ARSENAL 3 - REAL MADRID 0

Un gesto de Bellingham a Ancelotti anticipó el naufragio del Real Madrid en el segundo tiempo

El plan de Carletto nunca funcionó y los jugadores no encontraron la forma de hacer daño o frenar al Arsenal.

Bellingham se lamenta durante el Arsenal-Real Madrid./Reuters
Bellingham se lamenta durante el Arsenal-Real Madrid. Reuters
Jorge C. Picón

Jorge C. Picón

El Real Madrid había competido la primera parte. Sin alardes, pero encontrando buenas acciones al contragolpe y frenando, no sin problemas, las acometidas de un Arsenal incisivo pero sin picante en los últimos metros. Eso sí, ya se veía que las piezas no encajaban. Lo demostró Jude Bellingham con un gesto a Ancelotti que dejaba a las claras que las indicaciones del italiano a él y a Camavinga no terminaban de convencerle.

Durante el segundo acto el castillo de naipes que había preparado Carletto se derrumbó. Los blancos, de gris en el Emirates, naufragaron ante un equipo que sacó a la luz todas sus debilidades y que pone en jaque revalidar la Champions. Sólo queda la bala de una noche mágica en el Bernabéu.

Nadie pensaba que el equipo iba a saltar por los aires con un golazo de falta. Declan Rice aprovechó una falta en el 57 para confirmar que los londinenses estaban mejor plantados sobre el terreno de juego. Doce minutos después, en el 69' uno aún más bonito dejó aún más tocado al conjunto madridista, que ya por aquel entonces estaba en la lona. Merino dio la estocada final en el 74'.

Sólo Courtois y dos salvadas sobre la línea, una de Bellingham y otra de Alaba, evitaron una goleada mayor. El belga se hizo grande hasta los dos pepinazos de Rice. Paró cinco balones, varios de ellos muy difíciles, y bajó varios centros peligrosos. No pudo hacer nada en los tantos, aunque en el primero se le puede achacar haber colocado la barrera demasiado centrada.

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La cara de Ancelotti era un poema mientras veía como sus jugadores se quedaban encerrados en su campo. El Madrid apenas tuvo posesiones largas, y menos aún en campo rival. Quitar a Modric para meter a Lucas tampoco mejoró el funcionamiento de un equipo que nunca compitió durante los segundos 45 minutos. Ni los cambios posteriores de Fran García y Brahim.

Los de arriba tampoco ayudaban. Partidos así lo solucionan los grandes futbolistas, y ni Vinicius ni Mbappé ni Rodrygo pudieron hacerlo. Tampoco un Bellingham desesperado, incapaz de mantener la pelota resguardada y corriendo más de la cuenta, tratando de tapar huecos a los que siempre llegaba tarde.

Un drama del que prácticamente nadie se salva. Ancelotti es el que sale más señalado, pues su plan, como casi siempre esta temporada, no funcionó. También unos jugadores superados por la intensidad de un rival que no sólo jugó mejor, sino que también se lo creyó más. Al Madrid le quedan ocho días para preparar el partido de vuelta y tratar de dar la vuelta a una eliminatoria en la que todavía le queda una línea de vida.