Una debacle que se veía venir en agosto, el Real Madrid pudo solucionar en enero y anticipa un cambio de ciclo en junio: "No estuvimos ni cerca"
Los blancos suman diez derrotas esta temporada. En el Emirates corrieron 12 kilómetros menos que el Arsenal.

El Real Madrid vivió una noche aciaga en el Emirates Stadium. Una pesadilla que le deja prácticamente fuera de la Champions League en cuartos de final. Sin embargo, nadie puede decir que no se veía venir. Hasta dentro del club anticipaban que este equipo no estaba preparado para cotas altas y lo han confirmado con cada rival que le ha planteado un partido de tú a tú. Y en el cuerpo técnico de Ancelotti han tratado de salvar la papeleta pero con el paso de los meses, a pesar de conseguir maquillar los defectos, el equipo se iba deshaciendo hasta terminar de confirmar que el cambio de ciclo está más cerca que nunca.
Contra el Arsenal salieron a la luz problemas que son recurrentes desde los primeros meses de temporada. Principalmente una falta de compromiso colectivo que los londinenses sí mostraron sobre el terreno de juego. Las estadísticas hablan por sí solas: el equipo local corrió 12 kilómetros más que el Real Madrid y ninguno de los jugadores de Ancelotti superó los 10 kilómetros. Dispararon ocho veces más a portería, pusieron nueve centros más y todo sin perder la posesión (53% a 47%).
Jude Bellingham fue clarividente hablando a la prensa tras el partido. "No estuvimos ni cerca. Es un hecho, y el Arsenal estuvo realmente bien. Sé que dos de sus goles fueron de falta, pero podrían haber marcado muchos más", sentenció. Eso sí, quiso dejar abierta la puerta de la remontada: "Hay un partido de vuelta y es a eso a lo que nos aferramos. Necesitamos algo realmente especial, algo realmente loco, pero si hay un lugar donde ocurren cosas locas es en nuestra casa. 90 minutos más en casa para sacar algo del bolsillo".
Lo cierto es que este equipo se queda sin motivos para ilusionar porque, desde que comenzase la temporada en agosto, no despeja sus dudas. Son ya diez derrotas en lo que va de curso, muchas de ellas contra rivales directos, demostrando no estar listo para competir contra equipos con cierta entidad. Empezando por un Barcelona que lo ha vapuleado las dos veces que se han cruzado (0-4 en Liga y 2-5 en Supercopa). Además, suman siete empates.
Las últimas semanas dejan a las claras que la debilidad blanca ha ido a peor. Ha encajado 11 goles en los últimos cuatro partidos: dos contra el Leganés, cuatro contra la Real Sociedad, dos contra el Valencia y tres contra el Arsenal. Una demostración de que el plan defensivo de Ancelotti no funciona, de que los jugadores tampoco están a la altura o ambas.
La Champions, torneo fetiche, es una buena vara de medir para lo que está siendo su año: tras el amago de batacazo contra el Borussia Dortmund, el Milán (1-3) asaltó el Bernabéu y el Liverpool (2-0) descubrió en Anfield todas sus debilidades. Esto sumado al tropiezo contra el Lille (1-0) en fase de grupos. Ya en las eliminatorias se vio la mejor versión de los de Ancelotti contra el Mánchester City sin dejar pasar que los de Guardiola viven la peor temporada de la década. Contra el Atlético rozaron la eliminación y solo un par de acciones individuales y el famoso doble toque de Julián Álvarez taparon las vergüenzas de un equipo que, analizando el balance, no fue superior en ninguno de los dos derbis.
Una planificación dudosa y un vestuario fuera de control
Todo comienza con una planificación con agujeros. La llegada de Mbappé disparaba el optimismo, más aún después del doblete del año pasado. Sin embargo, las salidas de Kroos, Joselu y Nacho dejaban unas urgencias en la plantilla que no se solventaron. Con todo ello, las lesiones de Carvajal y Militao no hicieron más que agudizar el problema. En enero, el club pudo subsanarlo. Evitar que fuese a mayores con una o dos incorporaciones que aumentasen el nivel del equipo. Sin embargo, la Supercopa de Europa y la Intercontinental, sumado a que seguían vivos en todas las competiciones, favorecieron para que la directiva mantuviese su plan de no gastar ni un euro en invierno.
Mientras, Ancelotti iba salvando los muebles. Estuvo cerca del despido antes de que acabase 2024, especialmente en Girona, donde una derrota hubiese sido un golpe definitivo para él, con Florentino Pérez en las gradas de Montilivi. A lo largo de los meses al italiano se le ha ido acabando la magia hasta demostrar desde hace tiempo no ser capaz de encontrar solución para este equipo, con un vestuario cada vez más disperso y fuera de su control. Los jugadores se han desencantado con su plan -que se lo digan a Bellingham- y el fin de ciclo parece ahora más cerca que nunca.
Ahora sólo otro milagro, uno como nunca antes visto -y mira que los ha habido-, salvaría la temporada. Por lo menos queda la final de Copa, aunque visto lo visto puede servir para aumentar el drama cayendo ante el FC Barcelona y no para relamerse la heridas. La Champions se ha puesto 'en chino' y LaLiga está cada vez más lejos. Con todo ello, al Madrid le esperan dos meses de competición en los que toca hacer objeción de conciencia y mirar de reojo a la que viene.