REAL MADRID - ARSENAL

La Cofradía del Clavo Ardiendo, el movimiento que ingenió Míchel y contagió al Real Madrid desde un bar de Entrevías: "Incluso Calderón me subió al avión con los jugadores"

Relevo viaja al origen de esta legión de creyentes que movilizó a afición, equipo y club hasta lograr la Liga 'imposible' de 2007.

Cannavaro, en éxtasis tras uno de los dos goles de Reyes ante el Mallorca, que sellaba la Liga 2006-07. /GETTY
Cannavaro, en éxtasis tras uno de los dos goles de Reyes ante el Mallorca, que sellaba la Liga 2006-07. GETTY
Sergio Gómez

Sergio Gómez

Si hay algo que hace del fútbol un deporte atractivo y magnético pasen los años que pasen es su imprevisibilidad, su habilidad para escurrirse de la lógica. Es, entre otras cosas, una cuestión de fe para encarar batallas perdidas sobre el papel y, a golpe de esperanza, acabar cuadrando las cuentas. No sucede de manera general ni constante, pues de ser así nada tendría gracia. Ocurre de forma casi selectiva. Y convendremos en decir que en Europa el Real Madrid sería la gran fábrica de los imposibles. Sólo se cree en un milagro si antes uno ha visto que ha pasado, y en este sentido el Bernabéu se ha construido desde la irracional confianza en que todo saldrá bien. Ejemplos hay en la historia y en torno a ellos se fue constituyendo una hermandad de fieles que acabaron por fundar una Cofradía, la del Clavo Ardiendo, que desde el 3-0 en el Emirates ha vuelto a procesionar encomendándose a espíritus, musas y minutos molto longos. Retrocedamos a la génesis para comprender su actualidad.

Aseguran que el origen de la expresión se encuentra en la Inquisición y en una de sus pruebas para comprobar si una persona era inocente o culpable del cargo que se le imputaba: el señalado tenía que agarrar un hierro al rojo vivo y, si no se abrasaba, estaba limpio. No obstante, fue Míchel, la leyenda de la Quinta del Buitre, quien desenterró el término, lo derivó a su Real Madrid y cayó en el ingenio de Tomás Roncero, entonces redactor jefe de AS y hoy subdirector, que se encargó de promoverlo.

El eterno '8', cuando ejercía de comentarista en la temporada 2004-05, bautizó como Cofradía del Clavo Ardiendo a un movimiento entusiasta que se instaló entre la afición después del primer partido de Vanderlei Luxemburgo, aquellos seis minutos ante la Real Sociedad aplazados por una amenaza de bomba en el estadio. El partido se reanudó con 1-1 en el marcador y, en ese breve tiempo, Ronaldo provocó un penalti y Zidane marcó el 2-1. A partir de ahí, la ilusión fue en aumento entre la parroquia a medida que el equipo iba recortando con el líder, el Barça. En la jornada 28, aventajaba a los madridistas en 11 puntos; en la última, la distancia se quedó en sólo cuatro. Ese año no se abrió el Mar Rojo.

Fue la 2006-07 la que quedó en el imaginario colectivo como la Liga del Clavo Ardiendo. Con Capello en el banquillo, el Madrid cantó el alirón después de rizar el rizo y dejar al Barça de Ronaldinho, Messi y Eto'o con las manos en la cabeza. El año fue de incendios (Ronaldo se marchó; Beckham fue apartado y reintegrado; Cassano, en galeras...) y críticas al juego, a ese doble pivote antiestético de Emerson y Diarra y al propio Capello, que llegó a hacerle una peineta a su hinchada. Pero también fue un año de remontadas. Un empate a tres en el Camp Nou, en la jornada 26, dio ánimos aunque el punto de inflexión hay que achacárselo a una derrota, en El Sardinero, a falta de ocho jornadas para el final. Los azulgrana eran líderes con cinco puntos de ventaja. Entonces, los fieles activaron la maquinaria, con Roncero como brazo mediático y Toñín el Torero, icónico aficionado con capote y montera, como cabeza visible y presidente de la singular 'asociación', con sede en su bar de Entrevías (Madrid).

