El VAR de la Champions tarda minuto y medio en avisar de una mano clamorosa y demuestra que en España no estamos tan mal
También tardó tres minutos en sentenciar que había un fuera de juego ajustado de Barcola.
![Achraf, en una acción del partido. /AFP](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202502/11/media/cortadas/1492331850-RKTJgL6QT2chLSPvjH0nRIP-1200x648@Relevo.jpg)
Mucho se habla del funcionamiento del VAR en España, que es cierto que tiene un claro margen de mejora. Una de sus principales críticas es la cantidad de tiempo que se pierde de juego por intervenciones eternas o que dan lugar a muchas dudas. Pero la Champions League ha demostrado en la ida de la eliminatoria de dieciseisavos de final entre Brest y Paris Saint Germain que tampoco está para tirar cohetes. Una eterna revisión de una jugada clara, manifiesta y que todo el mundo vio de primeras ha dejado en evidencia que el uso de la tecnología más allá de nuestras fronteras tampoco es el idóneo. Casi cinco minutos de tiempo perdidos en una acción que fácilmente podría haberse resuelto en la mitad de tiempo. A posteriori, el PSG vio cómo le anulaban un gol por fuera de juego ajustado de Barcola... para el que tardó del 49:08 al 52:00 en decidir.
Para comprender lo ocurrido hay que viajar al minuto 16 del encuentro. El PSG, volcado sobre la portería de Bizot, vuelve a meterse en el área. Tras un rechace, Joao Neves filtra el balón para Ousmane Dembélé, que chuta en dirección a gol. Lees-Melou intercepta, probablemente de forma involuntaria, la pelota con la mano y el colegiado bosnio Irfan Peljto no lo ve de forma incomprensible. Hasta seis jugadores del equipo de Luis Enrique, aun a riesgo de ver cartulina amarilla, se lanzan de inmediato contra él para pedirle pena máxima. El impacto del esférico en el brazo se produce en el 16:20 y en el 16:25 se detiene la jugada.
Vistas las protestas, probablemente el colegiado ya hubiera asumido su error y pide que no se reanude el juego. Hasta parece, por los planos, que el propio jugador le reconoce a un rival que el balón le ha impactado en el brazo. Un brazo que no se encuentra en posición natural y está extendido. Detiene además un remate que va a portería. No había manera humana de encontrar escapatoria, era impensable que no se señalara penalti. Se libró de la cartulina por su falta de voluntariedad, pero bien podría haberla visto por temeridad. El jugador ni protestó.
El caso es que la imagen que todo el planeta tenía clara, parece que en el VAR no tanto. Peljto habló tranquilamente con los capitanes, mientras esperaba indicaciones. Estas llegaron en el 17:58, cuando definitivamente le llamaron a la pantalla. Es decir, un minuto y medio después en la definición exacta de acción clara y manifiesta. Al polaco Tomasz Kwiatkowski le costó lo suyo acabar descubriendo que efectivamente había un penalti que señalar. Tampoco había opción de que revisar lo que aquí en España se conoce como la APP, en la que no había ocurrido nada extraño.
Peljto llega a la pantalla, y como marca el protocolo, le muestran varias tomas de la acción para que no deje duda alguna. Pero sigue tardando más de la cuenta y acaba señalizando el clamoroso penalti en el 18:48, casi un minuto de revisión. Lo acaba lanzando, y transformando, Vitinha en el 20:11, también un minuto más tarde de la señalización del colegiado. El juego acaba reanudándose en el 20:58. En resumen, cuatro minutos y medio desde que se produce la mano hasta que se reanuda con saque de centro. Una cantidad excesiva de tiempo para un penalti tan claro que ni siquiera el Brest lo protestó. Como se suele decir: no estamos tan mal.