del Bernabéu sonriente, agarrado a su nueva frase favorita ("háblame del mar, marinero") y dispuesto a desafiar a Tuchel ante los medios: "Si ellos se quejan del gol de De Ligt, nosotros nos quejamos del de Nacho". Su posición de poder la reafirman victorias como la de ayer ante el Bayern (2-1), patrocinada por sus cambios y que le conducen a su sexta final de Champions como entrenador. Nadie ha ganado más Orejonas que él (cuatro como técnico) y nadie maneja mejor el banquillo del Real Madrid, también en lo referido al fondo de armario. Tuvo que ser Joselu, un suplente agradecido al míster, el que guiase a su equipo a Wembley y acercase la Decimoquinta.

Ancelotti: “Joselu es un reflejo del equipo”.

Resulta especialmente extraño que los futbolistas que no juegan se deshagan en elogios hacia el patrón del barco. Menos con Ancelotti. Joselu, 14º en minutos, fue un ejemplo: "Carletto me ha apoyado mucho durante toda la temporada. Me ha dado mucho y ha confiado en mí. Sólo tengo palabras de agradecimiento". El sentimiento es común y extensible al resto, entre ellos Brahim (15º) o Lucas Vázquez (17º). Hasta ha conseguido domar a Modric (13º), enfadado durante meses por su rol y con el que terminó abrazado.

Carlo conduce la nave y mantiene el buen ambiente, pero, sobre todo, gana. "A mí me pagan por resultados, no por dar oportunidades a los jóvenes", recordó hace poco. Si esa es su tarea, hay pocas dudas de que está cumpliendo con creces: abrochó la Supercopa en enero tras golear al Barça, ató la Liga con cuatro jornadas de margen y 13 puntos de ventaja sobre el Girona y está a un paso de la Liga de Campeones tras apear al vigente campeón, el City; un ogro, los de Tuchel; y el Leipzig, el rival al que temían JAS y la directiva. Hace dos campañas, un año teóricamente de transición, levantó la Champions, la Liga y la Supercopa de España; la pasada, la Copa, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes.

El italiano hace historia, y la frase no se compone de las palabras vacías que suelen utilizarse después de una gesta como la del miércoles. Con la Liga superó en conquistas a Zidane (Ancelotti lleva 12, 'Zizou' se quedó en 11) y sólo tiene por delante al legendario Miguel Muñoz (14). El francés los consiguió en cuatro temporadas completas y dos partidas; el italiano, en casi cinco. Muñoz, en 13 años y seis meses, aunque en su época (1959-1974) sólo se disputaban la Liga, la Copa, la Copa de Europa y la Intercontinental. En cualquier caso, el palmarés de Ancelotti es sencillamente arrollador comparado con el de otros técnicos contemporáneos: Del Bosque (ocho en cuatro y media), Mourinho (tres en tres campañas), por supuesto Solari (uno en una), Lopetegui, Benítez, Pellegrini o Juande Ramos (todos en blanco)...

La simbiosis entre Carlo y el Real Madrid queda patente en el día a día y en cada gran noche. Y su retorno en 2022, que ha cambiado por completo el panorama moderno, fue casi una carambola. Muchos olvidan que el elegido para relevar a Zidane después de un curso sin trofeos era Massimiliano Allegri, ahora en la Juventus. Con él se negoció, se avanzó y se cerró un acuerdo; sobre la bocina, con todo listo para la rúbrica, se echó atrás por supuestos motivos familiares y abrió una ventana para Ancelotti.

Ancelotti, con Courtois.  REUTERS
Ancelotti, con Courtois. REUTERS

La situación la desgranó en Relevo Giovanni Branchini, hombre de confianza de Carletto en varias fases de su vida y actual agente de Allegri. "De haber firmado, Allegri hubiese sido entrenador del Real Madrid. Estaba todo listo, todo, todo. Pero al final, con la muerte en el corazón, decidió no hacerlo. Fue un acto doloroso para los dos. Lo hizo por su familia, su hijo y su situación personal. No fichó por otro club que le ofrecía más, sino que optó por quedarse en Italia porque coincidieron dos cosas: un problema en casa y la oferta de la Juventus para volver. Ambas casaron y prefirió no salir de Turín".

A Allegri, además de por sus éxitos en su país, se le conoce por su mano dura, su fortaleza defensiva y lo poco que le tiembla el puso a la hora de tomar decisiones. Con su 'no' sonaron Pochettino o Löw, pero se pensó en Ancelotti, que entonces dirigía al Everton y había rozado el descenso (16º en la Premier) con los toffees. Recontratarle fue una ida de Florentino y de José Ángel Sánchez, a quien llamó Branchini para comunicarle la negativa de Allegri en una conversación difícil. En ese momento, cuenta el representante, el Madrid no pensaba en Ancelotti: "Lo de Allegri fue una sorpresa total. Creo que no estaban preparados para eso y necesitaron algunos días para decidir qué hacer". Y vaya si acertaron.

El técnico volvió a salir entronizado del duelo frente al Bayern por sus cambios sobre la marcha. Con 0-1 y la eliminatoria cuesta arriba tiró primero de Modric y Camavinga, que dieron oxígeno al centro del campo; y después de Brahim y Joselu, héroe el ex del Espanyol y eléctrico el malagueño. Esta vez triunfó su planteamiento, más ofensivo, como ante el City la idea defensiva, agolpados atrás y listos para contragolpear. Valen todas las propuestas mientras sirvan para aquello por lo que le pagan: ganar.

Y para esa actividad camaleónica los involucra a todos, cuenten menos o más, sean estrellas o recién nacidos en la élite. Al inicio del curso tranquilizó a Rodrygo, que enlazó más de 920' sin marcar y está terminando como hombre decisivo; recuperó a Kroos, al que al principio condenó al banquillo; apagó los mosqueos del capitán Nacho, el último tras ser sustituido en Múnich; tiró con acierto de Lunin, al que quería vender un año atrás; potenció a Mendy, en el que sólo confiaba él; y tiene con él hasta el rebelde de Güler, al que casi no concede minutos y que se rindió a él en una entrevista en su país: "Nuestra relación es muy buena. Me llamó tres veces antes de venir a jugar al Madrid, me pidió incluso que le prometiese que vendría. Me dirijo a él con gran respeto. Hablamos mucho, yo le pregunto qué puedo hacer para jugar más, cómo puedo mejorar. Y él me da consejos".

Así, bajo el efecto de una carambola y el cariño de toda la caseta, Ancelotti mira ya a Londres. Antes se pagó una fiesta en el Bernabéu: se aflojó la camisa y se animó a cantar el himno de la Décima mientras sonaba por la megafonía. Fue el MVP desde la zona técnica y entre bastidores, rendido a "una afición que empuja, un estadio que ayuda y unos jugadores que no paran de creer que lo pueden hacer". Tras el duelo se acordó de alguien: "Florentino Pérez. Aquí sólo hay un capitán". Su llamada a última hora a Carlo ha creado un nuevo ciclo ganador y cambiado la historia reciente.