Toñín el Torero, en una imagen en el Bernabéu.  X
Toñín el Torero, en una imagen en el Bernabéu. X

"Fue una experiencia única, volvimos loco a todo el mundo. Transmitimos nuestra fe a los madridistas y a los jugadores, que se convirtieron en los verdaderos líderes de esto. El AS hizo una quiniela que fueron rellenando varios futbolistas y todos daban al Madrid campeón", recuerda Toñín en Relevo. Efectivamente, Sergio Ramos se lanzó con sus pronósticos, que daban a su equipo ganador con hasta nueve puntos de ventaja sobre el Barça. Casillas también se envalentonó. Más conservador pero con idéntico positivismo, en la quiniela del portero el Madrid ganaba la Liga con un punto por encima de los de Rijkaard.

Conjuras, llamadas desde Tennessee y una Liga que acaba en libro

Ese movimiento de optimismo extremo, con portadas y vídeos, fue ganando discípulos según se iba reduciendo la distancia con la cabeza. La plantilla recogió el guante de Roncero, del AS y de la Cofradía y oficializó su conjura. Ocho integrantes del primer equipo hicieron de portavoces en Real Madrid TV, repitiendo el mismo mensaje desde Valdebebas: "¡Vamos a pelear por la Liga con el apoyo de la afición!". Raúl, Guti, Casillas, Cannavaro, Diarra, Salgado, Higuaín y Ramos se encargaron de alentar bajo el lema 'Juntos Podemos', un título ideado por Gaspar Rosety, director de medios del club en aquel tiempo.

"Fue una rebelión. El equipo se sumó a la iniciativa y al bar no paraban de llamar, a veces no podía ni soltar el auricular. Telefoneaban hasta de Estados Unidos, ¡de Tennessee! Y lo hacían a mi teléfono fijo. Yo tenía como una pequeña cabina y ahí recibía todas las peticiones para unirse a nuestra Cofradía. Muchos se mofaban de nosotros, pero eso nos daba aún más publicidad. Al final, todos se subieron al barco", dice Toñín. En la penúltima jornada, no había espacio en el buque. Y más después de lo que aconteció. Fue en un minuto, 60 segundos de magia blanca. Al mismo tiempo que Van Nistelrooy empató para el Madrid en La Romareda (2-2), el 'Tamudazo' en el Camp Nou puso la Liga en bandeja a los de Capello. "Esa noche, Ramón Calderón, que era el presidente, me subió al avión con los jugadores", confiesa el madrileño con su excitación habitual. Una semana más tarde, en el Bernabéu, contra el Mallorca y con dos goles de Reyes, el alirón se cantó en Chamartín. Madrid y Barça acabaron igualados a puntos, pero el campeón se decidió por el goalaverage particular.

A Julián Carpintero todo aquello se le adhirió a la piel, como se graban los momentos felices que al invocarlos erizan el vello. Lo sentía tan intenso que tuvo que escribir un libro. Bajo el título 'La Cofradía del Clavo Ardiendo' (Editorial MC Sports), y a lo largo de 278 páginas y 52 capítulos, escaneó aquella campaña que descansa en el altar de todo hincha blanco. "Es una de las Ligas que, por ser tan inesperada, más ha celebrado el madridismo. Verlo todo perdido, ver cómo semana a semana van creciendo las probabilidades... Recuerdo ir a Cibeles y fue un estallido, una explosión de felicidad, mayor incluso que en alguna de las Champions", señala a Relevo.

Cuando la pandemia tiró del freno de mano, él pisó el acelerador y materializó una obra, con prólogo de Alfredo Relaño, a la que llevaba tiempo dándole vueltas: "Es que hubo varias temporadas en una sola. Desde que gana Ramón Calderón las elecciones, con todo lo que hubo detrás con el voto por correo, el regreso de Capello, unos fichajes que ilusionaron porque buscaban rendimiento inmediato (Cannavaro, Van Nistelrooy, Reyes, Emerson, Higuaín…)... Decidí ponerme en el confinamiento, en esas semanas en que no había nada me apetecía recordar una época superfeliz. El título del libro, esa Cofradía del Clavo Ardiendo cuya identidad hay que atribuírsela a Míchel, sintetiza muy bien lo que pasó. No hay que olvidar que jugábamos contra ese Barça que parecían los Bulls de Jordan, con mejores jugadores y en el que ya despuntaba Messi. Pero donde al Madrid no le llegaba el fútbol, le llegaba la fe y el corazón". Una creencia y un pundonor que convergían, por ejemplo, en Higuaín, uno de esos jugadores con más dignidad que adeptos y que resultó fundamental en ese título.

