Cómo Camacho consiguió que el vestuario del Real Madrid creyera en remontar un 3-0 dejó boquiabierto a Butragueño: "¿Pero qué está diciendo este loco?"
Butragueño recordó cómo su entonces compañero contagió al vestuario para levantar un 3-0 del Anderlecht en la UEFA. La vuelta acabó 6-1 en una noche inolvidable para el madridismo.

Para explicar que hoy en el Real Madrid haya quienes creen firmemente que se remontará ante el Arsenal a pesar del 3-0 del Emirates hay que mirar cincuenta años atrás. Es en ese punto de la línea temporal del madridismo donde se fija el origen de los fenómenos paranormales. El 5 de noviembre de 1975, en los octavos de final de la Copa de Europa contra el Derby County. En la ida, en Inglaterra, el equipo entrenado por Miljan Miljanic fue arrollado (4-1) con un hat-trick de George. La vuelta se convirtió en un acontecimiento que cumplió punto por punto el manual de la perfecta remontada. El Bernabéu rebosó con 100.000 espectadores que mutaron al estadio en una olla hirviendo, el equipo salió en tromba y a los tres minutos Roberto Martínez ya había marcado el 1-0. Las fichas fueron cayendo. Otro tanto de Roberto Pipi Calzaslargas, uno de Pirri y dos de Santillana, el último en el minuto 100 de la prórroga, obraron el milagro. Fue el primer conejo de la chistera. Desde entonces, las gestas decoran el libro de familia del Real Madrid.
En aquel equipo que luchó conta el Derby County figuraba José Antonio Camacho, un tipo tan madridista como enérgico, tan de sangre caliente como contagioso, que se impregnó de aquella atmósfera y supo cómo transmitirla a las generaciones siguientes. Él conocía el camino porque ya había estado allí. Casi diez años después, un jovencísimo Emilio Butragueño fue testigo de cómo el de Cieza aplicó su receta para cocinar una de las remontadas más icónicas de la historia del club de Chamartín.
Sucedió en la temporada 1984-85, en los octavos de final de la Copa de la UEFA. El Real Madrid viajó a Bélgica para enfrentarse al Anderlecht y sufrió un doloroso revolcón, un 3-0 que no parecía posible voltear. Salvo para Camacho. En un vídeo antiguo que circula vertiginosamente por TikTok desde la derrota blanca en Londres, Butragueño, ya en su papel de directivo del club, desvela en una charla cómo se gestó el prodigio y señala a su entonces compañero por su papel trascendental a la hora de motivar a la tropa y hacerla creer.
@archivo.edu Emilio Butragueño Hablando de Jose Antonio Camacho. #RealMadrid #Anderlecht #anecdota #Remontada #Uefa #Butragueño #Camacho ♬ sonido original - ArchivoEdu
"Les voy a contar una experiencia que yo tuve como jugador del Real Madrid cuando llevaba muy poquito tiempo en el club. Esta era mi primera temporada en el primer equipo. Fuimos a una eliminatoria de la Copa de la UEFA contra el Anderlecht, un equipo belga. Perdimos en la ida 3-0. Un 3-0 en el fútbol es terrible, y más para el Real Madrid. Me acuerdo cuando entramos al vestuario. Todos estábamos destrozados. El entrenador era Amancio, el pobre. Estaba triste, cabizbajo. Y entonces entró Camacho. Parecía que habían abierto una puerta y entró un ciclón, directamente", se arranca El Buitre. Su relato a los asistentes era propio de un cuentacuentos, con pausas dramáticas perfectamente ejecutadas y la pasión en el momento preciso. Recordar lo vivido es volver a pasarlo por el corazón.
"Estábamos pensativos y muy apagados. Entonces entró José", continúa. " Y fue uno por uno diciendo [intenta imitar su voz]'¿Qué pasa? ¡No pasa nada! ¡No pasa nada! ¡Les vamos a meter cuatro!'. En ese momento, claro, yo me quedé así mirando y digo '¡este loco qué está diciendo!'. El Anderlecht llevaba seis meses sin perder un partido. Entonces fue al míster y le dijo '¡Amaro!' -porque habían sido compañeros- '¡Amaro! Tranquilo, tranquilo, en quince días los matamos, no te preocupes'. Esto era un miércoles, jugábamos a las dos semanas en Madrid".
Desde entonces, Camacho inició la tormenta perfecta. Veterano como ya era, dio el paso al frente que dan los líderes cuando hay desconcierto y aflicción. Butragueño lo describe como si la escena se estuviera representando delante de sus ojos: "Llegamos al día siguiente al vestuario. En el vestuario había una pizarra. Camacho había llegado el primero y había puesto en la pizarra '4-0'. Quedaban dos semanas para el partido. Yo no entendía nada porque ya acababa de llegar el primer equipo. Pero claro, Camacho era un gran veterano y yo le respetaba mucho. Bueno, pues desde ese momento, todos los días, él entraba en el vestuario antes del entrenamiento para recordarnos '¿Qué vamos a hacer contra el Anderlecht?'. Y nadie respondía. '¿Tenéis miedo? ¿Tenéis miedo? ¡Le vamos a meter cuatro!'. Así, todos los días. Entonces utilizamos los dos partidos de Liga que teníamos antes del Anderlecht como prueba. Recuerdo que jugábamos contra el Cádiz y ganamos 5-0. Entonces él utilizaba cualquier excusa para recordarnos. '¡Le vamos a meter cuatro! ¡Le vamos a meter cuatro! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!'".
La obsesión de Camacho obvió incluso la carga emocional y deportiva de un derbi. El partido antes al de la vuelta contra los belgas era frente al Atlético de Madrid. Pero nada era más importante que la remontada. "Quedando cuatro días para el partido ante el Anderlecht, jugábamos contra el Atlético en el Calderón. Entonces, por la mañana, estábamos al desayuno, iba mesa por mesa y dice '¡Qué, muchachos! ¿Cómo están?'. Parecía, no sé, parecía el presidente, parecía el dueño del club", ríe Butragueño. "Era una cosa increíble. 'Bien, bien, bien, José, tranquilo', le respondíamos. '¡Tranquilo, nada. Tranquilo nada! ¡El miércoles...!'. Claro, él estaba pensando en el miércoles cuando esa noche jugábamos con el Atleti. '¡Hay que meterle cuatro! ¡Vamos, muchachos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Esta noche después del partido a descansar, a comer bien y a prepararnos'. Bueno, ganamos al Atlético de Madrid 0-1 y el lunes nos concentramos. Jugábamos el miércoles. Y por la tarde fuimos a ver Karate Kid, un poco para ambientarnos, ¿no? Entonces al salir de Karate Kid, otra vez '¡Veis esto, muchachos! ¡Se puede! ¡Se puede! Bueno, claro, ya llegó el momento que era tal el grado de excitación que contagió al equipo que el día del partido nadie dudaba de que íbamos a pasar la eliminatoria. Nadie. Una cosa increíble".
Butragueño abrocha la anécdota de manera inmejorable: '¿Alguno estuvo en el campo aquel día, por casualidad? ¿No estuvo nadie? ¿Alguno sabe cómo terminó ese partido Bueno, ganamos 6-1". Esa noche, el Anderlecht asistió a una catársis y al primer gran vuelo de la Quinta del Buitre. Butragueño marcó tres goles, Valdano dos y uno Sanchís.
Para remontar hay que creer. El exseleccionador español lo hizo e inoculó su fe al resto con técnicas de choque que no le vendrían mal a este vestuario de Carlo Ancelotti para darle la vuelta al 3-0 del Emirates.