"A mí me marcó mucho el 4-3 al Espanyol, que el Madrid se va perdiendo 1-3 al descanso, logra empatar en la segunda parte y el Pipita, justo antes del final, marca el cuarto. El argentino ejemplifica la convicción en el fútbol, no tenía a lo mejor la calidad que se le presupone a un futbolista del Madrid, solía fallar muchas ocasiones, pero aquel día mete un gol en el descuento. Para mí es el partido que mejor resume ese 'creer hasta el final', ese Clavo Ardiendo", remata Carpintero.

La revolución fue tal que llegó hasta la música. Un grupo de heavy rock, Beethoven R., compuso una canción, en mitad de esa 2006-07, como homenaje a la Cofradía y combustible para llegar con éxito al final del camino. Esta es la letra.

CANCIÓN SOBRE LA COFRADÍA DEL CLAVO ARDIENDO

Iremos todos juntos / Con las espadas afiladas / Tiempos de esperanza perteneciendo a la Hermandad / Real, dadnos la alegría / Realzad nuestras banderas / Aplausos para los nuestros / Montera de torero / Estaremos con los blancos, no podemos defraudar / Vamos en procesión / Llegando a La Catedral / Entre gritos y banderas / Nadie nos puede parar / Juntos estaremos / Congregación de la esperanza / Cofrade de batalla, vamos a cantar / A la lucha de los blancos / Nadie nos puede callar / Unidos por el rock & rock / Cofradía del Clavo Ardiendo (estribillo 3 veces) / Unidos por el rock & rock / Nadie nos podrá parar / Vamos todos juntos / Alzad nuestras banderas / Con los blancos estaremos / Al pie del cañón torero / Congregación de la esperanza / Cofrade de batalla, vamos a cantar / A la lucha de los blancos / Siempre estaremos / Unidos en la lucha al ritmo del balón / Cofradía del Clavo Ardiendo.

La palabra remontada excita al cuerpo madridista. Es un efecto que tiene su origen en la resistencia a la derrota que instaló Di Stéfano en el club y alcanzó el éxtasis en aquellos años de la Quinta del Buitre, en los que se mezclaban veteranos con sangre en el ojo y unos chavales que arrastraban masas. La herencia se mantuvo, con remontadas ligueras y Champions como la de 2022, conquistada tras ascender por la cara más peligrosa del Everest, remontando las eliminatorias contra el PSG, el Chelsea y el Manchester City de Guardiola. Todos estos precedentes contribuyen a que gran parte del personal confíe en levantar el 3-0 del Arsenal en el Emirates. No podía tener otra respuesta Toñín el Torero cuando se le pregunta por la vuelta del miércoles en el Bernabéu: "¡La fe es inquebrantable, les vamos a voltear!", grita antes de programar el final feliz: "Un 2-0 en la primera parte, 2-1 en la segunda, prórroga y si hay penaltis, Rüdiger marca el último".

A Julián Carpintero, en cambio, el realismo vence a su madridismo. De momento. "Llegará el miércoles y seguramente piense que el Arsenal no tiene nada que hacer, pero ahora me cuesta verlo. Aquí hay una gran diferencia con la Liga de Clavo Ardiendo. Aquella temporada fueron los jugadores los que arrastraron a la gente a esa corriente de optimismo; ahora es lo contrario, es la gente la que está intentando contagiar al vestuario. No comparto esa visión tan positiva, la verdad. Veo al equipo limitado y poco trabajado. Y algo importante, sin ningún líder evidente. No hay un Raúl, no hay un Kroos o un Nacho. Dicho esto...", se despide con puntos suspensivos, tal vez consciente de que con el Madrid siempre hay que dejar un hueco para contar algo inesperado.